Naka Mandinga, quien fuera bautizado en una iglesia católica en 1956 con el nombre de Jorge Isaac Aramburo, descubrió años después que sus familiares fueron secuestrados al occidente de África, territorio ocupado hoy por los estados de Malí, Guinea, Conakri y Costa de Marfil, precisamente donde quedaba el antiguo reino de los Mandingas.
Por esa razón, el asumió ese nombre: Naka Mandinga, y con ese nombre, viene militando en un sector del movimiento social afrocolombiano, denominado Proceso de Comunidades Negras de Colombia-PCN, que está integrado por más de 80 organizaciones, consejos comunitarios y cientos de personas.
El es miembro del Proceso de Comunidades Negras-PCN, “uno de los sectores que incidió en la Constituyente de 1991 logrando que Colombia fuera reconocido como un país pluriétnico y multicultural, en ese camino también lograron la Ley 70 de 1993, que reconoce el derecho a la propiedad colectiva sobre los territorios que han venido ocupando en tierras baldías y rivereñas de la cuenca del Pacífico. Además esta Ley, establece mecanismos para el fomento del desarrollo económico y social y para la protección de la identidad cultural de las comunidades afrocolombianas”, son las palabras de Naka Mandinga, quien fue uno de los ponentes invitados al III Foro No Violencia y Paz realizado en Armenia Quindío.
A continuación compartimos un primer apartado donde nos narra las diferentes estrategias de lucha que las y los afrodescedientes han tenido que librar, sufrir y caminar para reconstruir su cultura en medio de la esclavitud, la represión y la discriminación. Leamos al compañero Naka Mandinga:
El análisis que hicimos de esta situación en el contexto nacional del país nos llevó a descubrir que en algún momento éramos inconstitucionales, porque la Constitución de 1886 no hablaba de la presencia de los descendientes de los africanos en este país. En los planes de estudio emanados por el Ministerio de Educación nosotros aparecíamos como sinónimo de esclavitud. Si bien es cierto que nuestros antepasados soportaron la dominación de un imperio que los esclavizó, eso no significa que tenemos alma de esclavos. Concluimos también en nuestra reflexión que como afrocolombianos hemos hecho grandes aportes a la construcción del Estado y que poco hemos recibido en compensación.
Nuestras luchas para lograr la libertad
Nosotros los afrodescendientes que vivimos en este país que nos llamados afrocolombianos, somos descendientes de esos africanos libres que sufrieron la dominación de un imperio y que fueron esclavizados en este territorio. Para conquistar nuestra libertad necesitamos de diferentes mecanismos significantes como el proceso del cimarronage, la automanomisión, algunas leyes estatales, entre otras.
El cimarronaje consistía en la fuga de los esclavos, ellos se escondían en la selva y constituían sus palenques o quilombos, y allí establecían su propia forma de organización social, es decir, que los palenques no fueron meros lugares de escondites, sino lugares donde la gente tuvo la oportunidad de recrear su cultura y las otras formas de organizarse socialmente.
Hubo otro mecanismo llamado la automanomisión, significaba que el esclavo después de las largas horas de trabajo forzado obligatorio dedicaba una parte de su tiempo de descanso a trabajar para ir reuniendo la producción con la cual pagaría su libertad.
Por último, a través de leyes estatales, hablamos de la Ley de Manumisión de Partos, aquella que establecía que los nacidos ya no serían esclavos. La Ley 21 de 1851 que aprobó el presidente José Hilario López, que establecía que a partir de enero de 1952 no se podía ejercer la práctica esclavista en el territorio nacional.
Estas leyes no fueron un regalo del Estado, fueron producto de la presión de los movimientos antiesclavistas.
Mientras luchábamos contra la esclavitud para liberarnos, los criollos buscaban la libertad de mercado
Podemos observar que países como Inglaterra pioneros en secuestrar africanos para traficar a América, comenzaron a luchar contra la esclavitud. Y la historia que escribieron los esclavistas lo muestran como solidarios con nosotros, pero resulta que la revolución industrial comenzó por Inglaterra y allá tenía muchos productos para comercializar.
Como afrodescendientes participamos en el movimiento independentista de este país, nuestros antepasados lucharon con las armas al lado de Simón Bolívar y Santander a cambio de nuestra libertad, pero el concepto de libertad según los criollos, era muy distinto al de los esclavos negros. Los criollos hablaban de libertad de mercado, porque necesitaban salir del monopolio de España, que monopolizaba todos los productos que salían de América y los comercializaba con otros países europeos. Entonces la libertad de los criollos era para no depender más de España y poder comercializar los productos con otros países de Europa que les ofrecían mejores garantías comerciales.
El esclavo negro pensaba en la libertad humana, en su libertad como persona, porque en ese momento su persona le pertenecía al esclavista, quien era dueño del negro. En esa lucha, muchos países como Haití que estaba gobernado por el afrodescendiente Alejandro Pétion, apoyo a Simón Bolívar con barcos, soldados, municiones y provisiones a cambio de la libertad de los esclavos negros. Participamos en esa lucha a cambio de nuestra libertad y se logra la independencia del subyugo español, pero nos llevamos la decepción de que seguimos siendo esclavos en un país que ayudamos a independizar.
La abolición de la esclavitud premió a los esclavistas, no a quienes estuvieron privados de la libertad
La Ley de la Abolición de la esclavitud, fue extremadamente injusta con los esclavos, porque indemnizaban era a los esclavistas por cada esclavo que dejaban libre y no a los esclavos. Estos hombres y mujeres que por generaciones no habían tenido oportunidad de pensarse ni decidir sobre su destino, fueron soltados a su propia suerte. De esta manera fuimos dispersados por todo el territorio nacional, la mayoría nos concentramos en esos territorios considerados inhóspitos, selváticos donde podíamos tener acceso más fácilmente a los recursos que nos ofrece la naturaleza, como los bosques, la fauna, los peces, el agua.
Por esa razón, el último gran territorio de la comunidad negra en Colombia, es la cuenca del Pacífico, territorio más parecido a las selvas africanas. Allí en ese territorio, en armonía con muchos pueblos indígenas reconstruimos nuestra propia forma de vida. Renacimos. No podemos negar que gran parte de nuestro mundo cultural africano fue erradicado, nos sacaron de las mentes gran parte de nuestra cultura, pero allí reconstruimos nuestro mundo cultural con elementos de la cultura africana y de la cultura indígena.
Nosotros no podemos esperar que un afrodescendiente sea igual culturalmente a un Zulú, a un Suajili, a un Mandinga o aun Bambará. Nosotros nos llamamos renacientes, renacimos culturalmente en el Pacífico y en otros regiones de los valles interandinos, donde han construido ancestralidad en armonía con el medio natural.
El modelo impuesto por las transnacionales, no armoniza con nuestro mundo cultural
Para nosotros a diferencia del concepto de la cultura occidental apropiada por el banco mundial, donde la tierra es vista solamente como medio de producción y que para producir riquezas se requiere de esa trilogía: tierra, capital y trabajo. Para nosotros la tierra es un espacio de vida, hace parte íntegra de nuestro ser.
NO podemos desligar el suelo de los otros elementos socioculturales y espirituales que se dan en él. La armónica relación nuestra con ese medio es lo que consideramos que nos genera el buen vivir, pero históricamente venimos siendo víctimas de ese modelo desarrollista capitalista que mira los recursos como medios de producción de riqueza y se dedica a explotar indefinidamente recursos que tienen fin.
Esas dos lógicas son contradictorias. Nosotros tenemos ejemplos claros, vivimos en un territorio rico en bosques y en fauna que nos proporciona la alimentación: la guagua, el venado, el tatauro, pero el Estado a través de sus macro proyectos nos propone llenar este territorio del monocultivo de la palma aceitera para que las empresas nos generen empleo. Pero ¿será que con lo que me va a pagar la empresa alcanzará a comprar la guagua, el pescado, el guatín?. Por lógica no voy a poder comprar esto, entonces por lógica ese modelo no nos sirve. No armoniza con nuestro mundo cultural.
Transcripción: Tejido de Comunicación ACIN
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