Son pocos los adjetivos para describir la noche del 8 de septiembre, durante el concierto por la paz, en la cual niños y niñas indígenas y artistas le demostraron al mundo que la Paz no es una utopía, es posible si permitimos que nazca primero en nuestros corazones y, que se refleje en la inocencia y en el amor de nuestros niños y niñas, y no en el estridente ruido de las balas.

 
Todos en un solo canto por la PAZ, no cuenten con nosotros para la guerra 
 
altEl sueño de vivir sin temores, con libertad y tranquilidad en sus territorios, hoy asediados por la guerra, llevó a los niños y niñas indígenas del Cauca, a sus mayores, a sus mamitas y sus dirigentes a cantarle a la Paz; lo hicieron el pasado 8 de septiembre en Bogotá en el Concierto por la Paz. Más de un centenar de niños nasa unieron sus voces, sus danzas y sus esperanzas junto al cantante Piero, a Andrea Echeverry, junto a Sampoñas Urbanas, a Malalma y a miles de voces que pidieron por la paz de Colombia y manifestaron que ésta es posible si permitimos que nazca primero en nuestros corazones y, que se refleje en la inocencia y en el amor de nuestros niños y niñas, y no en el estruendoso ruido de las balas.
 
Si bien nuestros niños, niñas y nuestros pueblos indígenas les ha tocado vivir en un contexto de guerra, son ellos la Paz, con ellos nace y crece y ellos la siembran, la riegan y la embellecen con su vida y sus cantos, como dijo Piero, dos días antes del concierto, ella, la paz, es su única reina. Y en ese sentido lo manifestaron a Piero y a los artistas y les invitaron “a acompañar nuestros caminos de resistencia pacífica, nuestros sueños de PAZ”. Este fue el pedido de los niños indígenas al país y al público que desbordaba de euforia el pasado 08 de septiembre, en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán, en Bogotá, durante el concierto por la paz que organizaron los Pueblos indígenas del Cauca (ACIN y CRIC), el Movimiento Somos Cauca y el artista argentino Piero.
 
El concierto por la Paz de Colombia fue posible gracias al anhelo de los niños y niñas indígenas del Cauca, sus familias y dirigentes, que cansados de la guerra decidieron levantar sus voces, sus flautas y sus guitarras para callar el feroz bullicio del conflicto. Juntos cantaron por la vida y la convivencia en paz, primero Sampoñas Urbanas reivindicando con sus danzas, sampoñas y sikuri nuestras raíces ancestrales, Malalma aportó su talento y cantó por la paz; luego la Guardia Indígena y 4 + 3, la agrupación artística indígena del Cauca pidieron con sus canciones y voces un ultimátum a la guerra; luego vendría la carismática Andrea Echeverri, quien cantó emotiva para la paz y evocó el sufrimiento de las madres víctimas de Soacha que perdieron sus hijos en los mal llamados “falsos positivos”,  y dedicó canciones a las víctimas de la guerra, especialmente a los desplazados.
 
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Agrupación Sampoñas Urbanas, Foto: Armando Ortiz, ArtenRed Bogotá
 
Unos y otros, los artistas, rindieron homenaje a los pueblos indígenas del Cauca y de Colombia, que han sufrido la vulneración de sus derechos, perdida de sus hermanos y el despojo de sus tierras por el conflicto armado; unos y otros frente a un público sensible rechazaron la violencia y exigieron el derecho inviolable e inherente a la paz del pueblo Colombiano.
 
Pero aun faltaría la voz de los indígenas en su manifiesto por la paz y que hoy camina por el mundo, como ha caminado la palabra de nuestros ancestros y pueblos desde el mismo origen de la creación, como lo expresó el líder Rafael Coicue del norte del Cauca. Coicue invitó a trabajar por la paz y a realizar una serie de actividades artísticas y culturales como un camino adecuado y una pedagogía por la paz de Colombia y la humanidad.
 
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Foto: Armando Ortiz, ArtenRed Bogotá
 
En uno de sus apartes el Manifiesto por la Paz del movimiento indígena y de sectores de la sociedad civil, resalta que ésta es duradera si se construye con transformaciones que hagan realidad el Estado Social de Derecho y “le den vida a los principios de respeto a la dignidad humana, la vigencia de la solidaridad, del reconocimiento a la diversidad, del carácter pluriétnico y multicultural y el pleno reconocimiento a la equidad e igualdad de género. La construcción de la paz integral y sostenible sólo es posible si la sociedad colombiana se compromete a un desarrollo desde la equidad y en relación armónica y respetuosa con la naturaleza”… Lea Manifiesto por la Paz completo.
 
Luego vino la voz de Piero que atrapó y tocó muchos corazones. Vivir para gozarla, para amarla, para contarla y recordarla siempre… serán pocos los adjetivos para describir la maravillosa noche del 8 de septiembre en la cual los pueblos indígenas, los niños, niñas indígenas y los artistas le demostraron al mundo que la Paz no es una utopía, es posible, es un camino por andar y una chagra para sembrar con las mejores semillas del respeto y la diversidad… De los cantos y sonrisas de nuestros niños aprendimos que la Paz es un Tejido colectivo y diverso de  muchas hebras, muchos colores y muchos corazones… nos enseñaron que la Paz está en la inocencia, en la alegría y el dolor de sus corazones, pero sobre todo en los corazones libres de odios que le cantan a la vida, al amor y a la esperanza…
 
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Guardia Indígena, Foto: Armando Ortiz, ArtenRed Bogotá
 
En este sentido le demostraron al mundo y sobre todo a esa sociedad racista colombiana que cuando hay amor y sueños la vida es bella, que esta afirmación no es sólo el título de la película de Benigni, sino una realidad en el corazón de nuestros niños y niñas, que es una bella e inevitable realidad en nuestras comunidades indígenas, campesinas, afros… muchos mensajes quedaron latentes y muchos corazones latieron acelerados cuando los niños indígenas abrazaban a Piero y abrazaban, con él, el sueño de la paz para decirle con franqueza a la sociedad colombiana que nos les discrimine que ellos nos brindan paz y amor y abrazaban su grandeza e inocencia en un beso sincero que recibía de ellos Andrea Echeverry.
 
Pero si bien muchos nos alegramos como nunca con los cantos de nuestras niñas y niños indígenas a la reina, Paz, como nunca también nos dolió cuando se habló y evocaron algunos momentos de la  guerra… recrear esos campos minados, abandonados y/o minados, duele, queda una nostalgia muy grande por lo que no está como escribió el maestro boyacense Jaime Castro Guerrero (en la canción caminito de herradura, que interpretan Los Filipichines), “no están los bosques, ya no hay nada que cazar, hay carretera pero ya no está papá, lloran los ranchos solitarios no hay calor, muchos murieron de abandono y soledad…” odios, nubla rostros y sonrisas, arrasa hogares…
 
Lo que la guerra se ha llevado en nuestros campos, duele, mata esperanzas y sueños, engendra odios, nubla rostros y sonrisas, arrasa hogares…
 
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Foto: Armando Ortiz, ArtenRed Bogotá
 
Pero esas voces inocentes y grandiosas de nuestros niños y niñas indígenas me devolvieron, como a muchos, de nuevo la esperanza, nos llevaron a más de 2000 personas a creer con convicción que esta guerra ha de terminar, ojala sea así y que en vez de fusiles haya guitarras, escuelas y sonrisas para nuestros hijos y para los hijos de estos niños que la noche del sábado nos permitieron vivir la gloria… todos reímos, hubo abrazos, besos, carrera del trencito con los niños que ordenó Piero, los indígenas caucanos orquestaron esta fiesta y Andrea Echeverry les premio con la canción dedicada a la Minga, a su proceso de resistencia y a Aida Quilcue, su líder emblemática.
 
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Finalmente en la mirada del público se desvanecían los odios que nos han infundado los medios de comunicación comerciales nacionales (que por cierto mayoría callaron), el gobierno y está sociedad arrogante se la perdieron, pero todos ganamos por la paz. Esos odios y las tensiones que nos dejo la logística y la producción del concierto, a quienes apoyamos, se desvanecieron cuando la guardia indígena pedía a gritos y con sus cantos la paz del mundo, cuando Piero cantó su famosa oración por la paz, cuando Sampoñas danzó las músicas tradicionales de nuestros viejos, Cuando Andrea y Piero cantaron al unísono por la vida y la paz, la alegría y la paz se quedaron con nosotros cuando los niños y niñas indígenas abrazaron la inocencia de sus corazones y sus rostros hastiados de la guerra brillaron cuando alcanzaron el palco de la paz con los artistas. Leer Nota relacionada: La Paz es la reina y la única urgencia humana: Piero
 
Por: Ismael Paredes Paredes (*)
* Periodista de la PAZ