Los grupos armados se han ensañado con las comunidades del norte del Cauca. En esta ocasión su crueldad apunta contra las mujeres y niños indefensos. 

 
En la noche del jueves 16 de agosto, hacia las 7 y 30 se escuchó una explosión en la casa de la señora Orfilia Martínez de la vereda El Nilo, resguardo de Huellas Caloto. La  comunidad, al escuchar la explosión llego rápidamente al lugar donde encontraron heridas a la señora Orfilia Martínez de 38 años, a su hija Ximena Sécue de 27 años quien se encontraba embarazada de 8 meses, un niño de 7 meses y Sebastián hijo de Ximena de 4 años de edad. Sebastián estaba gravemente herido, fue trasladado rápidamente al hospital de Caloto donde lastimosamente no logró llegar con vida, falleció a causa de las heridas que le causo la explosión.
 

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Según versiones de la comunidad una granada fue lanzada dentro de la vivienda donde se encontraban estas personas. No se sabe con certeza quién pudo ser, lo que sí es evidente es que estas son las consecuencias de una guerra que sigue sembrando dolor y desolación en las familias y comunidades de nuestros territorios. Por este lugar transitan todos los grupos armados, quienes sólo nos representan amenazas, riesgos y muerte. Manifestó un líder de esta comunidad.
 
El niño de siete meses primo de Sebastián tiene esquirlas en le estomago, Orfilia recibió esquirlas  en todo el cuerpo y en la cabeza, al igual que su hija Ximena. Nos informan que Ximena acaba de perder el bebé que estaba esperando y se encuentra en un estado de salud bastante crítico. 
En la cosmovisión indígena las mujeres somos dadoras de vida, nuestros vientres se asemejan a la Yaja o jigra que guarda y cuida de la semilla para que germine bien. Los niños son las semillas de vida que se cuidan y protegen para que crezcan fuertes y sabios. Sebastián el 18 de agosto cumpliría sus primeros 5 añitos de vida. Ya no podrá correr en libertad por su territorio, no sonreirá ni jugara con sus amiguitos, los enemigos de la vida callaron sus sonrisas, destruyeron sus cinco velitas antes de encenderlas. Ximena no podrá conocer a su bebé, no podrá abrazarlo, acariciarlo, ni cuidarlo. Quienes siembran la muerte le arrebataron este derecho. Orfilia y Ximena han sufrido los dolores de la guerra desde hace varios años. El compañero de Orfilia padre de Ximena fue asesinado hace algunos años, hoy Ximena pierde a sus hijos y Orfilia a sus nietos.
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No bastan las exigencias, los reclamos, las propuestas de vida. Los grupos armados no quieren escuchar, se niegan a vivir en armonía. Los hechos de muerte lo demuestran. ¿Cómo creer en los discursos de mentira y engaño que desde uno y otro bando se mencionan?, cuando las estadísticas de daños a mujeres y a niños aumentan día tras día, cuando las familias lloran incansablemente recogiendo sus muertos. ¿Hasta cuándo se regará sobre Madre Tierra la sangre de sus hijos?
 
Tejido de Comunicación – ACIN
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