Víctor Carranza, es, según lo describe el titular del diario El Espectador: “La oveja descarriada que defiende la iglesia”.
Monseñor Héctor Gutiérrez, Obispo de Engativá, se ha referido a “Don Víctor” en términos que solamente pueden calificarse como expresión de devoción hacia este reconocido capo de esmeralderos y escuadrones de la muerte. Según Monseñor Gutiérrez:
“Fue un líder, un hombre que no sólo sabe de esmeraldas y de negocios. Es un caballero interesado por la paz, por el bien de la comunidad por eso yo como obispo acogí su bondad y la ayuda que me presentó. Por eso no lo he abandonado en estos momentos de enfermedad”.
Falta esclarecer mucho sobre esta relación de altos prelados de la iglesia católica con Carranza, a la vez que recabar evidencias sobre las ayudas que ha recibido la iglesia católica por parte de Don Víctor. El Obispo, visitó a Carranza en una clínica al norte de Bogotá donde es tratado de cáncer de próstata, pulmón y huesos.
Merece este tipo de devoción eclesiástica al más alto nivel Víctor Carranza?
El Padre Javier Giraldo, reconocido jesuita, defensor de derechos humanos y vocero del Tribunal Internacional de Opinión Lelio Basso, es co-autor de un libro titulado “El Patrón” sobre Víctor Carranza. Esta extensiva y cuidadosa investigación denuncia, entre otros muchos, los más de 1000 crímenes cometidos en el Meta entre 1985 y 1995 y la participación de Carranza en el exterminio de la Unión Patriótica:
“Según cuenta el padre Javier, Carranza está vinculado a una organización que alude a su nombre: “los carranceros” que hace presencia en los once departamentos donde tiene su imperio económico. “Nosotros contabilizamos más de 1000 crímenes en 10 años y sobre esos queríamos hacer la Comisión de la Verdad. El desenlace más terrible fue cuando mataron a Josué (Giraldo, un abogado defensor de derechos humanos que creó esta comisión) en 1996. Los hilos que logramos agarrar en el período de investigaciones todos desembocaban en ese señor (Carranza). Detrás de todos los sicarios y grupos paramilitares que iban apareciendo, detrás de los crímenes, estaba él y su estructura que se extendía con mucho poder más allá del Meta al Casanare, Vichada y Arauca”.”
Ante esta evidencia contundente, queda expuesta una relación non-sancta entre altos jerarcas de la iglesia católica y un personaje con un largo y tenebroso prontuario criminal cuya impunidad involucra simultáneamente al Estado colombiano y a autoridades al más alto nivel.
Serio desafío se le plantea en concreto ante esta situación desde Colombia al recién ungido Papa Francisco, quien tiene ahora la oportunidad de definir con firmeza la posición de la iglesia entre la complicidad y la bendición a un criminal impune o la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas. Estará la iglesia con Dios o con el Diablo?
Jorge Mario Bergoglio, ya tuvo que enfrentar este mismo dilema ante la Dictadura Militar Argentina y no salió bien librado. Entre la relación non-sancta de un obispo con Don Víctor y la exigencia de justicia para las víctimas de un criminal consumado denunciado por un sacerdote jesuita, ¡cual será la posición de la iglesia que busca superar los escándalos en los que está sumida?
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