El desarrollo del campo colombiano mediante la gran empresa y el desplazamiento del campesinado fue la propuesta del economista canadiense Lauchlin Currie, asesor de varios gobiernos, cuyas concepciones aun dirigen la política agropecuaria de Colombia y marcan la visión de destacados economistas y políticos colombianos.

 
Para Currie el problema agrario colombiano estaba configurado por la debilidad de la demanda de bienes agropecuarios y el exceso de población campesina. 1 El camino para conseguir el “rompimiento” (breakthrough) y arribar al “desarrollo económico acelerado” era atraer población rural a las ciudades con programas que generaran masivamente empleo urbano con salarios más altos que los ingresos campesinos, de manera que la agricultura comercial se deshiciera de la competencia campesina al mismo tiempo que obtenía una mayor demanda de sus productos por el incremento de la demanda urbana.
 
Esa propuesta se convirtió en un programa de gobierno con “La Cuatro Estrategias” del presidente Misael Pastrana asesorado por Currie. El acuerdo de Chicoral para detener la reforma agraria se concretó en la Ley 4 de 1973. Los programas de construcción de vivienda se priorizaron, financiados por el sistema UPAC. El crecimiento de la agricultura empresarial en realidad ya había adquirido cierta dinámica en la década anterior y al principio se proyectó hacia la exportación, con interrupciones con cada vez mayores secuelas durante las crisis cíclicas de 1974, 1981, 1990, 2001 y en forma drástica entre 2007-2012. Tras la apertura a las importaciones durante la década de los 90 los cultivos transitorios y en especiales los cereales y el algodón entraron en decadencia. Los UPAC se desbarataron con la explosión de la burbuja inmobiliaria en el cierre del siglo XX.
 
El “rompimiento” nunca tuvo lugar, en cambio se agudizó el problema de la concentración especulativa de la propiedad de la tierra, cuyo precio ha llegado a ser el más alto de la región, más de 4 millones de  desplazados forzados superaron con creces  todas las metas de desplazamiento de Currie (800 mil personas en diez años 2). La industria nacional no ha podido atraer la población rural, en cuanto la construcción tiene un comportamiento cíclico agudo con caídas extremas como las del cambio de siglo, 2008-2009 y 2012.
 
Para Currie, en la historia cuando la atracción  de la población rural no funcionaba, la guerra podía tomar el lugar de un programa deliberado de movilidad acelerada, no por las fuerzas económicas naturales, sino por un programa radical, causando un verdadero rompimiento, que garantizaba el despegue del desarrollo acelerado. 3 Sin embrago en la historia reciente de Colombia la guerra que expulsó a campesinos, afros e indígenas de sus tierras no solamente no garantizó ningún despegue, sino que garantizó el estancamiento del sector agropecuario, 4 la debilidad del sector industrial y el auge petrolero y minero como eje de la economía, con su consecuente dependencia neocolonial del sector primario.
 
¿Por qué tenía que fallar la receta de Currie?
 
En primer lugar, porque no tuvo en cuenta la gigantesca barrera que para el desarrollo agropecuario constituye en Colombia la concentración especulativa de la propiedad de la tierra. El alto precio de la tierra disminuye la rentabilidad del empresario en niveles que se hicieron insoportables y explican por qué, por ejemplo, el etanol colombiano no puede competir internacionalmente.
 
La especulación con la tierra genera lo que Keynes consideraba una preferencia por la acumulación de tierra por la existencia de una especie de prima por la tenencia de tierra. 5 Es la trampa del latifundio especulativo que bloquea la inversión para la producción agropecuaria y al mismo tiempo frena el crecimiento de la demanda agregada en el conjunto de la economía.
 
El latifundio especulativo amarró el campo colombiano precisamente en los años en que creció enormemente la demanda mundial de alimentos y de otros productos agrícolas entre 2003 y 2011. Las más de 16 millones de hectáreas aptas para la agricultura desperdiciadas, mientras se importaban cereales, algodón y hasta un millón de sacos de café, son un certificado de cómo el problema no era una abstracta falta de demanda, sino la trampa del latifundio.
 
En segundo lugar, Currie no tuvo en cuenta el enorme papel que semejantes circunstancias tiene la economía campesina. Currie hacía comparaciones con lo ocurrido en Estados Unidos en la década de 1940, olvidando que desde cien años antes un amplio movimiento social y económico permitió transformó a los campesinos estadounidenses en granjeros (farmers) que abrieron el paso al desarrollo agropecuario de Estados Unidos: el movimiento contra la renta a partir de 1840, la ley de fincas (homestead) de 1862, el fraccionamiento de los latifundos esclavistas y la multiplicación de la pequeña propiedad en el noreste y el oeste. Para 1920 el sector rural de Estados Unidos no tenía nada que ver con Colombia en 1960 ni en 2012.
 
Las experiencias internacionales recientes demuestran las potencialidades de la vía campesina. Brasil es presentado como un ejemplo de modelo exitoso del gran agronegocio. Pero, si es cierto que los grandes agronegocios han sido allí protagonistas del crecimiento del sector agropecuario, de ninguna manera puede decirse que ello ha sido a costa de eliminar las economías campesinas, que poseyendo el 30,5% del área y recibiendo apenas el 25,3% crédito, la agricultura familiar suministraba el 37,9% de producción.6
 
La investigación realizada en 2010 en Minas Gerais (Brasil), bajo la dirección de Rosemeire Aparecida de Almeida, arrojó resultados sorprendentes sobre productividad de la economía campesina. Entre 1996 y 2006, la agricultura familiar de fríjol y arroz aumentó en 50% la producción por Ha, mientras la agricultura empresarial de soja la incrementó en sólo 7%. La agricultura familiar genera un empleo cada 6,7 Ha y la empresarial un empleo cada 411,5 Ha. Para completar, en esa región brasilera evaluada, aunque los campesinos reciben solamente el 2,4% del crédito, obtienen el 12,2% de la producción agropecuaria.7
 
El modelo vietnamita es muy diferente del brasilero. La gran propiedad fue abolida y las fincas no superan las 6 hectáreas.8 El decreto 100 de 1981 promovió el predominio de las parcelas familiares y el respeto y fomento de la iniciativa campesina. A partir de ahí, la agricultura vietnamita se convirtió en un éxito de dimensión mundial.9 Un aspecto importante del éxito vietnamita ha sido la generación de tecnología propia y adecuada que ha elevado la productividad del pequeño productor,10 demostrando que el avance tecnológico no es exclusivo de la gran agricultura.
 
Por otra parte, Vandana Shiva ha demostrado que las pequeñas granjas que respetan la biodiversidad tienen una productividad mucho más alta en términos de uso eficiente de los recursos y una mayor producción de biomasa y de alimentos por unidad.11
 
En tercer lugar, la apertura a las importaciones agropecuarias puso a la inversión rural entre la espada del latifundio especulativo y la pared del dumping. Ahí sí el potencial del crecimiento de la demanda fue arrebatado por la competencia, pero por los productos extranjeros, situación que se ve ahora reforzada por los tratados de libre comercio con Estados Unidos, la Unión Europea y otros. La “falta de demanda” solamente tiene razón en este sentido reciente, se dejó de proteger la producción nacional de alimentos, cosa que Estados Unidos no ha hecho. Pero, es en este sentido que la falta de demanda no fue tratada por Currie, que por el contrario no vio el potencial que tiene la economía campesina para ampliar el mercado interno cuando sustituye al latifundio especulativo. Desde luego también la empresa agraria amplia el mercado interno, pero también necesita sustituir al latifundio especulativo.
 
Ni la receta Currie ni los tratados de libre comercio pueden servir al campo colombiano. Colombia necesita reforma agraria y protección de la producción nacional.
 
Edición N° 00339 – Semana del 15 al 21 de Febrero de 2013
 
1 Currie, Lauchlin (1966) Desarrollo Económico Acelerado’’. México: Fondo de Cultura Económico, 1968, pag. 47.
2 Currie, Op.cit, p. 53.
3 Currie, Op.cit. p. 95.
4 Mondragón, Héctor 2012 “¡Es la renta de la tierra!”; Caja de Herramientas virtual N° 329.
5 Keynes, John Maynard (1936) Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. México: Fondo de Cultura Económica, quinta edición, 1958, p. 232.
6 Caume, David José “Segurança Alimentar, Reforma Agrária e Agricultura Familiar”; Revista da UFG 5 (1) PROEC, abril de 2003.
7 CPT (2011) “Agronegócio no MS perde em eficácia para a agricultura familiar camponesa”; Ecodebate, 13 de janeiro de 2011.
8 Nova González, Armando (2011) “La agricultura en Vietnam y el nuevo modelo agrícola en Cuba”. IPS, 30 de julio de 2011.
9 Merlet, Michel (2002)  “La serie de reformas agrarias y el éxito de la agricultura familiar”; Fondo Documental Dinámico sobre la gobernanza de los recursos naturales en el mundo. AGTER. Fuente: Dao The Tuan (2001) “Communications écrites et orales à l’atelier Agriculture paysanne et réformes agraires du Forum Social Mondial”, IRAM – APM – CONTAG, Porto Alegre.
10 Bui Ngoc Hung et Duc Tinh Nguyen (2002) “Le développement de l’agriculture vietnamienne au cours des 15 dernières années”; Vertigo 3:2.
11 Shiva, Vandana (2005) “Las Granjas de la Esperanza”; Inter Press Service.
 

Héctor Mondragón
Consultor del Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativo – ILSA
15 de febrero de 2013