Equipos periodísticos como el de 6 AM de Caracol son muy buenos para hallar en la web estudios sobre tangas y sexualidad. Sin embargo, no citan páginas como la de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), donde está la carta que le mandó a Timoleón Jiménez, alias Timochenko, máximo comandante de las Farc, un poco antes de la crisis iniciada hace dos semanas. Evidencia qué tan traído de los cabellos es igualar a los indios con los guerrilleros:

“[…] Resulta extraño que el CCO [Comando Conjunto de Occidente] nos ‘acuse’ hoy de no querer la presencia guerrillera en el territorio indígena, cuando se trata de una posición que hemos expresado por todos los medios desde hace décadas, y siempre hemos dicho que exigimos también que salga el ejército oficial. […] Es más: no estamos solamente contra la presencia de la guerrilla o del ejército en nuestros territorios; ¡estamos en contra de la guerra en todas sus dimensiones, en nuestros territorios y en el país! Lo afirmamos porque llevamos cinco siglos soportándola y sabemos como nadie de sus dolores y de sus miserias […]”.

 
Añaden: “Es posible que ustedes tengan desde hace tiempo la enfermedad del militarismo y de la violencia sin contenido […De ahí que les parezca normal…] que si alguien se roba una gallina, […] o piensa contrario al que manda en el pueblo, haya que fusilarlo por orden de un comandante, sin derecho a defenderse y sin poder saber de qué lo acusan. Todo se vuelve un problema de seguridad del Estado o de seguridad del grupo guerrillero; todo lo que es distinto se les vuelve una amenaza”.
 
Reclaman que la guerrilla les haga señalamientos comparables a los que les hace el gobierno: “[Dicen] que entre las autoridades y líderes de los cabildos, de la ACIN y del CRIC hay ‘agentes abiertos o encubiertos del Estado’, que hemos sido cómplices de la ‘estrategia [militar] de reclutar a dirigentes, guardias indígenas y comuneros para su bando’, y que abogamos porque haya más ‘pie de fuerza del ejército y más represión’. Con esas acusaciones, concluyen que la ACIN, el CRIC y sus cabildos nos hemos involucrado ‘peligrosamente en la guerra dentro del bando oficial’, que hemos tomado ‘partido al lado de las fuerzas del Estado’ y, lo más delicado, que promovemos ‘acciones hostiles’ y orientamos que la Guardia Indígena sea una ‘extensión de los cuerpos policíacos del Establecimiento’”.
 
Empero, en la web también está la carta que el 11 de julio ACIN le mandó al presidente con otros argumentos esclarecedores: “[…] el gobierno no puede ocupar los territorios indígenas para propósitos militares [por lo que señala…] el Artículo 30 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas: ‘No se desarrollarán actividades militares en las tierras o territorios de los pueblos indígenas, a menos que […] se haya acordado libremente con los pueblos indígenas interesados, o que éstos lo hayan solicitado”. [Del mismo modo, la Sentencia T-303 de la Corte Constitucional…] reafirma que […] el Gobierno Nacional no puede ni debe incurrir en el establecimiento de bases militares […] en nuestros territorios sin el consentimiento previo y expreso de las comunidades indígenas […]”.
 
¿Por qué los grandes medios no han difundido información alternativa? Al no hacerlo atizan el odio y reafirman el racismo del cual no nos hemos librado.
 
Por: Jaime Arocha