Después del escándalo de los falsos muertos de la masacre, el familiar de un desaparecido le contó a VerdadAbierta.com lo que vivió cuando intentó rescatar el cuerpo de su hermano.

 

Días después de la masacre de Mapiripán, entre el 12 y el 22 julio de 1997, Juan Rivera * intentó llegar a este municipio en el centro del Meta porque sus familiares le dijeron que su hermano había desaparecido a manos de los paramilitares.

Por primera vez después de conocerse el escándalo de las falsas víctimas de Mapiripán, un familiar de una persona asesinada en esa masacre habla con un medio de comunicación, aclarando que esa matazón sí ocurrió y que el terror fue tal que muchos dieron a sus familiares por muertos o desaparecidos, porque la población fue tomada por más de 100 hombres enviados por los hermanos Carlos y Vicente Castaño, las Autodefensas Campesinas de Martín Llanos en complicidad con miembros de la Fuerza Pública en Urabá y Meta.

Iván, un muchacho nativo de la zona, había regresado a la casa de sus padres un año antes de la masacre porque quería ayudarlos con la finca, y ninguno de sus hermanos pudo persuadirlo para que no regresara al pueblo. Su familia se dedicaba a la ganadería.

Para la época de la masacre, dijo Juan a VerdadAbierta.com, Mapiripán era un lugar en el que se movía mucha gente y dinero, en parte por la siembra de coca. La región estaba bajo el control de las Farc.

Según Jorge, “la gente en Mapiripán no se metía en política, pero sí le hacían caso a la guerrilla porque eran la fuerza armada allá”. Aun no entiende por qué los paramilitares hicieron esta masacre, ni por qué asesinaron a su hermano menor.

Según contó, cuando se enteró de la incursión paramilitar se fue a sacar a sus padres de la zona, tomando la precaución de que los ‘paras’ ya no estuvieran en Mapiripán.

“Cuando fui en agosto (de 1997), vi como los paramilitares estaban en medio del campamento del ejército”, dijo.

Cuando llegó a Mapiripán la gente salía asustada. El fue testigo de cómo muchos de sus habitantes abandonaban el pueblo. Calculó que por lo menos el 80 por ciento de la población salió desplazada.

Al llegar a la casa de sus padres, una vecina le contó que los paramilitares luego de asesinar a su hermano, lo descuartizaron. Su cuerpo lo habían amontonado en la calle junto a las otras víctimas.

Su familia, para evitar que los perros terminaran despedazando a su hermano, le pidió permiso a los ‘paras’ para recoger sus restos. Otra hermana tuvo que sacar las partes del cuerpo del montón donde estaban apilados, y luego los enterró en el cementerio sin lapida ni ceremonia. Hoy en día no sabe dónde está su tumba, y aunque la Fiscalía los ha ayudado a buscarlos, aun no los encuentran.

Luego de la masacre los paramilitares persiguieron a su familia. En 2003, viviendo en el caserío de la Paz, jurisdicción del Retorno, Meta, los paramilitares lo secuestraron y lo torturaron. Según contó su intención era asesinarlo, pero la intervención de sus vecinos lo salvó.
Ese mismo día los paramilitares secuestraron y asesinaron a otras personas que tenían en una lista. Jorge dijo a VerdadAbierta.com no recordar cuántas personas se llevaron.

“A otro de mis hermanos que le dicen ‘El Cubo’ también lo persiguieron después de la masacre. A todos nos acusaron de guerrilleros”, agregó.

Catorce años después de la masacre, y con la ayuda de la Fiscalía, Juan volvió a Mapiripán a exhumar el cuerpo de su hermano pero no lo han podido encontrar. “Había muchos cuerpos, pero no encontré el de mi hermano, incluso el Fiscal me dejó estar mediodía más de lo planeado, pero no encontramos nada”, dijo.

Juan y su familia ahora solo esperan poder encontrar el cuerpo de su hermano y darle sepultura.

El proceso
La polémica sobre el número de muertos en la masacre de Mapiripán no se ha saldado porque la investigación está en proceso.
Según le contó a VerdadAbierta.com una fuente que conoce la investigación, los muertos que han podido identificar son el resultado de las confesiones de 15 paramilitares, entre ellos Manuel de Jesús Pirabán, alias ‘Pirata’, sobre el recorrido que hicieron entre el 12 y el 22 de julio de 1997. Ellos reconocieron el asesinato de 26 personas.

La Fiscalía ha contrastado los testimonios de los desmovilizados con los entregados por los sobrevivientes de la masacre, o que fueron víctimas directas.

La Fiscalía pudo documentar 13 de los crímenes cometidos contra los habitantes de esta población, de los cuales 6 fueron asesinatos, 4 desapariciones y 3 secuestros. En proceso está la identificación de otras 7 personas más que se encuentran desaparecidas.

Según reconstruyó la Fiscalía las víctimas fueron asesinadas así: El 19 de julio, día en que los paramilitares salieron de Mapiripán hacia el municipio La Cooperativa, allí en horas de la mañana retuvieron a Antonio María Barrera, Walter Orejuela Mosquera, a un N.N que aun la Fiscalía investiga su identidad y del que sólo se le saben que venía de La Cooperativa, y a Sinaí Blanco Santamaría, los cuales fueron llevados al matadero del pueblo.

Allí fueron retenidos hasta tarde en la noche y fueron degollados. Varios de los cuerpos de estas víctimas fueron arrojados al río y los paramilitares no le permitieron a la gente del pueblo rescatarlos, a pesar de que pasaron flotando por el Guaviare a la vista de varios de los pobladores de Mapiripán.

Ese mismo día los ‘paras’ retuvieron a los ocupantes de dos lanchas en el puerto de esta cabecera municipal.

En una de las lanchas, según reconstruyó la Fiscalía, iba el Fiscal de la Junta de Acción Comunal de la vereda Unión de Buenos Aires, Óscar Alberto Madrid Restrepo, a quien los paramilitares señalaron de ser colaborador de la guerrilla. Luego de retenerlo durante varias horas, de interrogarlo y torturarlo, lo amarraron en un poste cercano al muelle y lo asesinaron.

Lo mismo le ocurrió a Carlos Arley Beltrán y Orlando Martínez, quienes fueron retenidos en otra lancha, torturados e interrogados por los ‘paras’ hasta que su hermana logró hablar con ‘Águila 6’, un mando medio de las Accu quien los liberó.

Ese mismo día también retuvieron, torturaron e interrogaron durante varias horas a Winneyer Torres Acero en el aeropuerto.

En los siguientes días los paramilitares se desplazaron al sector de La Cooperativa, donde  asesinaron a Álvaro Tovar Muñoz, a quien acusaron de ser colaborador de la guerrilla, a Leduin Morales Caleño quien aparentemente tuvo una disputa con los paramilitares cuando estaba tomando en un billar, al igual que Jaime Pinzón Gómez y María Georgina Pinzón.

A estas últimas tres víctimas los paramilitares las descuartizaron y las enterraron, por lo cual los familiares tuvieron que ir a buscar sus restos.

La principal dificultad para reconstruir cómo fue la masacre reside en la impunidad que rodeaba el proceso y que solo hasta ahora, gracias a la investigación de Justicia y Paz, se empezó una investigación en profundidad, en la que se ha contrastado lo contado por los paramilitares con la versión de los sobrevivientes.

Con base en los testimonios y la reconstrucción hecha a lo largo de la investigación, se iniciaron una serie de exhumaciones en la zona, que dio como resultado el levantamiento de 6 cadáveres.

Por otra parte la Fiscalía ha tenido dificultades para hacer las excavaciones por la presencia de bandas criminales y guerrilla.
La fuente de la Fiscalía, consultada por VerdadAbierta.com, dice que las diferencias de cifras de las víctimas fatales de esta masacre se debe a la confusión que causó una toma de esta naturaleza y al pánico que generó la barbarie con la que actuaron los paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá apoyados por hombres de Martín Llanos.

En ese sentido, no culpan que los sobrevivientes hayan visto a 30 o a 100, “el terror fue bárbaro, llegaron 80 – 100 personas armadas, encapuchadas, recogiendo y maltratando a la población, por el caos fue que se presentaron las diferentes versiones de los sobrevivientes”, dijo la fuente a VerdadAbierta.com.  Por eso se pudieron cometer errores en el conteo de las víctimas.

En la imputación de cargos que se adelanta en el Tribunal de Justicia y Paz, la Fiscalía ratificó la versión de los desmovilizados que están colaborando con la justicia- entre ellos Freddy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’, y Manuel de Jesús Pirabán, alias ‘Pirata’, que viajaron de Urabá hasta el corazón del Meta con la complicidad de miembros de la Fuerza Pública.

La fuente de la Fiscalía le contó a VerdadAbierta.com que, después de la masacre, otras personas fueron asesinadas por la guerrilla que los señaló de haber colaborado con la incursión paramilitar. Es decir que el número de muertos producto del conflicto pudo haber sido mayor.

Incluso si se tiene en cuenta que los paramilitares realizaron otras incursiones en Caño Jabón en donde el número de muertos fue superior a los 20.

En los próximos días la Fiscalía anunció que hará un recuento detallado de lo encontrado y lo que falta por investigar para de esta forma sacar de la impunidad y la desinformación una masacre que todavía sigue conmoviendo al país.

 

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