La muerte violenta de Rosa Elvira Cely fue convertida por los medios televisivos1 (noticieros) en una bandera de protesta contra el fenómeno que está de fondo en el execrable homicidio: la violencia contra la mujer. En principio, la acción mediática es bien recibida y vista por el grueso de una sociedad colombiana que no cuenta con fuertes canales institucionales para elevar protestas ante el Estado para que este responda, bien con políticas públicas en educación o con una legislación que logre atacar múltiples fenómenos de violencia, hasta lograr reducirlos sustancialmente a unos mínimos tolerables, de acuerdo con una condición humana proclive a la comisión de actos violentos, en lo simbólico y en lo físico.