La Reserva Federal de Estados Unidos, FED, emitió entre 2008 y 2010 más de dos millones de millones de dólares. Para restablecer los circuitos de circulación del dinero adquirió títulos hipotecarios “basura”, bonos del Tesoro en manos del mercado de capitales y otros valores, con lo cual ha creado excedentes de liquidez.

 

¿Para dónde corre este dinero? Las condiciones monetarias en Estados Unidos, por el bajo valor, a veces negativo, de la tasa de interés y por la inestabilidad de la recuperación, no garantizan inversiones rentables, ni nuevas burbujas, inmobiliarias o de empresas de Internet como otrora, y han impelido a buscar mercados emergentes donde hacer agostos. La crisis europea acentuó dicha tendencia, habiendo enormes sumas varadas en los paraísos fiscales.

Las valorizaciones bursátiles en dólares en 2010 fueron inverosímiles. En Mongolia, donde cotizan empresas mineras, con explotaciones en el desierto del Gobi para surtir a China, fueron del 405,8%. En otras, como Sri Lanka del 128%; en Argentina del 82%; en Tailandia del 70%; en Ucrania del 68%; en Estonia del 65%; en Indonesia del 50,2%; en Colombia del 48,4%; en Chile del 39,8% y en Turquía del 34,6%. Según el índice MSCI, los activos bursátiles, principalmente las acciones empresariales, aumentaron en todo el mundo el 7,42%, mientras en los emergentes crecieron el 13,08%, viniendo, una parte del incremento, de la revaluación de las monedas nativas a las que se convierten los dólares importados. Este es un fenómeno global.

El capital financiero, resultado de la fusión entre el capital bancario y el industrial, lo baña todo, impactando también las cotizaciones de productos primarios transados en las bolsas de valores. Siete de los diez fondos más gananciosos en Inglaterra invierten en oro y el promedio de sus valorizaciones fue 66,92%; igual ocurre con los hidrocarburos y con el café. Los alimentos básicos nuevamente son filón para los especuladores y su índice de precios se disparó a récords históricos, afectando a los países importadores de cereales y oleaginosas como Colombia. Esa es razón principal de la carestía, más que el invierno. La política económica en los países emergentes se orienta a facilitar esa avalancha de dólares, a desaguarla asegurándoles máximas tasas de ganancia, a la Confianza Inversionista. Las leyes fiscales de Santos y Echeverry, que descartan cualquier control al ingreso de capitales foráneos, apuntan hacia allí. Grupos económicos, como AVAL o GEA, intermedian tales maniobras y traen dólares, prestados o mediante bonos emitidos en Wall Street, para aplicarlos aquí jugosamente. Colombia y demás naciones emergentes ratifican el papel actual de los estados pequeños: “Ser eslabones en la cadena de operaciones del capital financiero mundial”. Son colonias y sus serviles gobernantes son los regentes.

 

Aurelio Suárez Montoya

Moir