En homenaje póstumo a Óscar Arcos, Daniel Garzón y Lizaida Ruiz, mis queridos estudiantes. La violencia en Colombia es un hecho cotidiano que vivimos desde hace décadas. Nos abruma con su cortejo de sangre y horror y con ese tenebroso culto a la muerte que, irradiado desde las clases dominantes a través de sus ideólogos y sus medios de comunicación, se ha enquistado en los rincones más profundos del alma de gran parte de los colombianos, generando una mentalidad entre enfermiza y criminal, que es exaltada hoy como una virtud suprema.