[ 07/17/2010] [ Fuente: Colectivo Minga de Pensamiento, Univalle ] [ Autor: Felipe Vidal Velasco]

(1790-1825)… ¿independencia?. Estamos a finales del siglo XVIII, las sociedades suramericanas se caracterizan por ser, como lo llama Foucault, sociedades de soberanía, las cuales tienen como objetivo y funciones el recaudar más que organizar la producción, decidir la muerte más que administrar la vida.

 

 

El territorio llamado hoy Colombia, era reconocido oficialmente por la corona española como Virreinato de la Nueva Granada. Durante esa época colonial se esclavizaron las personas negras traídas desde África, se presentaron procesos de aculturización de las civilizaciones americanas imponiéndoles una nueva manera de conocer el mundo denominada: religión Católica. El poder político estaba monopolizado exclusivamente por la monarquía española y algunos terratenientes propietarios de grandes extensiones de tierra y sólo existían relaciones comerciales locales, pues el comercio regional o internacional estaba prohibido.

Durante la última década de ese siglo se presentaron tensiones y conflictos de intereses (especialmente económicos) entre los colonos, quienes eran los gobernadores españoles del territorio granadino, y entre los criollos, quienes eran descendientes de españoles pero nacidos América. Unos años después, estos conflictos fueron la base de las motivaciones hispanoamericanas para iniciar el proceso de independencia de la Nueva Granada contra el Estado español.

El deseo de crear una nación solo surgió con el proceso de independencia, pues la época colonial no se preocupaba por ese fenómeno, ya que, su racionalidad monárquica se interesó exclusivamente en las “relaciones entre el centro político metropolitano y las periferias (o provincias)” 1.

Los Criollos

Inicialmente llamados “Patriciado Urbano”, la clase criolla nació con intereses agrarios y mercantiles y su poder se concentró en las ciudades, sin embargo, su monopolio se extendía en muchas direcciones como minas, transporte y comercio internacional.

Los criollos, o españoles nacidos en América, durante la mayor parte de la colonia habían sido incluidos en los cargos administrativos de las provincias, pero relegados a niveles inferiores, pues “las probabilidades de ascenso en la jerarquía de la administración virreinal eran escasas”2. Sin embargo, existían posibilidades de ascenso para los criollos instruidos, lo cual convirtió la educación en un símbolo de poder3; de esta manera, “educarse en uno de los colegios de Santa Fe, el San Bartolomé o Nuestra Señora del Rosario era la vía mas indicada para ascender socialmente”4 . Por lo anterior, entre los criollos se hizo necesario educarse aún más que los mismos españoles, en especial en la disciplina del derecho, ya que esta facilitaba el ingreso a los cargos del gobierno.

Un motivo que influyó en que se creara una elite criolla fue que las personas que accedían a la educación tenían que pasar por una prueba llamada “Pureza de Sangre”, la cual debía demostrar que el aspirante no tenía ancestros indios o negros, y que además su familia no practicaba actividades económicas innobles (artesanía o comercio en pequeña escala). No obstante las restricciones, entre los cargos oficiales hubo un aumento significativo de participación de los criollos; como las universidades también formaban sacerdotes criollos, entre los Dominicos,  Agustinos y otros grupos religiosos (desde el s. XVI) había una mayoría de españoles americanos ejerciendo como párrocos. Otros dos campos de gran influencia criolla fueron el militar y el económico, pues para el año 1800 los “militares criollos y españoles eran numéricamente iguales tanto en el total de los oficiales como en los cargos más altos”5. En cuanto al tema económico, los criollos se fortalecieron ingresando al comercio exterior, puesto que hacia la década del 1790 mantenían relaciones comerciales ilegales con Jamaica y otras islas del Caribe.

Durante la época en que la élite criolla ascendía gradualmente, por lo general, continuaba colaborando con los colonos españoles. Sin embargo, los tiempos de crisis de finales del s. XVIII generó hostilidad en estas relaciones, la cual se agudizó debido a los sentimientos emancipadores que se habían permeado desde Europa entre los criollos, y por lo cual se habían conformado “redes” entre las élites de las diferentes provincias del país, las que permitieron, hasta cierto punto, la coordinación del movimiento independentista.

Motivos y Actos de Sublevación

La reorientación social y laboral borbónica instaurada en la década de 1750 impedía a la élite criolla tener el monopolio del comercio transatlántico y amparaba a los mestizos para que pudieran “movilizarse socialmente” y estar en condiciones de igualdad frente a los criollos, lo cual fue motivo de resistencia por parte de los españoles americanos que bajo una racionalidad racista se oponían a ser igualados con la plebe.

Otra motivación importante que incidió en las sublevaciones anticoloniales de 1810 fue el efecto negativo, para las importaciones de los criollos, que originó las continuas guerras de España y Gran Bretaña. El comercio exterior se había triplicado entre 1802 y 1804, tiempo en que hubo paz en la Península Ibérica y se acogían las exportaciones neogranadinas fortaleciendo la economía y el pensamiento liberal en torno al comercio; sin embargo, la guerra resurgió impidiendo a la élite criolla mantener las relaciones comerciales y se comenzó a fomentar una ideología anticolonial.
Hacia 1809, se originó otra crisis de las relaciones entre colonos e hispanoamericanos debido a la falta de legitimidad de la autoridad española motivo de la derrota ante el ejército Francés en su propio territorio, ante esto, la élite criolla comenzaba a sublevarse contra la corona argumentando que ésta los mantenía en “condiciones de atraso económico y cultural, (que se) negaba a los habitantes de sus colonias el acceso a la ciencia moderna, (igualmente) el sistema español había obstruido el comercio y mediante monopolios y prohibiciones había negado la libertad de industrias”6.

Antonio Nariño (1811), en el diario La Bagatela, refiriéndose a las relaciones entre España y la Nueva Granada:
“era necesario que la España hubiese hecho oficios de madre, así como merecer el título de patria; creo yo que la España debería haber sido para los americanos, lo que América ha sido para los españoles. (…) Entre tanto que la tal madre, después de haberse mantenido a expensas de la hija, (…) ha tratado siempre como extraños a sus descendientes, y a sus hijos como esclavos. (…) Pero la bagatela influye mucho en la emancipación de unos pueblos que se forman por sí mismos, y de donde es preciso desterrar el lenguaje de la dependencia” (citado en: König, p. 206).

Lo anterior propendía hacia la desestabilización del régimen colonial y mantenía el debate en torno a los derechos que tenían tanto colonos como criollos para dominar el territorio neogranadino. Un ejemplo de esto lo ofrece el conocido “Memorial de Agravios” del criollo Camilo Torres, en el cual sienta la posición de que sólo los hispanoamericanos podían representar los intereses de los hispanoamericanos, ya que, los colonos que actualmente tenían cargos de gobernadores no se interesaban verdaderamente en los problemas americanos. “Por consiguiente, según Torres, era necesario no sólo aumentar la representación americana en España, sino crear también juntas autónomas en América, iguales a las peninsulares”7.

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