¿Carece el Estado colombiano de capacidad para descubrir a los autores de las numerosas y constantes amenazas producidas por los grupos neoparamilitares? ¿O carece de la voluntad necesaria para lograrlo?

Varias de esas amenazas se han emitido en las tres últimas semanas de manera preocupante. Las tres primeras fueron enviadas por correo electrónico el 8 y 9 de septiembre, contra 84 defensoras y defensores de derechos humanos, desde los sitios aguilasnegrasbloquecapital@gmail.com y joseperalta1981mas@gmail.com. Otras dos, rubricadas por el “Grupo Armado Los Rastrojos-Comandos Urbanos”, fueron entregadas en físico el 22 de septiembre contra ocho líderes sindicales, de derechos humanos y de paz, y el 24 de septiembre contra 20 activistas similares del departamento de Córdoba y los dirigentes políticos Claudia López, Piedad Córdoba e Iván Cepeda.

No es la primera vez que esto ocurre: desde la supuesta desmovilización de los paramilitares en 2006, las Águilas Negras hicieron su aparición, con mensajes intimidatorios contra activistas sociales y defensores de derechos humanos. Extrañamente, las autoridades no han podido descubrir a nadie vinculado a su dirección electrónica aguilasnegrasbloquecapital@gmail.com, que ha sido utilizada en forma reiterada durante los últimos ocho años. El Programa Somos Defensores ha registrado 260 amenazas atribuidas a las Águilas Negras desde enero de 2010 hasta junio de 2014, 101 de ellas realizadas por correo electrónico (www.somosdefensores.org).

Hay material adicional de análisis en las 104 amenazas atribuidas a los Rastrojos desde 2010, 49 de ellas por correo electrónico. Y otros grupos paramilitares son autores de 174 amenazas registradas por dicho programa en el mismo período, 44 de ellas por correo electrónico. Quizás en este abundante material probatorio pueda descubrirse de paso al hacker de los correos del jefe de negociadores del Gobierno en La Habana, Humberto de la Calle, interceptados 17 veces, según dijo.

Algunas autoridades suelen afirmar que las Águilas Negras no existen. Esa creencia es contraria a la evidencia de asesinatos como el de Julio César Mosquera en Riosucio (Chocó), o el de Charly Cuero Bedoya en Olaya Herrera (Nariño), el 30 de junio y el 20 de diciembre de 2012, entre muchos otros graves crímenes que demuestran su letal existencia (Rev. Noche y Niebla # 46 y 47). Además, hay indicios que permiten sospechar de alguna relación entre las Águilas Negras y los Rastrojos. Qué decir de los Urabeños, que han amenazado el 29 de septiembre a periodistas de Cali y Buenaventura por la captura de alias la Chili.

Tanto por el proceso de paz como por la seguridad de todas las personas en Colombia, urge descubrir y desmantelar esta tenebrosa red de piratas y asesinos. Cada seis días, en promedio, se está privando de la vida a un defensor de derechos humanos en el país actualmente. Casi la mitad de ellos han recibido antes amenazas de estos grupos. De 108 homicidios de defensores de derechos humanos registrados entre enero de 2013 y junio de 2014 por el Programa Somos Defensores, 44 habían reportado amenazas. Son muertes anunciadas. ¿Qué hace falta para parar este escándalo de una vez por todas?

 

Por: Gustavo Gallón

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