Los medios de comunicación al servicio del capitalismo nos han mostrado a Chávez como el demonio y en el imaginario de muchas generaciones existe un gran vacío de saber. Sin embargo para muchas de nuestras culturas indígenas el demonio o el diablo no es malo, en la cultura Quechua le llamamos SUPAY y es un espíritu que parece maligno pero no lo es, es una divinidad, es alegre, transformador, trae la fuerza de la fiesta, es multicolor, es seña del tiempo.

 
Nuestras culturas rendían culto a SUPAY y cuando llego la conquista con su espada y la iglesia, nos lo cambiaron por el demonio o el diablo, por tanto nuestros pueblos para escapar al dolor y la muerte que imprimió la iglesia siguieron alegrando el corazón con ese diablo impuesto, por tanto decimos que no importa que no lo pinten con cachos y cola pero en nuestro corazón lo que vemos es la fuerza de una de nuestras divinidades y que en este caso es metafórico para resaltar la figura de Hugo Chávez que seguirá dando buenas señas, las señas de Supay. Desde nuestra visión Quechua, siento además que seguimos avanzando como humanidad hacia el nuevo tiempo, haciendo posible el nuevo sol, estamos recogiendo lo que llamamos las señas del Pachakutik, “tiempo de transformación” en donde el Pachacutik no llega solo, trae alegría pero también dolor, la bondad avanza pero la maldad no descansa, el amor florece y el odio intenta marchitar la vida, la verdad se levanta pero la mentira se pinta la piel y cumple su papel de engaño, se despierta la solidaridad entre los pueblos pero el colonialismo infunde egoísmo y ambición, aun así la utopía es mucho más fuerte, los sueños por un mejor vivir, por una vida digna, en donde tenga cabida la sonrisa y la voz de los niños y niñas del mundo, en donde los abuelos sigan siendo parte de nuestra memoria, en donde los jóvenes sigan retomando la historia profunda y transformadora de nuestros pueblos, en donde la madre tierra no siga siendo una bolsa de mercado, esto es fuerte y habrá que tener los sentidos bien despiertos para ir gestando un mejor vivir para el planeta y para las nuevas generaciones.
 
La partida de Chávez es otra seña del Pachacutik, una seña que anuncia parte de esas grandes transformaciones y que ratifica que los hombres y mujeres que luchan por un mundo mejor, los que dan su vida por la vida a pesar de los odios, no mueren jamás, es una seña hacia la ternura, el tiempo del nuevo tiempo que anuncia que el amor saldrá a flote para derrotar a los barqueros de la guerra, el odio y la muerte. Hay que seguir redoblando esfuerzos para saber recoger semilla, para seguir transmitiendo canto, poesía, esperanza, para no dejar que el colonialismo y aquellos mensajeros de la muerte arrebaten la alegría de los pueblos que han logrado sismos en el corazón y el pensamiento. El mejor homenaje para este hombre es seguir fructificando las resistencias por la vida desde nuestra propia historia, desde los saberes populares, desde el arte, desde la capacidad de tejer sueños, porque de verdad, “otro mundo es posible”, un mundo en donde los lenguajes, la ciencia, la tecnología, los bienes de la naturaleza sean a favor del prodigio de la vida.
 
Chávez tuvo la capacidad de entender el pensamiento libertario de Bolívar, con esa visión supo leer la historia de su pueblo, de América y del mundo, supo tender la mano solidaria a los Pueblos que luchan por un mundo justo, tuvo el coraje de enfrentar el intervencionismo norteamericano y europeo que solo ha visto nuestros pueblos como su finca, Chávez infundio unidad y coraje para hacer frente a ese intervencionismo en nuestras naciones, Chávez es ejemplo de sensibilidad, de búsqueda de unidad para esa reconstrucción de la América Profunda. Siento que el viento trae buenas señas mientras este jinete del bravo llano venezolano se une a Martí, al Che Guevara para retornar desde otros caminos a infundir mayor fuerza en el corazón y los sueños de muchos hombres y mujeres en esta tierra.
 
Por: Fredy Chikangana – Poeta Quechua Yanakuna – Colombia. (Este es un pequeño homenaje a Chávez y a Venezuela).