El Diplomado de Derecho Internacional y Pueblos Indígenas, que viene realizando la ACIN a través del Tejido Justicia y Armonía, se encontró el pasado 13 de junio de 2012 en Bodega Alta del Resguardo de Huellas – Caloto – Cauca; para conocer desde las propias voces del pueblo Mayangna – de Nicaragua – su lucha por su territorio ancestral.

 
A través del panamahka, o idioma Mayangna, escuchamos la experiencia de resistencia de este pueblo por conservar el territorio, su cultura y el largo proceso para reclamar jurídicamente el derecho ancestral ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
 
La Comunidad indígena Awastingni pertenece al pueblo Mayangna, son más de trescientas (300) familias que la constituyen, este pueblo ha vivido en su territorio ancestral desde tiempos inmemoriales, por eso su respeto y relación directa con la Madre tierra. “En el territorio existen diferentes tipos de animales, es deber de la comunidad proteger la diferentes especies, los bosques y los sitios sagrados porque son los que dan alimentos y fortalece la espiritualidad, como el viento que lo retribuye por conservar los árboles el oxígeno y tipos de medicina que equilibran el bienestar para la comunidad” explica Barrinto Salomón, indígena Mayangna.
 
“El estar en armonía con todo las especies y entender su lenguaje nos equilibran y enseñan que nos necesitamos mutuamente para vivir. Porque así como tenemos el espacio de reunión, la comunidad, los animales también se reúnen en lo que llamamos sitios sagrado. El gobierno de Nicaragua no entiende de esta relación, por eso no se preocupa por defender los animales y al pueblo de Awastingni. Lo que pretende es expropiar a la comunidad del territorio para entregárselo a las empresas madereras” dice Barrinto.
 
Nicaragua ha vivido una larga historia de imposiciones ‘del norte’ y de dictaduras que han dejado una estela de dolor y en las calles se sienten los rezagos de la revolución. Pero también se siente los impactos de las políticas neoliberales.
 
Frente a esta apertura económicos y el libre comercio, en 1995 se conoció sobre  una concesión de explotación forestal que el gobierno central de Nicaragua otorgó a la empresa maderera Maderas y Derivados de Nicaragua S.A. (MADENSA) en zonas de bosques pertenecientes al territorio de la comunidad, sin haberse realizado procesos de consulta ni consentimiento previo. Lo que rompía el esquema de relación con la madre tierra y su relación espiritual y atentaba contra la sabiduría ancestral de este pueblo.
 
Sin conocer los elementos jurídicos y otras instancias, el pueblo Mayangna ya había venido reclamado el derecho que le asistía sobre el territorio de Awastingni, exigiendo al gobierno frenar esta concesión y titularle lo que ancestralmente le pertenece a la comunidad. Pero lamentablemente el gobierno en omisión optó por defender intereses diferentes a lo solicitado por los indígenas Mayangna.
 
Ha sido un proceso de constante lucha por su territorio,  han trascurrido 24 años. A pesar que el caso se presentó en 1995 a la Comisión Interamericana y esta la llevó en 1998 a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se conoció el fallo recién en el año 2001; reconociéndole el derecho de Awastingni a su territorio ancestral, ordenando además delimitar y titulársele a la comunidad. Lamentablemente transcurridos once años (11) y aún no se ha cumplido en totalidad esta sentencia.
 
Sin duda esta lucha liderada por los  Mayagnas marca un precedente y abre un camino para otros pueblos indígenas. Es así como este fallo de la corte, reivindica de alguna manera la relación que los pueblos originarios tiene con el territorio que es la base fundamental de sus culturas, de la relación con los espíritus y sus antepasados, y sin la cual no sería posible la vida.
 
A pesar de este fallo de la CIDH las amenazas están latentes, por eso el pueblo Mayagna continúa buscando caminos para la defensa de su territorio ancestral y el fortalecimiento de su comunidad. Actualmente están construyendo sus planes de vida y en colectivo tejen ese sueño comunitario. 
 
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