Con todo el revuelo de las elecciones y después de que Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga tuvieran las mayores votaciones, pareciera que muchos vieran en el voto su única participación política. Durante todo el año y en todo el país hay movilizaciones, asambleas, reuniones, mingas etc. Espacios de encuentro de los pueblos y comunidades. ¿Cuántas movilizaciones van en lo corrido de este año por la salud, la educación, el agro, por el respeto y el derecho a la vida y al buen vivir, y cuántos de estos espacios se estarán gestando en estos momentos?
Decir que ante la candidatura de Zuluaga, Santos es una propuesta más pacífica o de paz, es como afirmar que el único que la puede realizarla es él. Para nosotros este gobierno fue sinónimo de la locomotora minero energética y los TLC, de la privatización de los servicios y recursos, en el fondo esta es la raíz de la crisis que sufre el agro y el país.
Recordemos que semanas atrás los campesinos salieron a las calles, las dignidades agropecuarias se alzaron en exigencias por el incumplimiento de los acuerdos alcanzados el año pasado, aquellos que trabajan la tierra, que siembran comida irónicamente se mueren de hambre a causa de las políticas que ha implantado este gobierno, gobiernos anteriores y las que se viene con alguno de estos dos candidatos para la segunda vuelta de las elecciones.
Desde el paro agrario del año pasado (2013) al de este año (2014) muchas cosas cambiaron, varias fichas se movieron a favor de la campaña reeleccionista de Santos y las negociaciones en la Habana. En la segunda etapa del paro, mientras las dignidades agropecuarias bloqueaban las vías buscando la atención de un gobierno que nuevamente se limitó a ignorarlos (pero no a través de las armas y la fuerza) otras organizaciones sociales, más específicamente las agrupadas en la Cumbre Agraria: Campesina, Étnica y Popular realizaban acciones simbólicas a favor de la “paz” y negociaban con el gobierno. De hecho el decreto firmado por el Ministro del interior Aurelio Iragorri por el cual se regula un espacio de interlocución y participación con las organizaciones de la Cumbre agraria: Campesina, Étnica y Popular, decreta que las negociaciones por ningún motivo se llevarán a cabo mientras se estén bloqueando vías o haya “irrupción de libertades de circulación”. Cuando este espacio, aquella mesa de interlocución se logró por las vías de hecho.
El paro agrario dejó ver una polarización de las luchas populares a raíz de la paz proclamada por Santos y las Farc. Una división que se percibe mejor si vemos la realidad de los pueblos que sufren la guerra de aquello que negocian la paz. Durante las negociaciones en la Habana la militarización de nuestros territorios siguió aumentando de la mano de proyectos minero energéticos legales e ilegales con actores armados legales y/o ilegales, y la mayor cuota de sangre la seguimos poniendo nosotros, los pueblos.
Cuando se tiene como principal fuente de información los medios masivos de comunicación obviamente esta polarización no se deja ver, pero a medida que se acercaban las elecciones el chicharrón se iba creciendo y todo el mundo se fue haciendo amigo de todo el mundo. Esas incongruencias que para los movimientos y organizaciones sociales y populares eran internas, se convierten hoy en tema nacional e internacional, en la paz de Colombia. ¿Pero cuál es la paz que se habla desde arriba? La paz del neoliberalismo; que es la misma de Santos, la de la minería, los TLC, la militarización, el terror y la guerra, los falsos positivos, la del ejército, los bombardeos, las balas, la de que se arrodilla a las multinacionales; la de las Farc, la del “ejército del pueblo”, la de la chiva bomba, la de los hostigamientos, los tatucos, las amenazas, la de la Habana, la de Piedad Córdoba y de ahí para abajo. Esta es la “paz” que nos imponen con el voto del miedo, pues la otra opción es la misma dictadura del ventrílocuo Uribista de la motosierra, los paramilitares, el desmembramiento y las fosas comunes. Así como en Buenaventura con las casas de pique, las Bacrim y la Alianza del Pacifico en el gobierno de Santos, no en el de Uribe, que es la misma vaina. Ambas candidaturas están regidas bajo el mismo modelo extractivita, de despojo y muerte.
Es ahora donde la cruzada por la paz de Santos deja ver su verdadera cara, está podrida. Es una contradicción creer que apoyar la paz con la “paz” electoral – no sólo en su campaña reeleccionista sino desde que iniciaron los diálogos con las Farc -. No es posible que los que han hecho la guerra hagan la paz. Las cosas hay que llamarlas por su nombre, lo que sí es posible es exigir a los armados que dejen los fusiles y nos dejen de matar, esa sería la finalidad de las negociaciones en la Habana, y la PAZ, la verdadera, la construyen los pueblos, la gente de base, desde abajo.
Estas votaciones dejaron un antecedente importante. En Piedras – Tolima gano el voto en blanco como respaldo a la consulta realizada el año pasado donde la comunidad rechazó la explotación minera de la multinacional Anglo Gold Ashanti. Una votación que hubiese favorecido específicamente a uno de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta sería contraproducente y contradictoria, pues tanto Santos como Zuluaga son sinónimo de minería, más cuando se está hablando de La Colosa, la mina a cielo abierto más grande de Latinoamérica.
Es de aclarar que no son dos las opciones a la hora de votar. Aparte de los dos candidatos, que realmente es como si fueran uno solo (Santos como Uribe y Zuluaga comparten políticas similares); está el voto en blanco como un derecho político de los colombianos. Aunque este último no tenga peso jurídico es sin duda una forma de protesta en esta democracia bárbara y deshumanizada.
Todos queremos la paz ¿Quién no la quiere? pero la paz que buscamos las comunidades no requiere que vendamos o regalemos nuestra dignidad a un gobierno que nos ha masacrado, por eso en el momento de elegir, elegimos la vida. Más cuando cualquiera que sea electo llegará con toda la maquinaria de muerte. Es necesario no olvidar, pues el olvido también mata y entierra y nadie sabe dónde. “Si el ser consecuente es un fracaso, entonces el ser incongruente es el camino al éxito, la ruta al poder, pero nosotros no queremos ir para allá, no nos interesa, en esos paramentaros preferimos fracasar que triunfar”.
Por: Tejido de Comunicación y Relaciones Externas para la Verdad y la Vida
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