Nuestro pueblo ha existido desde los tiempos sin tiempos, la Madre Tierra nos ha dado la vida y todo cuanto necesitamos. También nos ha cuidado, pues somos sus hijos y como hijos protegemos a nuestra mamá. 

Así hemos vivido en paz y en armonía como pueblo +NKAL AWA con nuestros hermanos animales, nuestras hermanas plantas, ríos y quebradas.  Todo lo que nos rodea es nuestro territorio y es lo que le da sentido a nuestras vidas. Vivíamos felices pero todo ha cambiado, ya nada es o será igual que antes.

Desde hace aproximadamente 20 años comenzó a llegar gente extraña a nuestro territorio, a invadir y a arrasar miles de hectáreas de selva para implantar el monocultivo de palma africana. Todo esto sucedió en las zonas planas de los Resguardos ubicados en el municipio de Tumaco, departamento de Nariño, Colombia. Situación que motivó la creación de la UNIPA (Unidad Indígena del Pueblo Awá ), para unirnos y tratar de enfrentar el constante avance de la apropiación ilegal del territorio por parte de empresas transnacionales. Desafortunadamente ese sólo sería el inicio de todos los problemas que vendrían y que tenemos ahora.

Desde entonces comenzaron a llegar los grupos armados: la guerrilla de las FARC y el ELN, grupos paramilitares que se autodenominan “Águilas Negras”, “Los Rastrojos”, el Ejército, la Policía, la delincuencia común y narcotraficantes; desencadenando el conflicto que nos mantiene encerrados, que nos está matando, desplazando, desarraigando, que nos está extinguiendo. El territorio del Pueblo AWÁ se está usando como escondite y campo de batalla de los grupos armados.

Estos irrespetan las viviendas de los caseríos, derribando árboles para poder aterrizar sus helicópteros y aviones de fumigación; atemorizan a nuestros hermanos acusándolos de ser colaboradores de la guerrilla;  toman a su antojo nuestros alimentos y animales. Incluso en algunos casos ha existido intento o violación a las jóvenes de nuestra comunidad.  Casi siempre instalan sus campamentos dentro de nuestros caseríos colocando en riesgo la vida de sus habitantes que se ven expuestos al fuego cruzado. Muchos hermanos han muerto por balas perdidas durante los combates, y como si fuera poco, cuando se van somos acusados de ser cooperadores del Ejército por parte de la guerrilla.

El conflicto ha traído las masacres, desapariciones, desplazamiento y despoblamiento.  Ya no podemos realizar nuestras actividades de caza, pesca y recolección.  Jóvenes y niños ya no pueden jugar en la selva o bañarse en los ríos. Tampoco podemos hacer prácticas rituales espirituales en los sitios sagrados en el territorio, porque se encuentra minado. Muchos AWÁ han sido víctimas de estas armas explosivas, siendo lesionados, mutilados y asesinados hasta nuestros mayores.  Las fumigaciones de la coca con glifosato nos impiden salir de nuestras viviendas, causan enfermedades y alergias. El glifosato cae sobre nuestras siembras, dejando al pueblo con hambre  y provocando la desnutrición, sobre todo en los hermanos que viven en asentamientos de difícil acceso y donde no existe medios de comunicación.

El Ejército nos asedia en los caminos y han asesinado a miembros de nuestra comunidad haciéndolos pasar por guerrilleros, porque para éstos todo indio que use botas de caucho es guerrillero. Muchos indígenas han sido asesinados así y presentados en el Batallón de Ipiales como resultado de operaciones militares, es decir, víctimas de los falsos positivos. Los asesinos no entregan los cadáveres para darle sepultura y en algunas ocasiones los cambian. De la misma forma, la Policía acusa de ser terroristas a quienes sólo hablan nuestra lengua, y por eso los golpean,  los torturan, los desaparecen y hasta encarcelan.  Varios han sido condenados injustamente por los montajes que ellos realizan para acusarlos de rebelión, aprovechándose de que no saben hablar español y que no tienen quien los defienda.  Los paramilitares mandan panfletos, correos electrónicos y mensajes de texto a la organización, amenazando a los líderes y a sus hijos. Últimamente han llegado cartas con sello de las ÁGUILAS NEGRAS o de RASTROJOS donde se declara al Pueblo AWÁ y a sus líderes como objetivo militar. La guerrilla de las FARC también se lleva y desaparece a muchos compañeros. Nunca los devuelven ni dan razón de ellos, nunca nos enteramos si los mataron ni del lugar donde los tienen. Es muy importante que se informe y se conozca que la comunidad descubrió que la guerrilla tiene el manejo de la explotación de la madera en zonas limítrofes con el Ecuador.

Todos estos grupos combaten por el control de nuestro territorio, irrespetando las autoridades propias e instalando la fuerza y la violencia como forma de ahuyentar a la comunidad. Los enfrentamientos entre actores armados obedecen a la posesión y al dominio de lugares estratégicos para usarlos como corredores o bases militares.  Al mismo tiempo entran empresas a extraer el oro,  y a explorar otros bienes comunes en el territorio. Creemos que ese es el verdadero motivo de la agresión sistemática de la que somos víctimas. Estas empresas operan con total poder para robar el oro y contaminar los ríos, desde la clandestinidad y sin ningún permiso o consulta con nuestra comunidad. Tampoco se sabe si tienen algún permiso o control del Gobierno, pues nadie conoce qué empresas son o quiénes las manejan. Lo que sí sabemos es que ellos son los responsables de robar, de intentar comprar o sobornar, y de intimidar por medio de los paramilitares a nuestro pueblo.

La Madre Tierra está siendo violentada y sufre igual que nosotros, personas extrañas rompen el oleoducto que pasa por los Resguardos del Municipio de Tumaco, provocando el derramamiento de residuos que  caen a los ríos que recorren el territorio AWÁ. Contaminando las aguas, matando los peces y las plantas. La naturaleza sufre el impacto de la contaminación por el uso de los pesticidas  y de los insumos químicos utilizados en la extracción del oro, y la producción de cocaína.

Nuestro pueblo está siendo asesinado ante los ojos de los demás hermanos indígenas de Colombia y del continente. La masacre de Tortugaña ocurrió el 4 de Febrero de 2009, allí fueron asesinados 8 hermanos AWÁ, dos eran mujeres y una de ellas se encontraba embarazada. Ella tenía siete meses de embarazo cuando le rompieron el vientre y los asesinos jugaron con el feto del niño. Eso manifestaron quienes vieron y pudieron escapar a la barbarie. Todos fueron torturados y aun están desaparecidos 4 hermanos. La guerrilla de las FARC – EP, reconocieron ante la comunidad ser los autores de estos crímenes.

A raíz de esta masacre se hizo una Minga Humanitaria y de  acompañamiento de todos los pueblos y organizaciones Indígenas, ONG’s, sectores sociales y de parte del Estado como la Defensoría del Pueblo. Pero la situación no ha cambiado, por el contrario, se empeora cada día más porque días después de la Minga un miembro de la comunidad murió al pisar una mina antipersonal y sus hijos pequeños resultaron heridos. En agosto del mismo año masacraron a 12 hermanos AWÁ, 7 de ellos eran niños, uno de ellos tan solo tenía 6 meses de nacido. No se sabe a ciencia cierta quienes fueron los autores, de este hecho ocurrido en la comunidad de Calvi Rosario, que pertenece al resguardo del Gran Rosario en el municipio de Tumaco.

Después de eso y hasta la fecha se cree que han sido asesinados entre 10 y 25 hermanos, estos asesinatos han sido realizados de forma selectiva. En algunos casos han sido perpetrados por la guerrilla, pero también  se ha podido comprobar la conexión del Ejército en estos hechos así como de su conexión con los grupos paramilitares, que se autodenominan AGUILAS NEGRAS y RASTROJOS, ya que ellos siempre operan en los mismos territorios. Las consecuencias de todo este accionar son catastróficas para nuestro pueblo.

En tiempos pasados no había apoyo ni presencia del Estado y tampoco existían todos estos actores y problemas dentro  del territorio AWÁ, había necesidades pero vivíamos en armonía entre nosotros y con nuestra Madre  Naturaleza.  Ahora se perdió la gobernabilidad y la convivencia, somos víctimas de la codicia y de la violencia del Gobierno: de sus modelos económicos, sus políticas y su leyes, de las multinacionales, de los grupos armados y de los narcotraficantes que sólo nos generan desarraigo físico, cultural y territorial. Nos sentimos solos y ya no sabemos cómo afrontar estas situaciones, el terror y el miedo se han apoderado de nosotros. Todo esto ha llevado a que niños y jóvenes pierdan la educación tradicional propia del pueblo AWÁ, siempre guiada por nuestros mayores, perdiendo su identidad y su relación armónica con la Madre Tierra y el territorio.

Los jóvenes y niños se ven obligados a desplazarse a los pueblos y a las ciudades donde sólo les espera desnutrición, enfermedades y vicios de la cultura occidental. Ellos se alejan así de sus propios valores y costumbres. Todas las relaciones familiares, comunitarias y organizacionales se han debilitado y fragmentado; el diálogo se hace imposible entre nosotros por el temor y la confusión que generan todas esas presiones, afectando la unidad y el trabajo comunitario. En estas circunstancias es muy difícil realizar espacios de encuentro para desarrollar propuestas de luchar contra estas agresiones y no desaparecer. Lo más grave es que nuestros mayores ya no pueden  realizar los ritos y ser los guías espirituales de nuestro pueblo. Ya no pueden visitar los sitios sagrados para pedir a la Madre Tierra protección y ayuda para nuestro pueblo, impidiendo así que la medicina tradicional actué para recuperar la unidad y la armonía física y espiritual.

Este es un panorama general de las grandes problemáticas y del acontecer que vive el pueblo AWÁ, por eso hoy en el marco de la Cumbre Continental de Comunicación Indígena, compartimos nuestras preocupaciones y el sentir desde el temor a desaparecer.  Hemos hecho denuncias ante diferentes  entidades e instancias del Estado,  que piensan que pedimos caridad o dinero, por eso nos “ayudan” con enlatados, pero no ayudan a dar soluciones políticas a nuestras problemáticas. Hoy desde la Cumbre hacemos un llamado a la unidad para luchar y para resistir, porque solos no podemos. Pedimos de ustedes solidaridad  y  acompañamiento constante, real,  efectivo y de acción, no sólo de palabra, con documentos o donaciones. Si este espacio de encuentro no se pronuncia ante nuestra situación, entonces todos estamos en peligro porque si la comunicación no es para defender nuestra vida, dignidad, cultura, espíritu y nuestro territorio, la Madre Tierra, ¿entonces para qué es? …

Unámonos hermanos para que no desaparezcan nuestros pueblos, hoy somos nosotros a quienes nos quieren desaparecer, mañana pueden ser ustedes. Podemos pedir apoyo a todas las personas, comunidades, pueblos y organizaciones a nivel continental y mundial que crean y quieran un mundo para todos los pueblos. Nuestro Pueblo AWÁ quiere permanecer en el ahora y el futuro para compartir con ustedes toda la maravillosa esencia que tenemos desde tiempos ancestrales, queremos trascender no desaparecer, con sus manos  y espíritus unidos pueden ayudarnos.

PUEBLO AWA