Con los efectos inmediatos del recorte de las regalías que sufren los habitantes de los departamentos y municipios productores de petróleo, gas y minerales, sí que cabe el dicho de que cae primero un mentiroso que un cojo.

Tenemos fresca en la memoria la propaganda del gobierno de Santos y de la bancada parlamentaria de la Unidad Nacional encaminada a vender la inverosímil afirmación de que con el Sistema General de Regalías le llegaría más dinero a las entidades productoras. Es que eso fue apenas ayer. Ayer que los ministros hacían circular en el Congreso papelitos con cifras astronómicas, que no se atrevían a certificar como los retó el Senador Robledo.

Atrás quedaron las promesas de ríos de leche y miel, repetidas por aquellos congresistas de la coalición gubernamental que votaron el Acto Legislativo 05 y la Ley Reglamentaria. Hoy en día cierran el pico.

Y no es para menos. Con el Decreto 4950 de 30 de diciembre de 2011, el Gobierno Nacional determinó el presupuesto del Sistema General de Regalías. De los algo más de ocho billones doscientos mil millones, el gobierno toma para administración más de trescientos mil millones ¿esa es la eficiencia, trescientos mil millones?

Se autorizan gastos de cinco billones ciento sesenta y cinco mil millones distribuidos en los fondos que estableció la reforma. Salta a primera vista que el Fondo de Ahorro y Estabilización: bueno, el Banco de la República: mejor dicho, los bancos del extranjero y en el extranjero se quedan con la pendejadita de un billón quinientos mil millones de pesos. Les dejan a los pobres ilusos consignadas cifras por departamentos para que se consuelen de la amargura de la pobreza actual con los sueños de la hipotética riqueza futura. Cómo si no se pudiera recordar lo que ha pasado con el actual FAEP.

En el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación trece mil millones para Arauca. En el de Compensación Regional veintitrés mil millones. En el de Ahorro Pensional, catorce mil millones. Y en el de Desarrollo Regional ni un peso, indignante insulto.

En cuanto a lo que corresponde de manera directa al departamento de Arauca y sus municipios productores ciento nueve mil millones. Apenas la tercera parte de lo que recibieron en 2011 ¿eso es, más o menos? Porque ni sumando lo de los fondos se llega a lo del año pasado. Y hay que recordar que esos recursos los maneja el Gobierno Nacional como quiera. Si algo sale –porque mucho se puede quedar atorado inexorablemente- será lo que le convenga a Santos y a los monopolios. Al fin y al cabo para eso metieron por todas partes –en el Acto Legislativo, en la Ley reglamentaria y en los Decretos con fuerza de ley- el término región, que legalmente no existe, pero que es el camuflaje de los proyectos que deberían financiarse con el presupuesto nacional y no con la plata de las entidades territoriales productoras.

Resta una ilusión que combatir: la de la proyectitis. De eso si hablan los ilustres confederados de la Unidad Nacional, dando la receta perfecta para lograr que los dineros lleguen. Pero se les olvida decir que todo proyecto debe ser viabilizado –horrible palabreja- por Planeación Nacional. Y que deben estar referidos a lo “regional”, que ya sabemos.

Y como esto no se trata de cifras escritas en papel sino de la suerte de millones de personas en apartados lugares destruidos ambientalmente y sacudidos por desastres sociales, ya se sienten los efectos: primeramente en que se han quedado desfinanciados el transporte y la alimentación de los niños y jóvenes de escuelas y colegios públicos. Por eso se escuchan las voces de indignación a las que se sumarán las movilizaciones.

 

Moir