[ 07/06/2010] [ ] [ Autor: Nudo Bogotá/ Tejido de Comunicación]

Sobre mi piel las huellas de mi mundo Emberá, sobre tu mundo la huella de la Indiferencia

El Foro: Indígenas, Ciudad y Derechos, realizado el pasado 02 de julio, mostró la penosa situación de los indígenas desplazados en la capital, principalmente de la comunidad Emberá.

La restitución de sus derechos: alimentación, salud y educación, territorio, cultura deben ser ejes de programas y políticas institucionales para atenderlos, priorizando los niños, que este año en Bogotá han muerto cuatro por desnutrición. No obstante este drama y el desarraigo de su tierra niños y adultos Emberá cantaron en su lengua canciones muy sentidas de su memoria ancestral por la vida; canciones que conmocionaron y alegraron a los participantes. Y se cuestionó la indiferencia del Estado y de la sociedad civil frente a esta situación que consideraron como un drama inconcluso e irresoluto.

El Foro se desarrolló en el marco del programa de atención integral para infantes y adolescentes que surgió como propósito de crear un espacio para la atención integral y el fortalecimiento de la identidad cultural de los menores desplazados en la localidad y la ciudad, con enfoque diferencial. Realizado por la Corporación Cultural Nueva Tibabuyes, Cultiba, y la Secretaría Distrital de Integración Social, SDIS, contó con apoyo de la Alcaldía local Santa Fe y el Fondo de Desarrollo Local de la localidad.

Asistieron distintas instituciones del distrito (no las de orden nacional), algunas universidades, representantes de varias organizaciones y como invitada especial la Comunidad Emberá, desplazada en San Bernardo. Como ponentes estuvieron los líderes indígenas: Ati Quigua, concejala  de Bogotá; José Humberto Victorino, referente de etnias de la SDIS; Wiler Giagrecudo, líder huitoto; Aureliano Arce, líder emberá, quien trabaja el tema de Derechos Humanos en el Distrito y; dos delgados de Cultiba.  

La Corporación Cultiba, una organización que con respeto por las raíces y saberes ancestrales se ganó el cariño de estas comunidades y les arrancó una sonrisa de esperanza a estos niños, a quienes el Estado les ha negado la oportunidad de crecer en su entorno. Los líderes indígenas, ponentes del Foro resaltaron la voluntad política del Distrito por atender la población desplazada, pero exigieron aunar esfuerzos e implementar mecanismos más efectivos de atención en aspectos de educación, salud y alimentación para evitar que mueran más niños.   

Un drama inconcluso

Si bien falta mucho por avanzar, al menos hoy los Emberá son al menos visibles y tenidos en cuenta por instituciones del Distrito, no así por las nacionales que por ponen trabas al proceso de atención. Por ejemplo hace dos semanas el Tejido de Comunicación conoció el caso de un menor arrebatado a sus padres por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF. El menor de dos años y medio, oxigeno dependiente, fue separado de su familia porque el ICBF exigía a esta familia mejores condiciones de vida, cambiar de vivienda y otros requerimientos imposibles de cumplir máxime cuando el padre del menor tenía que atender los funerales de su mamá, además de ser desplazado y desempleado.

La dirigente arhuaca Ati Quigua, durante el Foro cuestionó el hecho: “hay que diseñar protocolos de atención dirigidos a la familia y no el caso particular de un niño en las condiciones en que se dio”. En el mismo sentido como Tejido de Vida y conocedores de la situación de los hermanos emberá katío, comunidad de la cual fue arrebatado el niño, lamentamos el hecho y pedimos al ICBF replantear sus “protocolos”; no se puede arrebatar a un menor de los brazos de su madre por la fuerza, ello entraña un sufrimiento cruel e inhumano (además del nocivo impacto sicológico) y una institución del Estado no debe desconocer este hecho. 

Este Foro mostró que el Estado no ha resuelto el problema de seguridad de los indígenas en su territorio, tampoco ha diseñado programas adecuados de atención para los desplazados en las ciudades como Bogotá. La dirigente Ati Quigua enfatizó como primordial atender los niños en aspectos de salud, alimentación y educación propia. “A sus familias el Estado debe garantizar condiciones de trabajo y subsistencia; el caso de los emberá katío, ellos están dispuestos a dejar la mendicidad siempre y cuando se les garantice cómo y de qué vivir dignamente”. Extraña que entidades como Acción Social, que les compete la responsabilidad brillen por su ausencia.

La sentida expresión de Cultiba, al contar su experiencia de trabajo con esta comunidad vulnerable,   refleja la impotencia de una comunidad arrancada de sus orígenes por la violencia y que pese a ello se aferra a su lengua, su saber ancestral y su esperanza de hacerse participe, por lo menos convivir, en una sociedad hostil e indiferente a su sufrimiento. “Los Emberá que llegan a la ciudad en busca de sus familiares o por distintas circunstancias conviven con los males de la sociedad: olor a bazuco, robos, intolerancia, inseguridad… Para agregar una escena más a esta película sin fin de drama o acción los indígenas no están organizados; llegan y se hacinan, las mujeres emprenden su peregrinaje citadino de lunes a domingo en esta ciudad que les cobra a diario su techo, el pan y el amor. No obstante por naturaleza de liderazgo algunos se acoplan a la ciudad y desarrollan su capacidad profesional y política, como apoyo y referente para sus comunidades. San Bernardo se ha convertido en el lugar de sus sueños, esperanzas, persistencias, encuentros y desencuentros, escenario de construcción de nuevas realidades, de alberges tristes y fríos…”, indicó la organización. 

Los ponentes del Foro llamaron a instituciones, organizaciones, universidades y comunidades a generar procesos de unidad y articular el trabajo a los procesos nacionales para propiciar políticas o mecanismos de atención efectiva a los desplazados ya que mayoría de ellos, habitan en cabeceras municipales. La concejala Ati agradeció que la SDIS haya vinculado al programa de Canasta Nutricional a 38 familias de la comunidad Emberá katío, residente en la localidad Mártires, a la comunidad Wounaan de Ciudad Bolívar y algunas familias Tubu en La Candelaria.

La SDIS señaló que hay un gran reto de buscar mecanismos que permitan generar una atención integral y diferencial: “El distrito trabaja para que la Política Pública para indígenas en la ciudad que hoy se construye, sea una política de Estado y los gobiernos que lleguen la incluyan en sus Planes de desarrollo. Esta política debe ser una herramienta para garantizar los derechos indígenas.

Por su parte la delegada de infancia de SDIS llamó a pensar y construir una ciudad y un modelo para indígenas y/o grupos étnicos; que las construcciones estén pensadas para grupos étnicos y así desde la medicina, el arte, la literatura o cualquier disciplina o ciencia se piense en la diferencia. Señaló que la responsabilidad de atención a los desplazados no recae sólo sobre las instituciones del Distrito, sino también de la sociedad civil, de la academia y de todos quienes hacemos parte de esta ciudad y de la cual son parte también los indígenas y desplazados que llegan. Presentó su propuesta pedagógica desde la visión ancestral de las comunidades para garantizar su lengua y recrear su cultura; ya cuenta con seis jardines para niños indígenas.

Cultiba para concluir planteó que la sociedad capitalina debe comprender los desplazados, en este caso a los Emberá y no ellos comprender y acoplarse a la sociedad. “¿Cuál es el imaginario que los Emberá se hacen de la ciudad, cuál es su pensamiento, cuando caminan las calles y son invisibles a los ojos de la gente; cuando los miramos de reojo con los pies descalzos e invocamos pesar, abatimiento o penas?”