El fútbol, como deporte espectáculo, conlleva una serie de responsabilidades sociales porque con él y desde él, la sociedad moderna recrea, moldea y exhibe sus conflictos, incertidumbres y hasta sus percepciones alrededor de lo que es, debe y podría ser el devenir social de quienes asisten masivamente a los partidos o siguen a sus equipos a través de la televisión y la radio. Un deporte que incide, sin duda, en las conciencias de disímiles ciudadanos, pero de modo especial en las generaciones de jóvenes que ven en los futbolistas, dentro y fuera de la cancha, ídolos a seguir.