Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Nacional Constituyente en Ecuador. Al economista Alberto Acosta (Quito, 1948) se le considera uno de los ideólogos de la Revolución Ciudadana de Rafael Correa. Cofundador del partido del presidente, la Alianza PAIS, fue ministro de Energía y Minas entre enero y junio de 2007. Su distanciamiento de ciertas posiciones del Gobierno culminó en junio de 2008 con su dimisión como presidente de la Asamblea Nacional Constituyente. Actualmente es profesor e investigador en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

¿Cree que tras lo sucedido el jueves había un plan para derrocar al Gobierno o bien fue una simple rebelión?
Es difícil saberlo. A primera vista parecería que fue un motín de un grupo de policías y algunos soldados. Sin embargo hay algunos elementos adicionales para reflexionar: ¿dónde estuvieron los servicios de inteligencia o es que éstos también estaban complotados? Ayer [por el jueves] la Asamblea fue cerrada inicialmente por la policía. Luego los asambleístas (parlamentarios) oficialistas tuvieron problemas para ingresar. Mientras tanto, los asambleístas del partido Sociedad Patriótica del ex coronel Lucio Gutiérrez entraban y salían como Pedro en su casa.

¿Da crédito a la tesis de que la oposición, teledirigida por el ex presidente Gutiérrez, estuvo detrás?
Hay información que en los cuarteles en donde hubo la revuelta, no fue sólo en Quito, se registró la presencia de personal civil: ex militares y ex policias, justamente estas personas componen el grueso del partido de Lucio, que tiene una estructura militar. Es posible que grupos de la oposición hayan tratado de pescar en río revuelto, un río que ya estaba bastante revuelto por ellos mismos y por la prepotencia del régimen del presidente.

¿El Gobierno ha tratado de sacar partido a lo sucedido?
No acepto la tesis, que comienza a circular desde la derecha, de que todo ha sido montado por el Gobierno y que nunca hubo un golpe. Pero si creo que el Gobierno está aprovechando la situación, lo que no está mal. Lo triste sería que no aproveche para introducir correctivos y regresar a los orígenes del proceso revolucionario, sino que continúe por su actual derrotero derechizante.

¿Existe una deriva autoritaria en Ecuador?
Efectivamente. Hay otra explicación de lo sucedido en Quito el jueves 30 de septiembre: la prepotencia del régimen, que le comienza a pasar factura. El presidente y su Gobierno no saben dialogar. No respetan las posiciones contrarias. Muchas veces las atropellan. Imponen sus leyes, incluso sin respetar el criterio de los y las asambleístas de su propia bancada. Incluso han tomado decisiones políticas y aprobado leyes que están en contra de la Constitución del 2008, la que tanto apoyo el presidente Correa. Hay varios malestares simultáneos. Además de los policías y los militares, están descontentos los estudiantes y los maestros universitarios, los indígenas, los sindicalistas. Más allá de las críticas, lo que sí debe quedar claro es que hay que rechazar de plano cualquier intentona golpista. Venga de donde venga.

¿Esta insurreción muestra que subsisten sectores reaccionarios en las fuerzas de seguridad?
Sin la menor duda. La influencia de grupos como el de Gutiérrez siguen gravitando en la fuerza pública. No nos olvidemos que muchos oficiales fueron formados en escuelas militares de los EEUU y que algunas instancias de la policía, hasta hace muy poco, estaban controladas directamente desde la embajada de dicho país. Con esto no apoyo la tesis, que también circula ya, de que el imperio estaba detrás del golpe.

¿Cree que el presidente Correa podría aprovechar la situación para disolver la Asamblea?
Ojalá el presidente aproveche para rectificar. La crisis puede ser una gran oportunidad. El presidente sale fortalecido, en el corto plazo. Pero si margina la autocrítica y sigue con sus andanzas prepotentes de cerrar la puerta a la organizaciones sociales, de criminalizar la protesta de los sectores populares, me temo que este tipo de sacudones podrían repetirse. La historia le ha dado al presidente Correa, una vez más, la oportunidad de reencontrarse con los orígenes del proceso revolucionario, de rectificar. Ojalá lo entienda así.

Público.es
DIANE CAMBÓM