Hace un año se reunieron en Pereira, dirigentes cafeteros de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Valle del Cauca, a analizar la situación cafetera y decidieron convocar a un encuentro nacional en Riosucio (Caldas), que se realizó con 700 dirigentes de la mayoría de las zonas cafeteras del país. Allí se concluyó que la crisis cafetera, que comenzó con el rompimiento del Pacto Internacional del Café en 1989, ha tenido varios ciclos pero que el actual se caracteriza porque han confluido tres factores:

 Primero, disminución en la producción (en 1993 Colombia exportó más de 17 millones de sacos, en 2012, se exportaron 7 millones 700 mil y se importó casi todo el café para el consumo interno). Segundo, baja en el precio del café, En diciembre de 2011 la carga tenía un precio de $1.100.000 y cuando se realizaba el encuentro, ya estaba por debajo de los $650.000, hoy está en $490.000, es decir no compensa los costos de producción. Y tercero, la revaluación del peso frente al dólar, lo que ha ocasionado pérdidas por más de 2 billones 100 mil millones de pesos al gremio. Estos tres factores unidos son los que tienen a la caficultura atravesando la más grave crisis de toda la historia y a 550.000 familias productoras en un proceso acelerado de ruina, con las consecuencias funestas para los demás sectores de las zonas cafeteras. También el Encuentro decidió crear el “Movimiento Nacional por la Defensa y la Dignidad Cafetera”, y se definió un pliego de peticiones de 8 puntos.
 
En agosto se realizó la movilización a la ciudad de Manizales con más de 20.000 caficultores, y ratificado el pliego de peticiones se le hizo llegar al presidente Juan Manuel Santos. Las exigencias son: Precio remunerativo y estable; promoción de la siembra del café para evitar la importación del grano; No al aumento de la contribución cafetera; control a los precios y la calidad de los insumos para el café; informe de los recursos o activos que manejó la Federación y el Fondo nacional del café y que el gobierno defina cuál es la entidad que debe seguir atendiendo la asistencia técnica de la producción cafetera; subsidios para el control de roya y broca; atención a las deudas de los caficultores; no a los TLC, especialmente con Estados Unidos y luego se agregó el punto de No a la explotación de la Gran Minería. El día de la movilización, el Gerente de la Federación, Luis Genaro Muñoz, manifestó desde Pereira, que el aumento de la contribución cafetera no iría en la Reforma Tributaria. Ese fue el logro de la movilización.
 
Se continuaron programando actividades de presión, como jornadas en octubre, un plantón en Bogotá donde se iba a realizar el Congreso nacional cafetero el 28 de noviembre, encuentros nacionales y otras. Sin embargo, el gobierno lo máximo que ofreció inicialmente fue un Apoyo al Ingreso Cafetero (AIC) de $2.000 por arroba que se vendiera por debajo de $65.000 y luego lo incrementó a $6.000, de finales de noviembre hasta el 31 de enero, cuando ya no hay café, y cuando el precio de la arroba ha estado por debajo de los $530.000. Viene luego a Chinchiná para sellar el acuerdo para la prosperidad cafetera y lo que entrega es un baldado de agua fría, prolongando la agonía hasta junio con el mismo AIC.
 
Ante la indolencia del gobierno, que pareciera no importarle para nada la suerte de los caficultores y de los habitantes de esas zonas, pues tiene puesta su atención en la locomotora minero-energética, en la aplicación de la reforma tributaria, y en servirle a las multinacionales mineras y a los magnates del gran capital financiero, los cafeteros, no tienen otra alternativa que ir al paro cívico nacional cafetero de carácter indefinido, que comenzará el 25 de febrero y al que están invitando a todos los sectores sociales, económicos y políticos de estas regiones a sumarse al paro, porque la crisis no afecta solamente de los productores.
 
Antonio José Gutiérrez Blanco, Armenia, febrero 17 de 2013