Aurelio Suárez, el candidato del Polo a la Alcaldía de Bogotá, es un auténtico militante de izquierda. Aunque había decidido lanzarse para el Concejo de Bogotá, terminó siendo escogido por su partido como candidato para la Alcaldía.

 

Es un reto difícil dada la mala imagen con que queda el partido después de la cuestionada administración de Samuel Moreno y teniendo en cuenta que Suárez, como los demás directivos del Polo, lo defendieron hasta que ya era insostenible. Por todo esto y porque poca gente lo conoce, a Suárez no le quedará fácil ganar la Alcaldía. Pero su entrada a la contienda asegura que habrá un punto de vista totalmente diferente en toda la discusión sobre Bogotá, qué él, por lo demás, conoce muy bien. Esta es su visión para la capital.

Por qué cambió la opción de lanzarse al Concejo que era bastante cierta por la incertidumbre de la Alcaldía de Bogotá?

Yo soy un hombre de partido, un polista. Y si el partido creyó que lo debía representar, le prestaré un servicio a la izquierda democrática sin miramientos y sin hacer interventarios.

¿Dará una pelea heróica pero perdida?

Yo creo que hay una serie de fortalezas muy importantes. Lo primero es que el Polo es un partido fuerte en Bogotá, con tres representantes a la Cámara, diez concejales, 50 ediles, fuerzas sindicales y sociales. Es un partido que adicionalmente tiene una alcaldesa encargada que lo está haciendo muy bien y que va a cumplir con la tarea que el Polo se trazó de entregar una ciudad en orden. No es una pelea perdida.

Pero, además, a medida que la campaña empezó a evolucionar, vemos un centro muy congestionado y los candidatos que hacemos campaña por los laterales vamos con la pista mucho mas despejada.

Pero está compartiendo esa lateral con Gustavo Petro

Yo veo al candidato de Progresistas en el centro con los demás, con excepción de Peñalosa, que va por la lateral derecha. La candidatura nuestra es distinta a las demás.

¿En qué sentido?

Nuestro programa propende por medidas que puedan contrarrestar los efectos de políticas nacionales.

La primera son los Tratados de Libre Comercio. En las evaluaciones oficiales, Bogotá puede exportar 62 productos gracias al TLC. Y, sin embargo, son más de 850 productos que Bogotá elabora que se verán amenazados por el TLC. Y eso que no hablamos del Tratado de Libre Comercio con Corea, que es un tiro de gracia a la industria automotriz y al encadenamiento del sector autopartes. Me preocupa que haya candidatos que no avizoren esto.

El otro punto es la sostenibildiad fiscal. La reforma que elevó a criterio constitucional la sostenibilidad fiscal es en la práctica una reforma al Sistema General de Participaciones. La política no es incrementar los ingresos porque este año va a haber exenciones por 10 billones, sino cuadrar ese gasto con menor gasto social. ¿Qué otra ciudad puede salir más afectada que Bogotá con 8 millones de habitantes y 100 mil nuevos habitantes anuales?

Pero lo de la sostenibilidad fiscal quedó como criterio y no como obligación.

Esos criterios con personas como Juan Carlos Echeverry se vuelven obligaciones.

¿Cómo piensa contrarrestar esas políticas durante su Alcaldía si es elegido?

En el caso de los TLC, acogí en mi programa los puntos de la Coalición por la Industria que está liderando la exministra Marta Lucía Ramírez. Y por supuesto, también acogeré los criterios de trabajo digno porque estos TLC nos van a generar más informalidad laboral.

En el caso de la sostenibilidad fiscal, hay que dar un salto adelante en la política social que el Polo ha generado. Consiste, en primer lugar, en llevar a plenitud la política de gratuidad en la educación desde preescolar hasta básica y media. No pensión, no matrícula, transporte, refrigerio alimentario y vamos a agregar textos y uniforme. Como en Brasil. Que nadie se quede sin estudiar por razones económicas.

En salud, nos hemos propuesto una meta: demostrar desde Bogotá que otro modelo de salud es posible. A partir de las instituciones distritales que tenemos, montar un sistema de pago que no extraiga rentas de la salud. Un sistema que no construya con plata de la salud campos de golf, ni vuelva a los hijos cantantes. Que realmente garantice la salud como como un derecho.

¿Piensa acabar el aseguramiento privado de la salud en Bogotá?

Ya tenemos una EPS distrital, hay que volverla ciento por ciento estatal, y que pague clínicas públicas y privadas. Los pagadores únicos ya existen. Será una EPS sin utilidades. La fortaleceremos vinculando un grupo contributivo muy importante que es el magisterio. Los cubre a todos.

¿O sea que los maestros no tendrían la opción de escoger su propia EPS?

Vamos a pelear el mercado. Con este sistema vamos a ganar en el mercado porque podemos tener mucha mejor atención, sobre la base de un modelo integral, todo el modelo es un paquete.

Usted también ha hablado de garantizar la seguridad alimentaria de Bogotá.

Hay una crisis alimentaria en ciernes en todo el mundo. Y los países que son importadores netos de cereales van a sufrir en gran medida. Vamos a empezar a desarrollar, en alianza con los municipios que nos alimentan, unos acuerdos con gremios de la producción para que produzcamos arroz, maíz, trigo y cebada y programas alimentarios que no solo se dediquen a distribuir el subsidio alimentario, sino que a partir de este programa se puedan encadenar con un programa nacional. Vamos a incidir en la variable de compras estatales para que se favorezca la producción nacional.

¿Así nos toque pagar el arroz más caro que si lo importaramos?

¿Qué puede ser más caro que quedarse sin arroz algun día? Lo más caro es quedarse con lo que uno no puede producir. Hoy se lo compran barato y luego se lo venden caro. Colombia es el principal comprador de cereales de Estados Unidos en América Latina. Voy a comenzar por los programas estatales de alimentos.

¿Qué otra política nacional buscará contrarrestar?

La educación superior con ánimo de lucro. Bogotá tiene entre 35 y 40 universidades públicas y privadas, que se ven amenazadas con el proyecto de reforma educativa de Santos. No me parece justo que la Universidad de los Andes o la Distrital que han hecho esfuerzos por desarrollar laboratorios, construir edificios, mejorar su planta de profesores, terminen siendo derrotadas por la Universidad Phoenix, o que la gente termine estudiando en la Universidad Chevrolet. Son unos negociantes de la educación superior que terminan entregando diplomas de poco valor y los estudiantes terminan con montañas de deudas. También está el tema de la eliminación de las normas urbanas en el Plan Nacional de Desarrollo.

¿Cómo es eso?

El Plan Nacional de Desarrollo se llevó dos cosas por delante. Una, los planes parciales, que de por sí, eran alianzas público-privadas en las que lo público era el caballo y lo privado el jinete. Ahora ni siquiera se necesitan los planes parciales. Lo peor es lo de los macroproyectos de vivienda, donde por encima de los planes de ordenamiento territorial, el Gobierno con grandes constructores pueden proponer macroproyectos de vivienda pasando por encima del Alcalde. Es un entierro de segunda a los POT.

¿De qué manera piensa contrarrestar eso?

La mano invisible del mercado en el mercado del suelo ya era gravísima. La vivienda de interés social subió el año pasado 9 por ciento, tres veces la inflación. ¿Cómo contrarrestarla? Con intervenciones del Estado sobre el suelo. Una típica estrategia es tener planes de vivienda directamente desarrollados por el Gobierno Distrital en suelo propio y sin intermediarios financieros. Hay que ponerle un techo al costo de la vivienda social. El Distrito tiene tierras, y se puede hacer vivienda sin intermediarios financieros, donde el Estado ayuda a construir casa.

Usted tiene mucha fe en el Estado, ¿no le preocupan sus ineficencias?

Los mismos que han administrado el Estado se pasan a hacer negocios con el Estado. El problema es cómo se administra el Estado. Cuando falla el mercado, el que lo salva es el Estado. Mire no más a la Reserva Federal tratando de revivir el mercado financiero en Estados Unidos. Si tenemos malas administraciones corrijámoslas.

Usted representa al Partido que tuvo una de esas malas administraciones, ¿cómo piensa manejar ese lastre?

No desconozco que tenemos ese obstáculo y que hemos tenido problemas que no han debido ocurrir en gestión pública y de corrupción. Pero nosotros estamos incorporando a esta propuesta algunos elementos en ese sentido: cero tolerancia con la corrupción. Es probable que más adelante divulguemos la lista de las personas que nos acompañarían en un eventual gobierno para someterlas al escrutinio público de antemano. Soy el único candidato que va a construir grupos de poder ciudadano para controlar el gasto público in situ en los proyectos. Vamos a acabar el sistema de rendición de cuentas y a reemplazarlo por el de exigencia de cuentas.

¿Cómo va a ser eso?

Se llamará Bitácora Ciudadana contra la Corrupción. La idea es dividir la ciudad y crear en cada zona grupos ciudadanos que se van a constituir en vigilantes del gasto público. Hemos recurrido a ciudadanos porque los organismos de control han fallado. Aunque, como dice Carlos Gaviria, la izquierda y la corrupción se contradicen en sus propios términos, también es cierto que la corrupción es multipartidista y a medida que avanza este escándalo se nota. Esperamos que los que están involucrados en investigaciones logren explicar lo que hicieron. Pero creo que estos elementos demuestran una cosa y es que tengo conciencia de los sucedido. En cuanto a mí, soy tan honrado como muchos colombianos, pero ningún colombiano es más honrado que yo.

Es cierto que usted como Robledo no tienen tacha de corrupción, pero, ¿no cree que con su silencio frente a las actuaciones de los Moreno terminaron siendo cómplices en alguna medida de lo sucedido?

El Partido ha actuado acorde con el Estado Social de Derecho.

No usaron el mismo estándar en otros debates de corrupción, como el de Agro Ingreso Seguro, o el de las Zonas Francas.

Es una cosa distinta. En el caso de Iván y Samuel Moreno hay versiones contradictorias a pesar de que también hay indicios muy serios. En otros casos en donde no se han hecho juicios penales, sino control político, sí ha habido evidencias mas palpables. El plano de analisis es diferente.

Las propuestas concretas

Cambiando de tema, ¿qué propone para mejorar la movilidad de la ciudad?

Yo pienso que el problema mas grave de la movilidad es que el protagonista de todo el sistema de transporte no es el pasajero sino el empresario. Todo el sistema está montado para garantizar las ganancias de los empresarios. Ustedes mismos en la Silla Vacía hicieron un estudio que mostró que el transporte está en manos de 12 familias. Y ha habido una apropiación de este sistema que debe ser un servicio público.

En el caso de Transmilenio, entre 2000 y 2009 en pesos de 2009, los dueños han recibido 2,7 billones de pesos de ingresos. Si evalúa el parque automotor actual, incluyendo los articulados, por los datos que he consultado, sumándole los costos de chatarrización, puede valer 1,7 billones. Es decir, hicieron una inversión y ya sacaron un excedente enorme. Por cada peso se ganaron 80 centavos. ¿Qué han hecho? Se fueron a expandir su negocio en otros países. Los empresarios del transporte tienen que devolverle a Bogotá.

¿Qué significa eso en concreto?

La tarifa técnica tenía una tasa de riesgo porque el negocio supuestamente era riesgoso. Con esa fórmula se abordó el cierre de la fase I y II de Transmilenio. Hay evidencia suficiente para concluir que ese negocio no es, ni fue riesgoso. Hay que sentarse con ellos y decirles, la tasa de riesgo nos la devuelven. Y hay otros elementos técnicos, el índice de pasajeros por kilómetro, que se ha manipulado con la frecuencia de los buses.

¿Cuál es su propuesta en ese sentido?

Revisar las tarifas. Bajarle a los usuarios el costo de la tarifa. Y aumentarle la participación al Distrito. De cada 100 pesos que entran al sistema de Transmilenio, solo cuatro van al Distrito. El Distrito no solo ha comprometido recursos en mejorar carriles exclusivos y en el arreglo de las lozas, sino que corre con el sistema de seguridad, mantenimiento y comunicaciones. Incluso hasta con los parqueaderos nocturnos. Todo gratis. Es uno de los contratos más leoninos de la historia de Bogotá. Y lo más grave es que el contrato se regó por todo Colombia.

Un sistema de movilidad que esta montado sobre la base de las ganancias del empresario tiene un problema fundamental. Esto nos ha conducido en costos crecientes y resultados decrecientes.

¿Cómo mejorará la movilidad el rebajar las tarifas?

Hay que reorganizar el sistema en servicio de los usuarios. En el mediano y largo plazo, Transmilenio no puede ser el eje estructural del transporte en Bogotá. Tiene que ser el metro, público y subsidiado.

No es posible que los mexicanos que montan todos los días en un metro súper eficaz paguen 25 centavos de dólar y aquí por Transmilenio 90 centavos de dólar. El Transmilenio de Quito cuesta 25 centavos de dólar. El colombiano es uno de los más caros de América Latina..

¿No le preocupa que el metro movilice menos personas que Transmilenio?

Eso es así inicialmente, pero los metros son un proceso. Es una solución de largo plazo. Solo hay cuatro ciudades en el mundo con más de 8 millones de habitantes que no tienen metro: Lagos, en Nigeria; Kinshasa, en el Congo, y Bogotá.

Su propuesta tiene varios puntos coincidentes con la de Petro, ¿qué la diferencia?

Mi diferencia frente al centro político es la siguiente: ellos quieren enmendar lo malo. Nosotros transformar la ciudad. ¿Cuál es el principal problema de Bogotá? Es la desigualdad. En 2006 era la ciudad más desigual de América Latina. Ahora dicen que ha bajado un poco. La desigualdad no la vamos a acabar arreglando las tejas rotas o sacando unos supuestos ladrones. No van más los gestores privados del acueducto.

De las 12 familias dueñas del transporte, dos de ellas son además concesionarios de dos de las cuatro zonas de aseo. Y una de los de aseo, en asocio con multinacionales, son los concesionarios de la planta de agua de Tibitó. A esos concesionarios les hemos pagado por adelantado 500 millones de metros cúbicos de agua que no se ha consumido. Hemos pagado por adelantado el equivalente a un año de consumo.

Lo que hemos visto con las privatizaciones es un traslado de rentas de la Hacienda pública a un grupo plutocrático que se tomó Bogotá de familias y multinacionales. Tenemos que romper ese círculo vicioso. Ninguno de los candidados del centro habla de eso, parecen estructuras sagradas intocables. Esto no puede seguir siendo así. Yo le sumé a estas familias y a estas empresas, más los de la Empresa de Energía de Bogota, 9 billones de pesos, casi el presupuesto de un año de Bogotá.

¿Cómo piensa modificar esa captura de rentas?

¿Cuál es la contrapartida de esa captura de rentas? Un millón de bogotanos que van a pie. Trescientos mil suscriptores que ven suspendido su servicio de agua. El 30 por ciento de los ususarios de la Empresa de Energía se declaran insatisfechos con el servicio. No hay proyecto de estas empresas que no se corra si no tiene una rentabilidad del 16 por ciento. Esas son las estructuras que el Polo tiene que cuestionar, replantear para hacer la ciudad menos desigual.

¿Piensa volver públicos estos servicios otra vez?

Por lo menos poner la flecha en otra diección. Empecemos a mover la aguja a favor de la gente. El gasto diario de energía en los estratos uno, dos, tres y cuatro se ha multiplicado por tres en los últimos seis años. Mientras que aquí le cortan la luz a la gente, el Grupo de Energía de Bogotá se ha convertido en emisor de títulos, financia emisión de bonos. Eso tenemos que cambiarlo.

¿De dónde espera sacar la plata para estos cambios? ¿De impuestos?

No, hay que hablar con estos prestadores de servicios, revisar las tarifas. Vamos a volver a, por lo menos, equilibrar la ecuación. No se le pueden sacar rentas y rentas a la gente.

¿Cómo será su Alcaldía diferente a la de Samuel?

La primera cosa es que sería una Alcaldía del Polo. Comparto el criterio de Carlos Gaviria de que el Polo se quedó con el pecado y sin el género. Podría tener unas personas no polistas pero sobre la base de estos programas de equidad, no sobre la base de acuerdos burocráticos. Es que todas las políticas nacionales son bombas atómicas que le tiran a Bogotá y ningún Alcalde se para a decir ¿qué va a pasar con nosotros? Va a ser una Alcaldía más apegada al ideario de unidad del Polo.

Si no logra despegar en las encuestas, ¿pensaría en adherirse a otra campaña?

Vamos hasta el final. Previendo cualquier circunstancia, uno sí puede invocar a los candidatos y a la candidata para que nos digan qué van a hacer con las políticas sociales del Polo, si las van a desmontar. Por ahí oí a alguno decir que iba a desmontar el asistencialismo para hacer emprendurismo. Les quiero recordar la frase de un maestro: a veces los niños van mas al colegio por el refrigerio que por el estudio. Esa es Bogotá.

¿Le preocupa su poca experiencia ejecutiva para manejar una ciudad tan grande?

Creo que tendría la misma experiencia que la que tuvo el profesor Mockus en su primera alcaldía y de pronto mas. Tengo una edad, una madurez política, una formación académica y profesional impecable que no permite ese tipo de cuestionamientos.

Entrevista de Juanita León, La Silla Vacía, Bogotá, julio 31 de 2011