El anuncio de un incremento en las tarifas de los autobuses urbanos en la ciudad de São Paulo, fue el origen de las protestas masivas más grandes y reprimidas de los años recientes en la ciudad más grande de Brasil.
 

 
Convocadas en un primer momento por el Movimiento Pase Libre (MPL), las miles de personas que ocuparon las calles y las distintas terminales de pasajeros (cuatro veces en una misma semana), vieron crecer la adhesión al movimiento, junto con la represión policiaca.
 
El Movimiento Pase Libre fue acusado por las autoridades y por los grandes medios de promover el desorden y el vandalismo. Pero ellos dicen que el movimiento ya es mucho más grande de lo que pueden controlar. “Está fuera del control. Hay una revuelta popular que existiría aunque no estuviéramos ahí. Cuando se decretó el aumento, también se decretó la revuelta popular. La situación es muy grave y así lo va a seguir siendo mientras la policía reprima”, dice el estudiante Caio Martins.
 
Para el MPL, la violencia ya era esperada, aunque no en estas proporciones. Luiza Mandetta defiende que la reacción del alcalde Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), evidencia la verdadera cara del partido de Lula. “No fue una sorpresa la actitud de Haddad, que muestra mucho de lo que es el PT hoy: un partido que se dice de izquierda, que fue formado por el trabajo de base junto a movimientos sociales y que hoy los criminaliza abiertamente. Haddad defendió la acción de la policía, bajo la justificativa que obstruir las vías públicas pone las personas en riesgo y que, por lo tanto, la represión policiaca estaba autorizada”, declaró Mandetta.
 
Fernando Haddad llegó al poder después de una campaña que puso a los jóvenes en primer plano. A través de su eslogan “existe amor en SP”, prometió una transformación en la relación entre gobierno y ciudadanos. Con relación al tema de los transportes, una de sus primeras medidas fue crear una tarjeta mensual con la intención de reducir el costo para los usuarios del transporte público. Sin embargo, los militantes acusan que esta solución está muy lejos de lo que la ciudad necesita. “Haddad no puede huir de su responsabilidad y esconderse detrás del boleto mensual. Esta propuesta beneficiará a pocos usuarios y aumentará en más de 50 por ciento el subsidio del Estado, algo que podría ser revertido en la disminución de la tarifa”, critica Rafael Siqueira, del MPL.
 
El problema del transporte, defienden los activistas, es algo que ya no puede ser ignorado. “El transporte hoy es el tercero mayor gasto de la familia brasileña, lo que significa que la población ya no tiene derecho a transitar”, denuncia Rafael Siqueira. El PT ya lo sabe hace mucho tiempo, ya que el primero proyecto de extinción de las tarifas de transporte público vino de un gobierno petista. Fue Lucio Gregori, secretario de transportes de la gestión de la alcalde Luiza Erundina, en 1990, quien lo propuso.
 
Hoy, 23 años después de la primera propuesta, la tarifa libre es tratada como “anarquía”. Para el sociólogo Wagner Iglecias, profesor de gestión de políticas públicas de la Universidad de São Paulo, los discursos mediáticos y el de la clase media conservadora son los responsables de que se analice sin profundidad la cuestión. Según Iglecias, “el discurso mediático siempre se preocupa con los impactos en el tráfico, sobre todo con los coches. Es como si el espacio público fuera solamente lugar de la locomoción ordenada entre dos espacios privados: de la casa para el trabajo y del trabajo para la casa. Pero ¿quién dijo que el espacio común no puede ser el lugar de discusión de los temas y problemas que son comunes a todos?”, indaga Wagner.
 
Para Iglecias, más que el problema específico, las manifestaciones de la última semana muestran una fuerza joven. “Está equivocado quien piensa que lo que vemos aquí o en Turquía, esté motivado solamente por 20 centavos más en la tarifa del transporte o por algunos árboles menos en una plaza. Los jóvenes descubrieron la libertad y la horizontalidad en el internet, y ahora también las quieren probar en la política”, afirmó el profesor.
 
Las movilizaciones Los manifestantes defienden que el transporte público es un derecho de todos, ya que representa la capacidad de libre locomoción garantizada por la Constitución federal. Para ellos, la tarifa propuesta de 3 reales con 20 centavos (cerca de 19 pesos mexicanos) es una violencia contra la mayor parte de la población. “La gente tiene que buscar otras fuentes de ingresos o hasta comer menos veces al día para poder seguir pagando su boleto. En 2010, 37 millones de brasileños no tuvieron condiciones de pagar la tarifa y por esto estuvieron impedidos de acceder a educación, trabajo, salud, cultura y diversión. Cada vez que sube la tarifa, este número también se incrementa”, declaró la militante del MPL, Luiza Mandetta, en entrevista con Desinformémonos.
 
Durante la tercera manifestación contra el aumento de la tarifa, el martes 11 de junio, la policía militar detuvo a 13 personas. Los profesores, obreros, estudiantes y hasta periodistas (que reportaban la protesta), fueron acusados de daño al patrimonio público y formación de pandilla. Los jóvenes, de edades de entre 19 y 27 años, siguen presos, ya que la fianza establecida por la policía fue de 20 mil reales (cerca de 120 mil pesos mexicanos). Pase Libre hace un acopio para obtener el monto necesario para sacarlos.
 
Pedro Nogueira, periodista de la página Aprendiz, fue uno de los detenidos por la policía mientras realizaba su trabajo. Nogueira, de 27 años, quiso impedir que los policías golpearan a una mujer. “Aun comprobando que trabajaba cubriendo el evento, y sin ninguna prueba de la absurda acusación en su contra, Pedro sigue encarcelado. Todavía con las marcas de tortura y con la solidaridad de distintas entidades, está en la Segunda Delegación de Policía, con otras personas, incluso con otro periodista, Raphael, que está gravemente herido. Reporteros de los grandes periódicos detenidos en la manifestación fueron liberados en media hora, ¿por qué la diferencia?”, indaga Júlio Delmato, amigo del periodista preso.
 
En la manifestación del jueves 13 de junio, 68 personas fueron detenidas antes del inicio de la marcha. La justificación: los detenidos portaban megáfonos y botellas de vinagre – que serían usadas para cancelar los efectos del lacrimógeno. Periodistas de tres distintos medios una vez más estuvieron entre los que se llevaron los policías.
 
La marcha salió del centro de la ciudad y la policía militar buscó impedir que la multitud, estimada en 30 mil personas, llegara a la avenida Paulista, destino final de la manifestación. Para esto, los encorralaron y los separaron en grupos más pequeños, utilizando para esto bombas de gas lacrimógeno y balas de goma.
 
La estudiante de comunicación Thais Bernard cuenta como la manifestación pasó de un acto pacífico a “una guerra de un sólo ejército”: “Todos estábamos organizados y pacíficos hasta que el grupo de choque de la policía disparó bombas de gas lacrimógeno sin justificación alguna contra los que caminaban. Corrí y me sentí dominada por la impotencia. Muchos manifestantes perdieron el control, ya que fuimos cobardemente encorralados e impedidos de caminar por nuestro derecho a transitar”, narró Thais.
 
Publicado el 17 de junio de 2013
http://desinformemonos.org/2013/06/sao-paulo-una-revuelta-por-la-libertad-mas-que-por-el-transporte/