Con motivo de las negociaciones de la ONU sobre cambio climático en Lima, Perú -conocidas como la COP20-, advertimos que rechazar REDD+ y los ‘servicios ambientales’, bajo el paraguas de la ‘economía verde’, son una parte central de nuestra lucha contra el capitalismo y las industrias extractivas y la defensa de los territorios, la vida y la Madre Tierra.

Los acuerdos de las Naciones Unidas sobre el clima han fallado en reducir las emisiones de gases que generan el calentamiento global. De hecho, los mecanismos y políticas surgidos a partir de estos acuerdos, entre los que está REDD+, han permitido continuar, legitimar e intensificar actividades destructivas como son las mineras, petroleras, gasíferas y de carbón, los monocultivos forestales y la agroindustria, entre otros. Estas industrias, que son las principales causantes de la crisis climática, han adoptado discursos de ‘sostenibilidad’, ‘deforestación cero’, ‘responsabilidad socioambiental’,‘desacoplamiento’ o ‘proyectos bajos en carbono’ bajo el paraguas de una economía “verde”. Pero sabemos que mas allá de la propaganda para lavar sus imágenes, el modelo extractivista y el capitalismo global institucionalizado siempre resultan en el saqueo de la Madre Tierra, así como en el despojo, violencia, destrucción y criminalización de sus comunidades, pueblos, tierras y territorios.

En el marco de la economía ‘verde’, sus promotores pretenden hacernos creer que es posible un ‘crecimiento sustentable’ de la economía, que se puede ‘desacoplarse de la naturaleza’ con las formas de producción capitalista o que es factible ‘compensar’ o ‘mitigar’ la contaminación o la destrucción de un lugar con la ‘re-creación’ o ‘protección’ de otro. Bajo una lógica injusta y colonialista, la economía ‘verde’ subyuga a la naturaleza y a los pueblos autónomos al imponer restricciones sobre el uso y control de sus territorios para llenar los bolsillos de algunos pocos, incluso cuando las comunidades mantienen los títulos de propiedad.

Uno de los pilares fundamentales del nuevo capitalismo global son los ‘servicios ambientales’. Estos significan el sometimiento, financiarización, mercantilización, servidumbre y esclavitud de la naturaleza a la lógica del capital. El mercado de carbono, la compensación de biodiversidad o los mercados de agua son parte de esta forma de capitalismo. Los ‘servicios ambientales’ son en sí mismos dependientes del modelo económico hegemónico.

Una de sus formas es el programa para la Reducción de las Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques (REDD), y de la conservación, el manejo sostenible de los bosques y el aumento de ‘reservas’ de carbono (REDD Plus o REDD+), y ahora también, la agricultura llamada ‘climáticamente inteligente’. Los impulsores de REDD+ esperan que la COP20 en Lima siente las bases para incluirlo formalmente en el próximo acuerdo internacional sobre clima en el 2015 durante la COP21 en Paris. De todas maneras, desde hace varios años existen proyectos y programas de este tipo, que están además en constante expansión. Varias empresas, ONG y gobiernos, así como los fondos de carbono del Banco Mundial y de la ONU, están empeñados en seguir adelante con este negocio.

En la práctica, dado que los bosques se encuentran principalmente en tierras indígenas y que las campesinas y los campesinos alimentan al mundo, estos esquemas convierten a los territorios indígenas y a las tierras agrícolas tanto en ‘sumideros’ de dióxido de carbono como en ‘bancos’ de agua o biodiversidad.

Por otro lado, desde el punto de vista de combatir la deforestación, el mecanismo es también absurdo, pues mientras más deforestación y amenazas a los bosques haya, más proyectos REDD+ pueden ser justificados y llevados a cabo con el objetivo de vender la ‘escaza’ mercancía del carbono.

Así, con REDD+ la capacidad de los bosques y suelos de absorber carbono y retenerlo, de las plantas de hacer fotosíntesis, de criar el agua, de cultivarse o de crear biodiversidad está siendo cuantificada, monetarizada, apropiada, privatizada y financierizada como cualquier mercancía. El comercio de ‘servicios ambientales’ también impulsa la impunidad de los contaminadores y destructores porque en lugar de aplicarse la ley para prohibir contaminar y deforestar, lo pueden ‘compensar’ y además evita combatir el cambio climático pues no se ataca lo que lo provoca. La imperante necesidad de no extraer más hidrocarburos fósiles, de detener la agricultura y los monocultivos industriales o de asegurar el respeto de los derechos de los pueblos indígenas, dependientes de los bosques y campesinos a manejar y controlar sus territorios no son temas en las agendas de las negociaciones, por lo que la espiral continúa y se acrecienta.

Un claro ejemplo de lo nefasto de los proyectos tipo-REDD+ es aquel firmado entre los estados de California en Estados Unidos, Chiapas en México, y Acre en Brasil, que pretende que las industrias que contaminan en California puedan continuar haciéndolo a cambio de la compra de créditos de carbono de actividades REDD+ en Acre y Chiapas. Si bien Acre suele ser presentado al mundo como el ‘modelo de la economía verde’, la realidad es otra: el comercio de carbono que facilita la explotación de madera vienen dejando devastación en los territorios y viola los derechos de los pueblos de los bosques (1), como está siendo reportado por la red DHESCA de derechos humanos, después de su misión en Acre en 2013 (2). Otros ejemplos incluyen el caso de la comunidad N’hambita en Mozambique, que firmó un contrato con la empresa inglesa Envirotrade para que ésta comercialice créditos de carbono REDD+, por el cual sus habitantes, en lugar de alimentos, tendrán que ‘cultivar carbono’ en sus territorios durante 99 años (3). Otros ejemplos como en Kenia (4), Congo (5), Papua Nueva Guinea (6), Camboya (7), Brasil (8), y más casos, demuestran cómo proyectos REDD+ pueden significar a la vez desalojos forzosos, arrestos y despojo de territorios.

Ya son numerosas las comunidades que han sido presionadas o engañadas a firmar contratos que suponen la pérdida de sus derechos sobre sus tierras y territorios ancestrales (9). Los proyectos tipo-REDD+, además, no garantizan que las empresas extractivas no ingresen en los territorios. Por ejemplo, ‘Socio Bosque’, el programa tipo-REDD+ del Ecuador, en donde las comunidades están obligadas a cuidar los bosques por 20 o 40 años para que el Estado pueda asegurarse que los ‘servicios ambientales’ estén conservados y se puedan comercializar, permite la extracción petrolera o minera en estas zonas (10).

No obstante, REDD+ anuncia el querer combatir la deforestación, garantizar la participación local, mejorar la gestión de los bosques, mejorar las condiciones de vida y desarrollo de las poblaciones locales, y en ocasiones, incluso implementar los derechos territoriales, además de alegar el combatir el cambio climático. Pero los incontables programas nacionales y sub nacionales, acuerdos bilaterales y multilaterales y proyectos REDD+ a nivel mundial demuestran cada vez más que estas son mentiras y que su objetivo es el de acumular más capital y controlar territorios. Las comunidades afectadas por proyectos REDD+, ya sea directa o indirectamente – a través de las empresas contaminadoras que se benefician con los créditos de carbono generados por dichos proyectos, o a través del Estado, no han sido realmente informadas de lo que significa este tipo de compromisos. Los proyectos REDD+ ya están definidos por sus promotores antes de ser presentados a las comunidades, quitándoles en la práctica la opción real de aceptar o no el proyecto, o simplemente son engañadas y caen en la ‘redd’, e incluso las promesas muchas veces no son cumplidas.

Del mismo modo que REDD+, la llamada agricultura ‘climáticamente inteligente’, en lugar de ser una solución para el cambio climático, es un intento más de las corporaciones de la biotecnología y del agronegocio para patentar y controlar las semillas y las tierras agrícolas.

Este mecanismo incitado por la FAO y el Banco Mundial, entre otros, apunta a que las campesinas y campesinos adopten determinadas prácticas de cultivo y utilicen semillas transgénicas ‘listas para el clima’, despojándolos de sus campos, de su autonomía, soberanía alimentaria y conocimientos ancestrales. La Vía Campesina denunció que la agricultura ‘climáticamente inteligente’ es la continuación de un proyecto iniciado con la Revolución Verde en la década de 1940 y que continuó en los 70 y 80 con los proyectos de Reducción de Pobreza del Banco Mundial que diezmaron las economías campesinas particularmente en el Sur, provocando la pérdida de la soberanía alimentaria y haciéndolos dependientes del Norte para poder alimentar a su población” (11). Hoy, por ejemplo, un programa del Banco Mundial en Kenia busca generar créditos de carbono al exigir ‘prácticas sostenibles de manejo de tierras’, las cuales incluyen semillas de una variedad del maíz híbrido que Syngenta vende localmente, presionando para que las campesinas y los campesinos abandonen sus especies nativas (12). Los partidarios de esta peligrosa falsa solución, quieren convertir los campos, suelos y cultivos en créditos de carbono, lo que conllevaría a un incremento en el acaparamiento de territorios y despojo de derechos.

Incluso los monocultivos de árboles están siendo camuflados como ‘climáticamente inteligentes’. El avance de las plantaciones a gran escala de árboles de eucaliptos, pinos, acacias, caucho y palma aceitera es en realidad un proceso de profundización de la acumulación de capital impulsada por las corporaciones sobre los territorios. Las plantaciones son consideradas como ‘sumideros’ de carbono y por lo tanto aptas para beneficiarse además de los créditos de carbono. Así, en Aceh, al norte de Indonesia, un proyecto REDD+ con 770,000 hectáreas fue desarrollado por la ONG Fauna & Flora Internacional, la empresa bróker de carbono Carbon Conservation y el entonces gobernador de Aceh. El documento del proyecto afirma que una forma de ‘compensar’ la pérdida de bosques en el área designada bajo REDD+ es a través de las plantaciones de palma aceitera, de las que se ha estimado su ‘capacidad de absorber carbono’, para poder anticipar así cuántos créditos de carbono podría generar el proyecto. Por su parte, las comunidades locales en el área del proyecto han afirmado en numerosas ocasiones no haber sido debidamente consultadas sobre el proyecto y no haber recibido ningún beneficio, sino que por el contrario, la tenencia de sus tierras sigue siendo un grave problema sin resolver (13).

Empresas como la petrolera Shell o la minera Río Tinto, de plantaciones forestales, pulpa y papel como Green Resources y Suzano, agroindustriales como Wilmar, Monsanto y Bunge, organismos multilaterales como PNUD o FAO, trasnacionales de la conservación como Wildlife Works, WWF, The Nature Conservancy o Conservación Internacional, empresas consultoras, la banca pública y privada, y muchos gobiernos, elaboran, apoyan y financian proyectos y programas REDD+ y de la agricultura ‘climáticamente inteligente’. Estos mecanismos socavan las verdaderas soluciones a la crisis climática pues son una distracción a los cambios en los modos de producción y consumo y hacia economías y sociedades libres de combustibles fósiles.

No nos debemos dejar engañar por las mentiras de propagandas burdas. Sabemos que las negociaciones sobre el clima, cada vez más controladas por el poder corporativo, no tratan de salvar el clima, ni proteger los bosques y suelos, ni erradicar la pobreza o respetar los derechos de los pueblos indígenas. Por el contrario, protegen cobardemente a las corporaciones depredadoras, reforzando un modelo destructivo y patriarcal. Lo que es aún peor, manipulan información para cargarle la culpa a los pequeños agricultores y agricultoras y los pueblos dependientes de los bosques de ser los principales causantes de la deforestación y del cambio climático, por crear parcelas para la agricultura de subsistencia, cuando en realidad, han sido justamente los habitantes tradicionales de los territorios los que han permitido la conservación de los bosques, las fuentes de agua y los ecosistemas.

No podemos permitir que las falsas soluciones al cambio climático, como REDD+ y la llamada agricultura ‘climáticamente inteligente’, destruyan el equilibrio de la Madre Tierra. Debemos oponernos a este tipo de programas y a los ‘servicios ambientales’ que buscan perpetuar el capitalismo.

Debemos seguir empujando la transformación del actual modelo de producción y luchar contra las políticas impuestas sobre los pueblos, que priorizan la reproducción del capital por encima de la reproducción de la vida. Son las luchas de indígenas, campesinas y campesinos, pobladores urbanos, pescadores, pastores, mujeres, hombres y jóvenes por la defensa de los derechos y territorios las que vienen guiando el camino. Son los pueblos que se oponen a la extracción petrolera y minera, a los servicios ambientales, a los proyectos agroindustriales y de monocultivos, los que están dando pasos certeros frente a los cambios del clima. A estos pueblos, en lugar de criminalizarlos, hay que respetarlos y reconocer sus esfuerzos por contribuir al cambio global.

Debemos organizarnos por la defensa de los territorios indígenas, por la defensa de las poblaciones que dependen de los bosques, por la defensa de la autonomía sobre el control de sus territorios, por la defensa de la Madre Tierra.

Por estas razones decimos SÍ a la defensa de los territorios, a la defensa de las poblaciones que dependen, viven y son parte de los bosques, a su autonomía sobre sus territorios y a la defensa de los derechos de la naturaleza.

¡NO MÁS PROYECTOS EXTRACTIVISTAS, NO A LOS SERVICIOS AMBIENTALES, LUCHAR CONTRA REDD+ TAMBIÉN ES COMBATIR AL CAPITALISMO!

¡NO A LA CRIMINALIZACIÓN DE LOS PUEBLOS QUE DEFIENDEN SUS TERRITORIOS!

¡ÚNETE A LA MARCHA DE LA CUMBRE DE LOS PUEBLOS!

Firmantes iniciales:

Acción Ecológica, Ecuador
Aliança RECOs – Redes de Cooperação Comunitária Sem Fronteiras
Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe (ATLAC)
Amigos de la Tierra, Brasil
Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, México
Carbon Trade Watch
Ceiba / Amigos de la Tierra, Guatemala
Censat Agua Viva/ Amigos de la Tierra, Colombia
Cesta / Amigos de la Tierra, El Salvador
Coeco Ceiba / Amigos de la Tierra, Costa Rica
Conselho de Missão entre Povos Indígenas, Acre e Sul do Amazonas, Brasil
Conselho Indigenista Missionário, Brasil (CIMI)
Grupo de Estudos em Produção do Espaço Amazónico (UFAC)
Instituto Transnacional (TNI)
Marcha Mundial de las Mujeres
Movimento Mulheres pela P@Z!
Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM)
Núcleo de Pesquisa Estado, Sociedade e Desenvolvimento na Amazônia Ocidental
(UFAC)
Oilwatch América Latina
Oilwatch Internacional
Otros Mundos Chiapas / Amigos de la Tierra, México
Red Latinoamericana contra los Monocultivos de árboles (RECOMA)
REDES / Amigos de la Tierra, Uruguay
Redmanglar Internacional
Regional Latinoamericana de la UITA
Sindicato dos Trabalhadores e Trabalhadoras Rurais de Xapuri – Acre, Brasil

Para unirse a este llamado, envíe el nombre de su organización o grupo y país a NoREDDCop20@wrm.org.uy

NOTAS:

1. Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM). Brasil: la continua destrucción de los bosques y la biodiversidad en el estado de Acre, considerada modelo de “Economía Verde” en la Amazonia brasileña. Boletín 183. Octubre 2012.
2. Plataforma DHESCA Brasil, http://www.escr-net.org/es/node/364729
3. Vía Campesina. Mozambique, Comercio de Carbono y REDD +: campesinos cultivan carbono al servicio de contaminadores. 22 de Junio 2012.
4. REDD-monitor. Illegal evictions of the Embobut Forest in Kenya . 15 de enero 2014.
5. Griffiths, Tom. “Seeing REDD? Forests, Climate Change Mitigation and the Rights of Indigenous People and Local Communities”. Mayo 2009.
6. The Economist. “Money grows on trees”. 06 de Junio, 2009.
7. Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM). Un proyecto de reducción de deforestación en Paraná, Brasil, y la persecución a las comunidades. Boletín 169. Agosto 2011.
8. Ver por ejemplo: Amigos de la Tierra, The Great REDD Gamble, 2014
9. CEDIB. PETROPRESS 21. Agosto 2010. Industrias extractivas y el programa REDD. El que peca y reza, empata.
10. Vía Campesina. Desenmascarando la Agricultura Climáticamente Inteligente . Septiembre 2014
11. Institute for Agriculture and Trade Policies. An Update on the World Bank’s Experimentation with Soil Carbon. Octubre 2012

 

http://censat.org/es/analisis/llamado-a-la-accion-para-rechazar-redd-y-las-industrias-extractivas-para-enfrentar-el-capitalismo-y-defender-la-vida-y-los?utm_medium=facebook&utm_source=twitterfeed