Redes sociales, blogs, cuentas de correo electrónico…Nos conectamos a Internet y empleamos la multitud de servicios y dispositivos que la red de redes nos ofrece. Pero…podemos estar incurriendo en un ataque hacia nuestra privacidad, muchas veces de forma inconsciente, e incluso indirecta e involuntaria, revelando toda clase de información personal.
Arthur Vandelay
Antes de la aparición de las redes sociales las actividades por Internet abarcaban un rango limitado que podía ir desde “inocentes” comentarios en foros a la realización de registros en páginas web de todo tipo, compras por Internet o transacciones bancarias, entre otras muchas. Al respecto cualquier usuario de Internet debería saber a estas alturas que la información enviada por la red pasa por docenas de ordenadores antes de llegar a su destino final. E incluso que la actividad más “privada” en apariencia puede llegar a resultar de dominio público.
Es de esta forma en que la mayoría de los datos que fluyen por Internet pueden quedar archivados, ya sean mensajes en foros o incluso las consultas de archivos, páginas y sitios web. De hecho, los proveedores de internet y los operadores de sitios tienen la capacidad de recopilar toda esa información. Pero el auge de las redes sociales ha revolucionado este panorama y ha incrementado esa exposición pública. Si antes bien revelábamos datos personales de forma inconsciente, ahora este caudal ha aumentado con nuestro propio beneplácito y ha adquirido una connotación absolutamente deliberada, lo cual a su vez ha generado un aumento en la preocupación de los internautas por su privacidad.
Facebook, la red social más grande del mundo, cuenta actualmente con alrededor de 600 millones de usuarios repartidos por todo el mundo. Gracias a las redes sociales todos los días millones de personas interconectadas a lo largo y ancho del planeta, reciben felicitaciones de cumpleaños de gente prácticamente desconocida, comentan el estado de otros perfiles, así como sus variados y excéntricos gustos personales o las últimas fotos colgadas por ellos mismos o por sus amigos, en muchos casos sin ni siquiera su consentimiento.
Antes de la aparición de estas redes sociales los límites en el ciberespacio entre lo público y lo privado se encontraban desdibujados y los expertos advertían de que Internet no era un lugar propicio para salvaguardar la privacidad.
Pensábamos, entonces, que navegábamos de forma segura y anónima, pero sitios como Facebook han invertido peligrosamente ese imaginario colectivo, multiplicando la exposición de datos personales a través de Internet. Además de las redes sociales, otros servicios como el espacio de microblgging Twitter con unos 200 millones de usuarios o el sitio web para compartir fotografías Flickr, entre otros, contienen una cantidad incontrolable de datos personales.
Experimentando con la privacidad
Esas pequeñas pistas reveladoras de nuestra personalidad almacenadas en Internet, aún más en la actualidad a través de los perfiles de las redes sociales, y aparentemente inofensivas, pueden llegar a ser utilizadas para reconstruir la identidad de una persona. Por ejemplo, un experimento del año 2010 realizado por una clase del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés) consiguió predecir la condición sexual de miles de estudiantes gracias al análisis de información expuesta en 4.000 perfiles. Los datos se recopilaron tanto a través de los perfiles de las personas analizadas como de sus amigos en la red.
En las redes sociales, la gente puede aumentar sus barreras para salvaguardar su privacidad adoptando controles sobre la información que desea dar en sus perfiles personales. Aún así, los expertos señalan que en pocas ocasiones son suficientes para proteger la privacidad en el enredado mundo de Internet.
Tal como lo demostró el experimento mencionado, aunque una persona ni siquiera tenga un perfil propio o (en el caso de tenerlo) ni siquiera revele información personal, otras personas sí pueden hacerlo por ella a través de fotos o referencias a sus estudios, trabajos, comentarios sobre gustos personales y otros aspectos de su vida. En este sentido, los patrones de comunicación social pueden revelar información sin que el propio afectado sea consciente de ello y de esta manera la privacidad deja de ser un problema individual para convertirse en un asunto del que millones de personas pueden participar.
Otro estudio ha puesto en evidencia el poder de la información en la red para identificar a personas a través de patrones sociales. Dos investigadores universitarios de EE.UU demostraron que examinando información suministrada por internet podían identificar a más del 30 por ciento de los usuarios de Twitter y de Flickr.
Y sin embargo en las informaciones analizadas no aparecían los datos identificativos como números de cuentas o direcciones de correos electrónicos. Pero uno de los experimentos más preocupantes tuvo lugar el pasado año por dos investigadores de la Universidad estadounidense de Carnagie Mellon.
Alessandro Acquisti y Ralph Gross publicaron en un artículo que gracias a su estudio pudieron predecir con precisión cuál era el número completo de afiliado a una obra social (nueve dígitos), del 8,5 por ciento de las personas nacidas en Estados Unidos entre 1989 y 2003, unas cinco millones de personas. Estos números de afiliación a obras sociales son muy apreciados para los ladrones de identidad porque pueden utilizarlos como identificadores, así como para autentificar transacciones bancarias, tarjetas de crédito y otro tipo de datos por el estilo.
Acquisti y Gross se valieron de información pública disponible en varios sitios de internet, entre las que se encontraban perfiles en redes sociales. En este sentido, una de las principales críticas a la más grande red social del mundo, Facebook, señala que el sitio trata de forzar a sus usuarios para que compartan mucha información sin alertarles de los riesgos que ello puede acarrear. Actualmente la red social sigue defendiendo que el “estado”, fotos y publicaciones puedan ser vistos por cualquier persona, así como su biografía, familia y relaciones. Además, defiende que los “amigos de los amigos” de los usuarios – amigo sin conexión directa con el usuario- puedan ver vídeos y fotos en donde éstos sean etiquetados.
Desde finales del pasado mes de febrero la empresa comenzó a trabajar en una nueva política de privacidad, y uno de sus principales objetivos es que los usuarios asimilen más fácilmente estos conceptos. Otra de las críticas hacia la red social es su “reticencia” a que los usuarios se den de baja.
Existen dos opciones para salirse de Facebook. Por un lado el usuario puede desactivar su cuenta con lo cual desaparece de la vista pública. Sin embargo sus datos, la cuenta en sí misma, siguen allí, pues puede ser reactivada. Por otro lado, se puede borrar la cuenta para abandonar definitivamente la red social. Pero esto bien puede ocurrir hasta en seis meses, tiempo en el cual la información permanece en el sistema.
La principal preocupación por la privacidad de los usuarios deviene de la desregularización de los nuevos límites para el manejo y la recolección y extracción de datos. De todas maneras, aunque los reglamentos para proteger la privacidad de los usuarios de Internet se encuentren desacompasados respecto a la velocidad de la tecnología y de los nuevos servicios y aplicaciones de Internet, no debe impedir que los usuarios estemos alerta ante los posibles ataques a nuestra privacidad.
Mientras esas regulaciones se intentan acoplar al constante movimiento de Internet, sólo cabe seguir los consejos de los expertos en materia de privacidad: Navegar por la red teniendo siempre presente que podemos ser observados al igual que si estuviésemos en la calle.
http://www.theprisma.co.uk/es/2011/04/18/redes-sociales-atrapados-sin-salida/
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