En una mañana bastante fría, como casi todas las mañanas en la vereda la Aurora, tres personas conversan junto al fuego, para calentarse un poquito. Una olla tiznada está puesta sobre el fogón. La casa es humilde, igual que la familia que la habita. Está hecha de paredes de bahareque y se siente entrar el frío por todas partes porque ya las paredes están quedando sin barro al irse cayendo poco a poco sobre el piso de tierra.

Es la casa de Antonio Quitumbo, un gran luchador de 68 años de edad de la vereda la Aurora, resguardo de Munchique los Tigres, quien nos cuenta que la primera lucha por la liberación de la Madre Tierra en esta comunidad fue en la finca de Ricardo Prieto, viejito y solo, pero con mucha tierra, robada a nuestro abuelos. Desde entonces iniciaron la recuperación pero antes de recuperar, Ricardo Prieto le vendió las tierras a un señor de la vereda El Turco llamado Arturo Medina, quien puso más resistencia pero lograron recuperar la finca.

Era una finca grande con mucha cabuya y la comunidad entraba a cortarla. Tanta que colocaban hasta dos motores para desfibrar la cabuya. En eso llegaba el ejército, cogía a los líderes y se los llevaba para la cárcel. Cuando el ejército se iba la comunidad continuaba trabajando, hasta de noche. No había libertad, por eso las reuniones las hacían lejos de las casas, en las orillas de los riachuelos y en horas de la noche para planear la recuperación de las tierras. La forma de  comunicación era  a través del tambor, el cuete, el humo, el cacho (cuerno del toro) para que la gente se reuniera. Durante las reuniones nocturnas los perritos se quedaban en la casa. Si un horizonte de perros ladraba lejos del río significaba que había peligro.

Como Antonio, muchos mayores y mayoras lucharon por la recuperación en distintas partes del Cauca. Lucharon y alcanzaron. Recuperaron la tierra pensando no solo en la tierra como tal sino para que desde allí sea liberado todo lo que en ella existe, como el agua, el aire, los espíritus de la misma naturaleza que habitan dentro de ella. Compañeros de viaje. Recuperaron la tierra para sembrar el frijol, la yuca, el plátano, el café… y dar de comer a la familia. Tratar a la tierra como debe ser.

Después de años de recuperar, hacer sus ranchitos, tener sus cultivos  ver crecer a sus hijos, hoy, los mayores que nos hicieron saborear la libertad, enfrentan, y con ellos todos y todas, una situación parecida a la de aquellos años pero con nuevos terratenientes.

En aquel tiempo el ejército y la policía atacaban a la comunidad. Una vez, en el año de 1935, había una fiesta en la vereda El Trapiche, Jambaló, donde estaban organizando la lucha por la tierra a través de las ligas campesinas. Llegó la policía disparando y tiró las canoas de chicha por el suelo. Las mujeres les echaron agua caliente. La policía mató a Lorenzo Quiguanás, líder de aquellos tiempos. Ahora hay ejército, policía, esmad y paramilitares, brazos armados para despojarnos nuevamente  de las  tierras, y entregarlas a nuevos patrones, terratenientes a escala mundial.

Aunque en últimas no importa si ya no nos sacan del territorio. Si conquistan el territorio de la conciencia vamos a vivir aquí mismo pero nuestro cuerpo, nuestra conciencia y nuestra tierra van a estar al servicio de los nuevos amos del mundo. Don Antonio en su conversación se acordaba de lo que le había dicho su padre cuando él era joven: “más después no serán los terratenientes que estarán por aquí, serán otros y ellos acabarán con todo”.

A pesar de recuperar la tierra hay muchas necesidades todavía. Ahora incluso falta tierra. Y si hay muchas necesidades es porque el indio come y gana con lo que siembra mas no se interesa por cortar la vena de nuestra Madre Tierra. Las  empresas no se interesan por cuidarlas sino por chuparle la sangre. No les interesa la tierra, ellos buscan sino engordar sus bolsillos.

La mayoría de las empresas con o sin permiso van entrando a los territorios para hacer la explotación, como pasó en el río Mondomo, jurisdicción de las  autoridades de Caldono y autoridades tradicionales de Canoas y  Munchique, municipio de Santander de Quilichao, cosa que hizo movilizar el 25 de marzo de 2011 a las comunidades hasta el sitio donde estaban realizando la minería ilegal. Ilegal no tanto en el sentido de que no tengan un papel con sellos, que no lo tienen. Ilegal en el sentido que alteran el equilibrio de la naturaleza y la destruyen.

En otros países ocurre lo mismo: la desapropiación del territorio por las grandes empresas mineras, como sucede  con los pueblos indígenas de Guatemala, que sus territorios son crecientemente invadidos por empresas extractivas y megaproyectos de infraestructura.

Mientras salen las gigantescas maquinas mineras del Rio Mondomo, en Cajamarca piden una consulta popular conforme a los artículos 79, 103 y 105 de la Constitución para definir la explotación minera en La Colosa.

“Mi papá tenía razón” nos dijo don Antonio hablando de la minería en el río Mondomo, y de todo lo que viene ocurriendo, “acabarán con todo”.

Entonces nos queda una doble lucha: resistir para que, nuestro cuerpo, nuestra conciencia y nuestra tierra, no sean territorios al servicio de los nuevos patrones del mundo. O sea no entregarnos. Y, al tiempo, juntar las fuerzas, juntar las conciencias y juntar los territorios para ponerlos al servicio de la libertad y de la vida, no como una utopía, sino como una tarea que debemos iniciar desde hoy mismo.

Don Antonio ya no ve porque lo cogió la catarata y lo dejó ciego. Desde hace más de tres años no ve pero, dice, “sueño tener libertad no sólo para la familia sino para todos” y sonríe como con la esperanza que sí se puede lograr. Mientras tanto en la olla tiznada hirvió el agua para el café, poca porque estaban sino él y un hijo. Pero el indígena acostumbra cocinar un poco más por si llega alguna visita.

Tejido de Comunicación de la ACIN

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La flamme que nous ne pouvons pas laisser s’éteindre

Traducido al francés por Camille Apostolo

Nous assumons comme nécessaire que tout se convertisse en marchandise. La terre, les ressources et jusqu’à la vie ont maintenant un prix. On dirait que nous nous habituons au triste spectacle de la consommation, et, encore pire, que nous nous habituons à la mort. Nos territoires, qui avant jouissaient de la tranquillité et du respect à la vie, aujourd’hui pâtissent de l’absurdité de la terreur, de l’oubli et de l’injustice. La mort d’Efraín Velasco Valencia, garde indigène de la Concepción, de Diego Gutiérrez, Jhon Jander Soto et son frère, jeunes assassinés le week-end dernier à Corinto, le confirment. On croirait que ces faits concerneraient seulement leurs familles. Pour d’autres, ces actions se résument à un nécessaire et simple réglement de comptes et, pour les autorités judiciaires, leurs morts ne représentent qu’un chiffre de plus, qui s’incorpore aux froides statistiques qui augmentent chaque jour.

Si l’on ouvre les yeux, on se retrouve face à nos gouvernements, aux ordres et au service des multinationales, permissifs et promoteurs de lois qui favorisent un groupe de cupides. Ceux-là même, qui à la vague de mort qui s’abat sur le territoire répondent avec encore plus de terreur, envoient au Cauca quatre bataillons qui proviennent d’autres régions du pays afin de poursuivre avec les déplacements de population qui leur permettent de se rendre maître des terres. Ceci est ce qu’ils veulent et ce qu’ils sont en train de réussir. Ils justifient ainsi la proposition de créer un centre d’opérations permanent de l’Armée dans la commune de Caldono, qui aurait également le soutien de la Force Aérienne, comme si les balles des uns nous défendraient des balles des autres.

Par ailleurs, les politiques privatisant chaque fois plus les ressources et les services publiques se poursuivent. Aujourd’hui, nous, Colombiens, affrontons avec une relative passivité une nouvelle augmentation des prix des combustibles basiques, particulièrement pour les véhicules essence et diesel. Tous les deux mois augmente le prix du combustible fabriqué à partir de la canne à sucre et de la palme africaine, cultivées sur les territoires qui avant produisaient des produits d’alimentation. Ce même combustible (l’un des plus chers du monde), est produit par les grands magnats actionnaires d’Agro Ingreso Seguro, qui jouissent d’effrontées exemptions d’impôts.

Devant cette réalité on pourrait croire que l’unique chemin serait de rendre notre dignité, en acceptant les restes et les aumônes que voudraient nous jeter ceux qui nous oppriment. Au milieu de la frustration et de la nostalgie nous essayons de nous adapter aux nouvelles exigences que nous impose le développement : projets, accords et conventions au service de ceux qui nous envoient à la mort.

Cependant, face aux abus réitérés et aux injustices, l’espérance croît comme une graine d’inspiration. A Paris, un groupe d’étudiants colombiens, indignés et décidés à dévoiler la véritable trajectoire de l’ex-président Uribe, ont refusé sa présence à l’Ecole Nationale d’Ingénieurs de Metz. Ils savent très bien que l’ex élu cherche à épurer son image de tous les abus et violations des Droits de l’Homme commis en Colombie.

Il a également été rendu public que la commission d’accusation demande une investigation sur la responsabilité de l’ex-président Uribe pour sa responsabilité dans le scandale des systèmes d’écoute mis en place par le DAS (service secret). Pendant ce temps, l’ex-président de la sécurité démocratique, comme mesure désespérée, répond avec une plainte envers le Prix Nobel de la Paix Adolfo Pérez Esquivel pour l’accusation proférée de lien avec les paramilitaires.

Aussi, cette semaine, les laitiers ont manifesté dignement pour dire au président Santos qu’ils ne veulent pas du Traité de Libre Commerce et son modèle de spoliation qu’il représente. Les transporteurs ont envoyé leur message de refus des politiques de privatisation d’un gouvernement qui bénéficient au capital transnational. La conscience trouve son espace et surgit des bases. Il est de notre devoir de suivre cet exemple et inventer les stratégies qui nous permettent d’affronter de manière éthique les défis d’un système qui nous piège avec des tromperies et de fausses promesses.

En Tunisie, la flamme d’un jeune qui a donné sa vie en s’immolant, en symbole de l’oppression et de la recherche de la liberté, a traversé les frontières. Cette flamme qui allume les cœurs du monde et qui inspire les luttes populaires est en train de se consolider avec de plus en plus de force. Aussi quand les gouvernements de nombreux pays commencent à trembler face à la voix rebelle de ses peuples, d’autres gouvernements se préparent à affronter avec encore plus de terreur les rebellions populaires. C’est pour cela qu’il est nécessaire de chercher l’unité pour affronter une fois pour toutes ceux qui se croient les maîtres de la vie. C’est seulement en se considérant comme une lutte unie que nous pouvons réussir. En soutenant les laitiers dans leur lutte, les transporteurs dans leurs demandes ou les étudiants avec leurs exigences justes, nous maintiendrons la flamme qui défend la vie de tous les peuples, cette flamme que nous ne pouvons pas laisser s’éteindre.

Tejido de Comunicación de la ACIN