Desplazados por paramilitares, un centenar de indígenas en Chiapas.

 
Abandonaron las comunidades Comandante Abel y Unión Hidalgo por ataques a balazos. Hermann Bellinghausen  La Jornada México, DF.
 
Cerca de un centenar de indígenas, bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), de las comunidades Comandante Abel y Unión Hidalgo, municipio autónomo La Dignidad, en Chiapas, se encuentran refugiados en otros poblados, en condiciones que fueron consideradas “graves” por el Frayba.
 
El pasado día 8 de septiembre fueron desplazadas a tiros 73 personas de Comandante Abel por parte de un grupo considerado paramilitar, vinculado con lo que se conocía como Desarrollo, Paz y Justicia, y con el Partido Revolucionario Institucional. Del 6 al 19 de septiembre, el número de agresores pasó de 55 a 150, y éstos han construido un campamento a 500 metros de la comunidad. Otras familias más debieron abandonar Unión Hidalgo, en Sabanilla.
 
Una brigada de observación, formada por organismos civiles y colectivos de la Otra Campaña, visitó la zona para encontrarse con los desplazados y dio a conocer un amplio informe. Pudo constatar varios impactos de bala en la escuela autónoma y las tiendas cooperativas, “así como la cimentación de trincheras a la orilla del río a 200 metros del poblado”.
 
Según testimonios de los propios refugiados, se han identificado armas R-15. Durante la noche los agresores atrincherados apuntan con ellas. Dos días antes de iniciar sus ataques, los paramilitares se reunieron en San Patricio con los funcionarios Eduardo Montoya, Maximiliano Narváez y Noé Castañón León, secretario de Gobierno, junto con agentes de Seguridad Pública. Después llegarían individuos con ropa militar y armados. “Hubo más disparos y nos tiramos al suelo para salvar nuestras vidas”. El día 8 “por tantos disparos, las compañeras agarraron rumbo sin saber a dónde. Hubo más uniformados vestidos de militares disparando”. Menos de 30 pobladores permanecen en la comunidad. La mitad de las 147 hectáreas del poblado están “ocupadas”. En la entrada se encuentra un control de Seguridad Pública estatal desde el día 16, que más bien parece proteger a los invasores.
 
El día 18, los policías realizaron disparos. Algunas mujeres escaparon rumbo al río. Los niños “se metieron al monte sin saber por dónde salir; los disparos venían de muy cerca, zumbado arriba de nosotros, tocando la pared de la casa”, narraron las mujeres. Una de ellas expuso: “Estaba despachando en la Tienda, de repente se soltaron los disparos y las compañeras salieron de manera dispersa. Tres días sin comer ni beber”. Otra mujer relata: “Las compañeras se escondieron bajo piedra y árbol, teníamos a dos compañeras desaparecidas, hasta 3 días aparecieron en San Marcos”. 
Los paramilitares han ocupado la casa de salud autónoma. “Los terrenos están vigilados, buscan desalojar a las bases de apoyo, hay muchas milpas invadidas, desde el río hacia el monte. Animales y pastizales se está desperdiciando, los paramilitares cortan el alambrado, destruyen las cosechas, pero vamos a volver a sembrar”, advierten. Responsabilizan al “mal gobierno”, pues “es su manera de guerra y desgaste para rendirnos.
 
No dejamos nuestra lucha y no nos vamos a rendir”. También Unión Hidalgo “ha sido muy agredida por los mismos paramilitares” En la comunidad autónoma San Marcos, los observadores encontraron a los desplazados de Comandante Abel en “condiciones precarias”. Cuatro mujeres están embarazadas, y hay “temor de abortos espontáneos”. Una de las mujeres que estuvieron desaparecidas tras el ataque refiere: “La bala nos perseguía y cuando llegamos a este lugar ya estábamos enfermas. No pasamos por la vereda, sino por la barranca. Sentí que hay un tigre detrás de mi, me perdí, estaba espantada, sentí que ya no estaba en el mundo”. Ahora son atendidos por los promotores de salud y las parteras de San Marcos. Integrantes de la Junta de Buen Gobierno (JBG) de Roberto Barrios declararon a su vez: “El gobierno compra gentes.
 
Después las convence de quitarnos la tierra”. Exigieron al gobierno “que saque sus paramilitares de tierras zapatistas”. La Seguridad Pública y el Ejército “no deben estar aquí”. En Zaquitel Ojo de Agua se encuentran desplazados otras doce personas de Unión Hidalgo, donde quedaron algunos jóvenes para cuidar los pollos, cerdos y pavos, sin poder salir. Son amenazados por integrantes del PRI quienes se esconden para dispararles. Por medio de un aparato de sonido, los paramilitares anuncian “día y noche que nos van a comer, porque estamos en otra línea, fuera de la justicia y las leyes”, testimoniaron. “Si los paramilitares no logran tomar la comunidad Comandante Abel, dicen que nos van a masacrar a nosotros”.