El gobierno colombiano desde el año pasado anunció la visita del vicepresidente Angelino Garzón, a Washington para presionar la aprobación del TLC y la prórroga del ATPDEA. El gobierno de Santos pretender convencer al gobierno de EEUU de que como el TLC beneficia a ese país, al no ratificarlo pierde una magnífica oportunidad de negocios.

El viaje de Garzón –que incluyó una nutrida delegación y reuniones de alto nivel, inclusive con el vicepresidente Joe Biden y la secretaria de Estado Hilary Clinton, había sido largamente anunciado, dentro de la estrategia gubernamental de usar la figura de Angelino para debilitar la oposición de los sindicatos y organizaciones de derechos humanos de EEUU al TLC. El exvicepresidente Francisco Santos le recomendó a Garzón “aliste las rodilleras porque allá lo van a maltratar” y añadió “obviamente yo tengo peladas las rodillas”.

Finalmente, el viaje se efectuó la última semana de enero y a pesar del triste papel que significó visitar a la potencia del norte para defender los intereses de Estados Unidos y no los de Colombia, la respuesta gringa fue básicamente un nuevo portazo en la cara. Las organizaciones de derechos humanos y laborales denunciaron que la situación en este campo sigue siendo lamentable y que predomina la impunidad. El más reciente informe de Human Rights Watch ratificó que Colombia es el país más peligroso del mundo para el ejercicio de la libertad sindical por lo que recomendó no ratificar el TLC. También se escucharon denuncias sobre la previsible ruina de la pequeña y mediana producción campesina, que terminaría optando por los cultivos ilícitos, a raíz de la implementación del TLC.

Para completar los infortunios de Angelino, el presidente Obama en su discurso sobre el estado de la unión, prácticamente cuestionó que el TLC beneficiara a trabajadoras y trabajadores estadounidenses y promoviera empleos en Estados Unidos, e insinuó que eso sólo era posible haciéndoles modificaciones a los tratados con Panamá y Colombia. La forma cómo abordó este tema, ligado al problema del empleo en Estados Unidos, evidencian que su preocupación va más allá de la situación de derechos humanos en el país, y se refiere al texto mismo del tratado. Esto fue ratificado por Hilary Clinton quien en rueda de prensa con Garzón dijo que el TLC será enviado al Congreso “Cuando tengamos un texto acordado…. No está todavía en la forma de acuerdo que hemos estado discutiendo con nuestra contraparte colombiana”. La reacción del partido republicano y de los defensores del TLC en Colombia, prueban que el mensaje de Obama fue que el TLC seguirá congelado. Los republicanos se quejaron de que Obama no anunció un cronograma para su aprobación y la prensa tomó nota de que anunció visitas a El Salvador, Brasil y Chile e ignoró a Colombia, aliada estratégica de Washington, según el gobierno colombiano

Dado que Washington está dando prioridad al TLC con Corea, es previsible que en este semestre no se tramite el de Colombia, por maltratadas que queden las rodillas de Angelino. Sin embargo, el gobierno de Santos está haciendo una ofensiva para la ratificación del los tratados que firmó Uribe y el movimiento popular debe estar alerta sobre ellos.

 

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