<< Al fondo, la iglesia que fue destruida el 2 de mayo de 2002, en medio de combates entre guerrilleros y paramilitares, y en la cual perecieron cerca de un centenar de personas. Bellavista, Bojayá, Chocó, 2004. Fotografía: Área de Comunicaciones / Asociación Campesina de Antioquia.
¿Y los heridos doctor? Los heridos están muertos. Ésa fue la respuesta que saltó como un resorte del médico Juan Marcelo Vásquez dos días después que la tragedia se hubiera consumado en Bellavista. A este doctor, el alcohol le sirve para cerrar heridas físicas y para mantener un estado de semiinconsciencia lúcida que le da un toque trágico. En los quirófanos, Juan Marcelo aún no cree que aún este vivo y que haya tanto muerto. “Fue dantesco. Si ese Dante creía que había conocido el infierno, era un pendejo. El infierno nos tocó a nosotros”. Fragmento del libro Los Muertos No hablan de Paco Gómez Nadal.
>> LAS VÍCTIMAS NO OLVIDAN / El español Paco Gómez Nadal fue uno de los pocos periodistas que se encontraban en la zona cuando ocurrieron los hechos. Cuenta como, a pesar del sinnúmero de actos de guerra que se suceden en el conflicto colombiano, la masacre de Bojayá causó tal grado de conmoción que cuando dejó la zona días después, se sintió como un sepulturero. “El valor simbólico de este crimen de guerra es terrible; el que hayan muerto tantos menores (45) y tantos civiles dentro de un templo católico en donde ellos se sentían a salvo, dejó un impacto sicológico muy fuerte “. Gómez Nadal, quien relató los hechos en un libro titulado “Los muertos no hablan”, y quien presenta ahora una versión revisada del mismo, se lamenta del silencio y abandono estatal durante estos diez años. “Uno relee el libro y pareciera que el tiempo no hubiera pasado, o al menos que la justicia no hubiera acontecido. Yo creo que ha habido un manto de olvido, que es lo que suele pasar en Colombia: una masacre entierra a otra, un suceso entierra a otro, pero además con un estigma mucho peor, pues en los últimos años el país decidió que ya había entrado en un periodo de post conflicto y así las cosas, las víctimas han quedado sin saber la verdad y sin un proceso de reparación serio por parte del Estado”.
>> DOCE AÑOS DESPUÉS / Como si fuera en este mismo instante, mi memoria evoca el momento en que escuché por primera vez lo que estaba pasando en Bellavista-Bojayá. Una década después de esta masacre no podemos dejar que todo caiga en el olvido, como ha quedado tanta tragedia en la historia, en particular en la de Colombia; por eso, hacer memoria de este crimen de guerra cometido en Bellavista (Bojayá), es, ante todo, una renovación de compromiso con este pueblo y, en él, con todo el pueblo afrodescendiente, heredero de una prolongada exclusión, hoy con rostro de nueva expresión de genocidio y etnocidio; nuestra solidaridad igualmente con los pueblos indígenas, quienes también en esta década han sido declarados como “pueblos en riesgo de extinción”. Texto de Jesús Alfonso Flórez López (incluido en la Edición Bojayá, una década de Los muertos no hablan)
>> Bojayá: Minga Interétnica: El 2 de mayo del año 2005 los habitantes de Bojayá, en el Atrato medio chocoano, convocaron a una Minga Interétnica para recorrer la región y constatar que, tres años después de la masacre del año 2002, la situación de guerra y crisis humanitaria no ha variado en esta zona del país. Este documental es el capítulo IX de la serie
Refugiados en su propio suelo. Ver documental completo.
Bojayá: Minga Interétnica / serie Refugiados en su propio suelo – Cap. IX
(…) Eran como las 3 de la tarde, yo estaba ahí sentado afuera de mi casa cuando entraron, un poco en pangas y la gente corría y corría… ellos entraron disparando, intimidando al pueblo. Hubo reunión en la cancha del colegio, todo el mundo allá y todo el mundo asustado. En ese grupo vino «El Alemán»… Se paró allá y empezó a gritarnos que ellos venían a quedarse, que venían a luchar por el pueblo atrateño, que en esos días iban a hacer una limpieza porque el pueblo estaba muy sucio»… como a los cuatro o cinco días de estar aquí empezaron a desaparecer y matar gente, entonces ya la gente se asustó y empezó a desplazarse, y a los que tenían referenciados no les daban permiso para salir del pueblo… (Testimonio, taller de memoria histórica, Vigía del Fuerte, 2009).
>> Bojayá bajo el prisma de los Medios de Comunicación – El Banco de Datos del CINEP se dio a la tarea de recoger la información (sobre Bojayá) difundida por la prensa, radio y televisión, y entrevistas dirigidas por los más prestigiosos periodistas del país. De igual forma, el Banco recogió la información suministrada por otros actores sociales presentes en la región así como numerosos testimonios de víctimas, familiares y testigos de excepción que estuvieron presentes durante los hechos. El irresponsable comportamiento de los medios masivos de información (prensa, radio, televisión) frente al doloroso episodio de Bellavista (Chocó) es un eslabón más en la cadena desinformativa que construyen día a día los empresarios y los periodistas a su servicio. Los mismos medios que desinforman, tergiversan, juzgan, distraen,descalifican cualquier versión contradictoria a la oficial; los mismos que prefabrican las respuestas de los generales de turno; que difaman al alto comisionado de Naciones Unidas; para quienes el dolor y la muerte de las víctimas son simplemente imágenes de apoyo o fotografías de concurso periodístico…esos mismos medios convierten la violación sistemática de los derechos individuales y colectivos de las poblaciones como Bojayá, en oportunidades comerciales para ejercer la caridad de una campaña de recolección de limosnas en cuentas bancarias, que luego se registrarán en sus balances sociales… Leer texto completo
>> Guerrilleros de las FARC-EP irrumpieron hacia las 6:30 a.m., en Vigía del Fuerte sin encontrar resistencia por parte de los paramilitares, quienes habían tomado los cascos urbanos de Vigía y Bellavista desde el pasado 21 de abril. Hacia las 7 a.m., buscaron en varios lugares del pueblo a cuatro jóvenes a quienes llevaron a la salida del poblado y les dieron muerte. Jimmy, William, Leyner y Freddy, tenían edades entre los 17 y 23 años. Posteriormente, atacaron un bote (embarcación) que viajaba entre Bellavista y Vigía en el que se movilizaban paramilitares de las AUC, presentándose un enfrentamiento durante el cual resultaron heridos cinco paramilitares, entre ellos el comandante «Camilo» quien murió, media hora después, en Bellavista, al igual que otro de sus acompañantes. Durante el combate, resultó herido Diego Luis un campesino de 53 años quien cayó en aguas del río Atrato y murió. Las FARC habían encerrado a los paramilitares que ya no recibían refuerzos y solamente tenían una panga (embarcación rápida). Ese día las FARC-EP tomaron el control de Vigía casi sin combates y a partir de ese momento se inició la confrontación armada desde Vigía del Fuerte hacia Bellavista, por parte de las FARC contra los paramilitares. En medio de los fuertes combates que se desarrollaban en el casco urbano de Bellavista, los miembros de la comunidad empezaron a refugiarse en la Iglesia, en la casa cural y en la casa de las hermanas Agustinas Misioneras, lugares donde permanecieron hasta el día siguiente 2 de mayo. Los paramilitares se apostaron en el área urbana de Bellavista, concentrando la tropa en el centro del pueblo, protegiéndose alrededor de la Iglesia, al frente y debajo de la casa de las Hermanas y en el centro de salud, a donde habían llevado a sus primeros heridos; según la información recibida, utilizaban a la población civil como escudo. Los guerrilleros de las FARC-EP los atacaron y un cilindro cargado con metralla lanzado contra los paramilitares cayó en el templo causando heridas a más de 90 personas y la muerte a 117 más, según el dato oficial entregado por la Inspección de Policía de Bellavista.
>> Bojayá: La guerra sin límites – Resulta repudiable, por decir lo menos, que mientras entre los combatientes practicaban una “guerra de caballeros”, pactando incluso las horas de inicio y cierre de los enfrentamientos, las hostilidades no se hubieran suspendido ni siquiera después de que un cilindro bomba, de los tantos que lanzaron las FARC, impactara la Iglesia en la que la comunidad local se resguardaba del combate. Los daños y sufrimientos de hombres y mujeres -adultos, niños y ancianos-, ostensibles para ambos contendores, no suscitaron la más mínima consideración. No hubo treguas para la población, sólo para el descanso de los combatientes, una expresión más del menosprecio de los actores armados hacia la población civil. Leer informe completo.
RED DE COMUNICACIONES / ASOCIACIÓN CAMPESINA DE ANTIOQUIA
Observatorio Audiovisual e Investigativo sobre Procesos Comunitarios y de Resistencia
PRODUCCIONES EL RETORNO / 2014 – http://comunicaciones.acantioquia.org/
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