Los colegios son reflejo de lo que vive la ciudad: para combatir su problemática se requiere hacer frente al problema social.
Los lunes y los viernes arrecia el conflicto en la Comuna 13 de Medellín. La consecuencia: son los dos días en los que más alumnos faltan a clase en la Institución Educativa Samuel Barrientos. Orlando de Jesús Sánchez, rector de este colegio, lamenta el ausentismo escolar causado por el conflicto, que se convierte en realidad cotidiana.

“Hay momentos en los que faltan 8 o 10 en un salón porque en la zona donde viven hay enfrentamientos o están en ‘fronteras invisibles’. Esto repercute inmediatamente en el rendimiento académico: pueden faltar dos o tres días y además no salen de la casa a desatrasarse donde los amigos por miedo”, afirmó Sánchez, y añadió que otro de los problemas es el de los alumnos que no quieren salir del colegio por temor a los enfrentamientos que se dan en los alrededores de sus hogares.

Según la Personería de Medellín en su informe de Derechos Humanos del primer semestre, la 13 es una de las comunas de la ciudad en las que más se vulnera el derecho a la educación. “En la comuna 13 (San Javier) 218 estudiantes fueron retirados, dos amenazados y cuatro asesinados, dos de ellos de la Institución Educativa Estela Vélez, donde además pasaron de tener 1.500 estudiantes matriculados a principio de año a 1.120 estudiantes en el mes de junio”, señala el informe.

Esta problemática se repite en varios sectores de la ciudad. En lo que va de 2011 y según la Personería de Medellín, han asesinado 14 estudiantes, 21 han sido amenazados y 49 profesores han sufrido intimidaciones por su labor educativa.

Para Ángela Urrego, investigadora del grupo de Educación del Instituto Popular de Capacitación (IPC), la escuela no es un mundo aparte, sellado o impermeable que ponga freno a lo que la sociedad está construyendo como modelos de vida. Por eso el conflicto se cuela en las aulas y se reproduce en pequeña escala.

“Hay conflicto en el aula porque hay en la casa y en el barrio”, añadió el coronel Milton López, jefe de la Policía Comunitaria en el Área Metropolitana. Para el uniformado, el narcotráfico y el microtráfico atizan esta realidad y conducen a una descomposición social por cuenta de los antivalores que se ponen de relieve.

Ante este contexto y la presencia de actores armados en la cotidianidad de los barrios aparecen otros factores que agravan la problemática de la violencia en las aulas. Uno de ellos es la ausencia paterna en el acompañamiento de los estudiantes. Así lo afirma el rector de la Institución Educativa Samuel Barrientos: “La conformación de las familias hoy es que el abuelo, los tíos o los vecinos son los responsables en el colegio”.

Sin embargo, Orlando de Jesús Sánchez reconoce que parte de la ausencia parental está justificada en que la mayoría de ellos tienen trabajos informales con horarios fluctuantes y con muy poco tiempo libre. “Para poder romper el problema cíclico de la violencia escolar se requieren también programas muy agresivos que ataquen el desempleo que es uno de los fenómenos duros en la zona”, recalcó el directivo.

Propuestas para una escuela que enfrente el conflicto

“Esto implica que reconozcamos que hay un problema que es grave y que hay que cambiarlo. Se requiere de liderazgo y voluntad política, de una gran campaña y movilización social en todo sentido: desde la misma familia hasta las instituciones del Estado”, aseveró el coronel López.

Para López, una de las soluciones a la problemática del problema escolar es el Plan Cuadrantes de la Policía Metropolitana, estrategia que busca ayudar a romper los ciclos de violencia alrededor de las escuelas mediante el diagnóstico localizado de las problemáticas sociales.

Sin embargo, el uso de la fuerza debe estar acompañado de inversión social. Según el Rector de la IE Samuel Barrientos, la inversión social debe articular a las distintas secretarías del Municipio para que no actúen de manera aislada de modo que no se despilfarre el dinero. “Me atrevería a pensar que tanto directivos como docentes nos convirtamos en expertos en el manejo del conflicto para mejorar la convivencia escolar”, añadió.

La realidad de la violencia en las escuelas escapa del contexto de las clases y es reflejo de la sociedad: “La escuela va incorporando lo que los sujetos que la habitan traen consigo. Por esto es que su tarea es cada vez más compleja, porque no se puede pensar en que su función es solo formar académicamente a los y las estudiantes. Las necesidades de formación más urgentes tienen que ver con el reconocimiento propio, con la valoración y el respeto por la vida”, concluyó Ángela Urrego, investigadora del grupo de Educación y Juventud del IPC.

Este y otros temas serán analizados entre el 17 y 19 de noviembre en Medellín durante el Seminario Internacional ‘La escuela en contextos armados: educación libre de violencias’. El evento es organizado por el Instituto Popular de Capacitación, la Fundación Mi Sangre, la Corporación Paz y Democracia y el Circo Momo con el apoyo de diversas organizaciones nacionales e internacionales. Además, cuenta con la financiación de la Agencia Estadounidense para la Cooperación (USAID) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)

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