Parte de los graves problemas que afronta el lábil, precario y por momentos, inexistente Estado colombiano, es el lugar que los colombianos le han dado a la política y a su correlato, lo político. Las múltiples e históricas violencias son los mejores exponentes de los problemas que como sociedad arrastramos alrededor de cómo nos representamos la política y en general, los asuntos públicos.