Desde los días en que Cesar Gaviria decidió embarcar al país en la apertura económica se dan importantes luchas de cafeteros, arroceros, lecheros, paneleros, cebolleros y otros sectores del agro.

Frente al acuerdo derrotado del ALCA y los nefastos efectos previstos por la aplicación de los Tratados de Libre Comercio, el decreto 616 y otros que pretendían eliminar la venta de leche cruda y la elaboración de panela artesanal- también se dan movilizaciones de los agricultores.

En febrero de 2012, se realizó una reunión excepcional. Los más importantes dirigentes cafeteros se encontraron en Pereira. Ellos y los cacaoteros serían promotores centrales del Paro Cívico Cafetero Nacional que enseño y condujo la unificación de paperos, cacaoteros, paneleros, ganaderos, cafeteros y otros sectores que -en agosto de 2013- realizaron el Paro Nacional Agropecuario.

La férrea lucha que se viene librando desde hace 25 años entre aquellos que hicieron del credo neoliberal y de la aplicación del Consenso de Washington su apuesta y quienes -por el contrario- le apuestan al desarrollo agrario nacional, el bienestar de los productores agropecuarios y la seguridad alimentaria y soberanía nacional, sigue su curso. Esa enconada contienda -así muchos colombianos no lo perciban- lleva en su último período cuatro años de intensas movilizaciones y será clave para definir el futuro de Colombia.

Casi 2 millones 500 mil familias de indígenas, campesinos y empresarios nacionales, producen -aún- el 60% de la dieta básica de los colombianos y enfrentan -de manera decidida y cada vez más amplia- la política de reemplazar el trabajo, la producción y la acumulación de riqueza nacional, por trabajo, producción y acumulación de riqueza extranjera.

Contrario a lo que opina la Ministra de Comercio Exterior, los resultados de la política de libre comercio prueban, hasta la saciedad, el grave daño causado al agro y la industria por la aplicación de decisiones económicas impuestas por el Banco Mundial y demás centros de poder del Imperio.

Un balance permite concluir que de 600 mil toneladas de alimentos importados en 1990, se pasó a más de 10 millones en 2013. Que eso redujo la siembra de cultivos semestrales de los cuales queda, prácticamente, el arroz y gracias a la lucha de los arroceros. Los demás están muy mermados. Trigo, buena parte del maíz, cebada, sorgo, soya, algodón, ajonjolí, fríjol, cebolla y otros más, perdieron su mercado frente al producto extranjero y lo poco que se siembra se hace en medio de la incertidumbre y el riesgo de pérdida de los productores. Y en cuanto a la producción pecuaria, carne de cerdo, res, leche y sus derivados, aves y huevos, la situación es parecida. La estadística así lo prueba. Con solo revisar las cifras de Agronet se confirma lo afirmado. Y, si esto no es privilegiar el trabajo, la producción y las mercancías extranjeras, ¿Qué lo es?

En 2012, según datos de la SAC, la importación de alimentos le costó al país más de 6 mil 100 millones de dólares. Sin contar lo que se pierde, internamente, al dejar de producirlos. Y si esto no es privilegiar la acumulación de riqueza en el extranjero, ¿Qué lo es?

Aunque los mandamases tienen acorralados a los productores nacionales de alimentos por las importaciones, los acuerdos de libre comercio y la política macro-económica que beneficia al capital financiero extranjero, indígenas, campesinos y productores nacionales entienden, cada día más, la importancia de organizarse, levantarse y defender la producción interna.

Un importante paso dado por las dignidades del agro, fue constituir en octubre de este año, Dignidad Agropecuaria Colombiana. La organización nace con un programa producto de la experiencia y comprensión de los problemas del agro, clara en que adelantará su lucha con métodos pacíficos y civilizados y que actuará con independencia frente al gobierno, los partidos políticos y las decisiones que, en política agraria, se tomen en otros escenarios.

Gracias a los paros y la movilización de diferentes dignidades agropecuarias, se aumentó el presupuesto del ministerio de Agricultura -2014- a 5 billones 200 mil millones de pesos. Ese incremento tenía como objetivo cumplir lo acordado con las dignidades y otras organizaciones en los paros, implementar programas de estímulo y mejorar y aliviar las condiciones de producción de los agricultores nacionales. Sin embargo, aparte lo alcanzado en subsidios para cafeteros, cacaoteros, arroceros y paperos y, a los recursos destinados para compra de cartera, de algunos créditos de menos de 20 millones de pesos, en los demás puntos nada se cumplió y, sobre el resto del presupuesto, no explican en que se gastó. Por eso, Dignidad Agropecuaria solicita -al ministro Iragorri- dar respuesta a la pregunta, muchas veces formulada, ¿en qué gastó el ministerio de Agricultura, lo presupuestado para 2014? Esa petición, aquí consignada -y ante la falta de respuesta del ministro- se hace de acuerdo con la norma constitucional. (Artículo 23).

Al concluir el año, Dignidad Agropecuaria Colombiana quiere expresar a sus integrantes y a los colombianos nuestro agradecimiento por el respaldo recibido y nuestro deseo de que en 2015 continúen con mayor vigor las luchas por la salvación del agro, la industria, el trabajo y el ahorro nacional.

La contradicción entre privilegiar la producción nacional frente la producción extranjera y fortalecer la economía nacional frente a los negocios de las multinacionales y el capital financiero seguirá. El presidente Santos puede estar seguro de que tomamos nota de la afirmación de su ministro Iragorri, quién en las negociaciones en Tunja -durante el paro nacional agropecuario- dijo: Si quieren cambiar el modelo de desarrollo, tienen antes que derrotarnos. Estén seguros, presidente y ministro, que lucharemos para derrotarlos.

Dignidad Agropecuaria Colombiana, Bogotá, diciembre 30 de 2014

 

En 2015 continuará movilización social agraria