Este texto se envio el día 26 de julio a 17 directores de medios de comunicación: En coherencia con los principios que guían la Misión y el Proyecto Educativo de la Pontificia Universidad Javeriana, convergentes a su vez con nuestra Constitución Política y con el llamado de la UNESCO, consideramos que una cultura de paz es resultado de prácticas culturales basadas en procesos de reciprocidad positiva. 

 

 
CARTA A MEDIOS DE COMUNICACIÓN
 
Bogotá, julio 26 de 2012
 
Señor
 
Ciudad
 
Apreciado señor director:
 
En coherencia con los principios que guían la Misión y el Proyecto Educativo de la Pontificia Universidad Javeriana, convergentes a su vez con nuestra Constitución Política y con el llamado de la UNESCO, consideramos que una cultura de paz es resultado de prácticas culturales basadas en procesos de reciprocidad positiva.
 
Es decir, aceptamos la interdependencia y la afectación mutua entre las personas en cualquier relación social. Además, que las prácticas culturales se desarrollan a través de la interacción permanente y progresiva, influidas por factores históricos y contextuales. En ese sentido, todos somos responsables de asumir o no el conjunto de valores, actitudes y modos de comportamiento basados en la no violencia y en el respeto por los derechos fundamentales; que busca abordar los conflictos mediante el diálogo y la negociación; que busca también el desarrollo sustentable, la equidad de género, la participación democrática, la solidaridad, la tolerancia y la comunicación abierta que, como lo define UNESCO en 1995, es una cultura de paz.
 
Los estudios sistemáticos de investigadores prestigiosos en todo el mundo sobre el poder de los medios de comunicación en los conflictos, han demostrado el papel determinante de los  discursos, tiempos, repeticiones, e imágenes que se utilizan para comunicar sobre  las dinámicas de los conflictos, en la orientación de las emociones, creencias, actitudes y comportamientos de las audiencias en un sentido violento o pacífico.
 
En este orden de ideas, dirigimos esta carta a los directores de los principales medios de comunicación del país con una gran preocupación por las orientaciones dirigidas a la opinión pública tras la decisión tomada por los colectivos indígenas del Cauca de sacar de sus resguardos a cualquier actor armado y, a la vez, rechazar toda presencia armada en sus territorios.
 
Consideramos que el manejo de algunos enunciados, afirmaciones e imágenes en el cubrimiento periodístico de la situación crítica del Cauca tiene consecuencias inmediatas que refuerzan la opción por la vía armada, la estigmatización, la violación de los Derechos Humanos y la exacerbación de la guerra. Y  promueve una opinión pública polarizada mediante la gestión de las emociones, que en este caso resultaron exacerbando el odio y la ira. 
 
Queremos mostrar algunas de los mecanismos utilizados y que promueven la violencia: en las entrevistas se empleó un estilo agresivo interrumpiendo la expresión de los líderes indígenas en forma reiterativa, realizando preguntas inductoras y acusatorias que impidieron a los televidentes apreciar la postura de los entrevistados y, en cambio, tendió a mostrar a las comunidades   como victimarias, capaces de ejercer una violencia descomunal sobre la humanidad de los soldados apostados en sus territorios, mostrando a los militares como víctimas y mártires. En este mismo sentido, en la radio llamaron a la indignación de la audiencia, sin contextualización alguna de la situación de violencia continuada que viven las comunidades. En la prensa, pese a que el contenido de los editoriales observaron un tono de imparcialidad y análisis, el manejo de las imágenes y los titulares fue desafortunado, promoviendo emociones de rechazo hacia la guardia indígena.
 
El riesgo social y político de estas actitudes periodísticas es que se desvirtúa el sentido de la organización social y comunitaria y se deslegitiman los procesos de exigibilidad de derechos sociales, políticos, culturales, ecológicos y, sobretodo, de protección y cuidado de la vida y la naturaleza.
 
Reconocemos que tanto indígenas como soldados tuvieron comportamientos positivos y acordes con la situación, como el uso incruento de la fuerza y el poder en el logro de sus objetivos. Pero muchos de los medios exaltaron únicamente el comportamiento de los soldados y en cambio rechazaron abiertamente la acción de los indígenas, destacando el episodio de uno de los soldados y omitiendo la secuencia de los hechos.
 
Varios columnistas (periodistas y académicos) señalaron la relación entre esta actitud de los medios y la muerte del joven comunero acaecida al día siguiente, lo que debe ser un motivo de reflexión. Si este sesgo se apodera de su perspectiva, les impedirá realizar un análisis ecuánime, contextualizado y ético de los acontecimientos y, lo más lamentable, los mantendrá distantes de contribuir a la promoción de culturas de paz que tanta falta le hacen a nuestro país.
 
Estamos convencidos de su interés por un país y un mundo mejor, nuestra invitación es entonces a comprometerse de forma efectiva con la adopción de prácticas que permitan abrir espacios de gestión consensual y deliberativa, para cambiar lo que obstaculiza la convivencia pacífica. Para esto es necesario aprender a observar el propio comportamiento no como evento aislado, sino en permanente interacción con el contexto, también que toda persona, y en especial quienes saben de su influencia en otros en razón de su oficio (periodistas y formadores), reconozcan cómo funcionan los procesos de reciprocidad y puedan ponerlos a favor de la construcción de prácticas culturales de paz que perduren. Esto incluye ser prudentes al expresar opiniones personales respecto de los hechos, pues éstas pueden ser tomadas por la opinión pública como verdades y en ocasiones promueven polarización, estigmatización y exclusión. 
 
En otras palabras, la invitación es a asumir una orientación hacia la paz, que de acuerdo con los expertos en procesos de paz del país y del mundo que en varias ocasiones nos han visitado, implica que la comunicación profundice sobre causas y efectos no visibles de las violencias como el sufrimiento de todas las partes y la destrucción del tejido social; se centre en la humanización de todas las víctimas, en la explicitación de los intereses de todas las partes y busque enfatizar la transformación y salida no violenta al conflicto, asumiendo la paz como un proceso en construcción, complejo y de largo plazo.
 
En este caso, les llamamos a que hagan un reconocimiento del dolor y desarraigo a que han sido sometidos los pueblos indígenas, a cuidar y proteger su identidad cultural y promover el diálogo para la resolución del conflicto. Les pedimos que colaboremos juntos para evitar mayor dolor por más muertes, y que reconozcamos la voluntad de diálogo de las partes como sujetos todos/as de derechos.
 
En el grupo de investigación Lazos Sociales y Culturas de Paz sentimos la necesidad de reiterar nuestra invitación a modificar sus prácticas periodísticas para sumarse a los esfuerzos de miles de personas que desde varios grupos sociales y desde la academia venimos haciendo en pro de una cultura de paz.
 
Atentamente,
 
Grupo de Lazos Sociales y Culturas de paz
Claudia Tovar Guerra
Coordinadora
 
Integrantes: Blanca Patricia Ballesteros de Valderrama, Stella Sacipa Rodríguez, Wilson López López, Luisa Fernanda Galindo Villarreal, Raúl Vidales Bohórquez, Claudia Victoria Girón Ortiz, Darío Reinaldo Muñoz Onofre, Mónica María Novoa Gómez, Claudia Pineda Marín. 
 
 
CC: Señores directores y editores:
El Tiempo, El Espectador, Revista Semana, RCN Radio, RCN Televisión, W Radio, Caracol Televisión, Noticiero CM&, Noticiero NP&, Noticias RCN, Noticias Caracol, CityTV.