Colombia no sabe dónde empiezan ni dónde terminan sus páramos. Por eso, nadie sabe qué va a pasar con el proyecto de sacar oro de la fábrica de agua de los santandereanos.

El debate alrededor del páramo de Santurbán en Santander parece un capítulo de una historia sin fin.  El año pasado no hubo una controversia  ambiental que se llevara más titulares que la intención de la compañía canadiense Greystar de extraer oro a gran escala en la zona en la que nace gran parte del agua de Bucaramanga. Por la presión mediática, las marchas de los santandereanos y las quejas de los ambientalistas, la empresa retiró la solicitud de licencia ambiental. Pero el debate no se solucionó. Un año después, la compañía sigue en la zona, el gobierno no dice qué parte de la exploración minera es páramo y la suerte del proyecto parece más enredada que antes.  Hoy nadie sabe qué va a pasar con Santurbán.

El escándalo del año pasado hizo que la Greystar reformulara su propuesta. Cuando la empresa llegó a la región, hace más de una década, pensaba hacer uno de los proyectos extractivos más grandes del continente, en una mina a cielo abierto, que extraería 7,1 millones de onzas de oro, haciendo a punta de dinamita un hueco en la montaña de dos kilómetros de largo por uno de ancho. La idea de esa mega explotación sucumbió ante el debate de su impacto ambiental. Por cuenta de este, la empresa decidió cambiarse el nombre a Eco-Oro y plantear un modelo subterráneo que podría producir 2,1 millones de onzas del metal precioso. Aunque esa fórmula impactaría menos el ambiente que la inicial, los ambientalistas y los santandereanos la siguen viendo con recelo.

Pocos entienden por qué se sigue debatiendo sobre Santurbán cuando la ley prohíbe taxativamente la minería en los páramos. El problema es simple: el país no sabe dónde empiezan ni dónde terminan esos ecosistemas. El Instituto Alexander Von Humboldt hizo un estudio en 2007, pero la escala es muy amplia y no permite precisar los linderos. Para explicar la situación la directora de la Agencia Nacional Minera, María Constanza García, dice que hoy se evalúan los proyectos mineros a una escala que sería como “mirar la tierra desde la luna”. Esa indefinición en los límites de los páramos tiene a todo el mundo con los pelos de punta.

Los primeros preocupados son los mismos mineros. “Para una compañía que ha invertido en Colombia más de 200 millones de dólares, la indecisión en definir los páramos deja a los inversionistas con cuestionamientos muy profundos”, afirma Joao Carrello, presidente de Eco-Oro. Por cuenta de que no se sabe qué parte de su exploración es páramo, la Agencia Nacional Minera emitió una resolución en la que le prohibía a Eco-Oro seguir explorando en más de la mitad del área del proyecto. La compañía apeló y la entidad tuvo que emitir una nueva resolución en la que dice que hay que esperar que el ministerio de Ambiente defina el asunto.

En el Ministerio de Ambiente dicen que no se ha podido delimitar el páramo porque la Corporación Autónoma Regional para la Meseta de Bucaramanga, la CAR local, no ha entregado la información.  Agregan que si el asunto no se define pronto, el Ministerio podría asumir la competencia de Santurbán. A la situación del páramo se suma la propuesta de la anterior administración de la CAR de consolidar la zona como parque regional natural, con lo cual la minería quedaría prohibida. Cuando esta empezó a plantearse se hablaba de proteger más de 60.000 hectáreas y hoy se habla solo de 11.000.

Mientras tanto, en Santurbán reina la discordia. La Contraloría asegura que las mineras no dejan entrar a sus técnicos. La Sociedad de Ingenieros dice que el agua ya está contaminada. Eco -Oro anuncia un plan de retiro voluntario de sus trabajadores. Y los pobladores se quejan porque su único trabajo viene de la minería.

Para muchos, todo ese caos se solucionaría con la delimitación que tiene que hacer MinAmbiente. Para otros eso solo es el comienzo de una nueva disputa. “El problema de Santurbán no se resuelve poniendo un lindero. Hay que blindar todo el páramo. Ellos podrán algún día lograr la licencia ambiental, pero la licencia social nunca la van a tener”, sostiene Erwing Rodríguez, director de Bucaramanga Cómo Vamos.

http://www.semana.com/nacion/paramo-santurban-limbo/186725-3.aspx