El 2 de marzo finalizó la tregua acordada por los indígenas del departamento del Cauca y la fuerza pública, con el fin de permitir la atención de heridos al tiempo que evitar los enfrentamientos que durante los últimos días dejaron por lo menos 75 heridos.
Desde el pasado 24 de febrero los enfrentamientos entre los indígenas Nasa del norte del Cauca y las fureza pública fueron la constante en las cercanías al municipio de Corinto. El desigual enfrentamiento tomó forma en las haciendas Granadita, García arriba, Miraflores y Quebradaseca, ocupadas por comuneros Nasa como mecanismo de denuncia y presión para que el gobierno de Juan Manuel Santos cumpla con los acuerdos firmados durante los últimos años por el Estado colombiano y los Nasa.
Las haciendas en cuestión suman alrededor de 4.000 hectáreas cultivadas de caña de azúcar y abarcan una zona extensa que va desde el río la Paila en el municipio de Corinto al río Wenwe en el municipio de Miranda. Los cultivos son propiedad del ingenio azucarero Manuelita, parte del emporio del multimillonario Carlos Ardila Lulle, propietario de RCN radio y televisión, así como decenas de otras empresas de importancia nacional e internacional.
Memoria, justicia y resistencia
La ocupación de las haciendas son el resultado de la oposición del Gobierno Nacional a la jornada de la liberación de la madre tierra iniciada por el cabildo de Corinto desde diciembre de 2014..
El proceso, bajo la consigna “Liberación de la Madre Tierra”, inició con una ocupación pacífica el día 15 de del último mes del 2014. En ésta se impuso como premisa por parte de los Nasa, el diálogo y la negociación con los hacendados y con el Gobierno, lo que posibilitó la continuación de la cosecha cañera, el ingreso de sus trabajadores y de la maquinaria para el trabajo.
Pese a las continúas rondas que por los riachuelos y tumultos de guadua realizaba el ejército, y a la intimidación de la que fueron objeto los corteros de caña para distanciarse y evitar el contacto con las comunidades indígenas –impuesta por los hacendados y directivos del Ingenio–, se garantizó la inversión económica y el trabajo para quienes allí laboraban.
Sin embargo, la tranquilidad se rompió el pasado 24 de febrero cuando se ordenó el desalojo de los indígenas y el Esmad arremetió, como es habitual en todo escenario de protesta social, con gran violencia contra los ocupantes de tales tierras. Como resultado, según medios de comunicación, hasta el momento los heridos suman no menos de 75. Lo más preocupante es que muchos de estos han sido blanco de bala.
Estos enfrentamientos tomaron forma en el marco de una serie de amenazas telefónicas y de panfletos firmados por las Águilas Negras y por los Rastrojos, que desde hace varias semanas se tornaron pan de cada día en la región. La Asociación indígena del Norte del Cauca, Acin, concretamente la coordinación de la emisora regional “Radio Pa’yumat” –expresión de su proyecto y tejido de comunicación comunitaria–, están en el ojo de intimidación.
Calma temporal
El 28 de febrero, sin declinar la resistencia indígena, con sus heridos atentidos en muchas ocasiones por ellos mismos, y con la denuncia de parte de la fuerza pública que varios de sus miembros habían sido heridos por armas contundentes por parte de los indígenas, se acordó una tregua de tres días para que los indígenas atendieran y evacuaran los heridos, y para tratar de llegar a un acuerdo que ponga fin a la ocupación de las haciendas.
Tras el paso de estos tres días, y sin acuerdo alguno que permita que la vida en la región regrese a la normalidad, la tensa calma, en medio de esporádicas confrontaciones, es la nota predominante. Todo indica que los enfrentamientos abiertos regresarán, y que solo la solidaridad de la comunidad caucana en particualar y colombiana en general obligará al Gobierno Nacional a reconcoer los derechos de los históricos habitantes de estas tierras y dejar de proteger y favorecer a los cacaos que cada vez concentran en sus manos más tierra y riqueza en general.
Por Mauricio Pérez, colectivo estudiantil Les Comunes.
Contexto
Las tierras en disputa hacen parte de una de las extensiones más grandes de caña arrendadas al ingenio Manuelita y Mayagüez. Monocultivo que se extiende por todo el ancho del valle de la región caucana y que se asienta a partir del despojo del cual fue objeto el pueblo Nasa a través de la violencia y el engaño.
El conflicto entre la comunidad Nasa y los hacendados se rastrea desde el periodo colonial y ha sido perpetuado a través de títulos de propiedad indebidamente legalizados. Estos, sirven de pretexto para esquivar y ocultar el conflicto social de fondo, que supera y enfrenta los intereses de dominio económico, social y político de los grandes hacendados de la región, así como los de las empresas azucareras, quienes ejercen fuerte influencia política en las alcaldías y gobernaciones. Situación que se evidencia en la orden de incursión de la Policía, la cual fue aprobada por el alcalde de Corinto, Oscar Quintero Adarve, justificando la defensa de la propiedad privada y desconociendo las demandas del pueblo Nasa.
La liberación territorial que realizan los indígenas debe entenderse en dos dimensiones: la primera, en el marco de disputa política nacional entre el Estado y el pueblo Nasa; la segunda, el proyecto de vida de este pueblo en el Cauca indígena.
Sobre la primera dimensión, vale recordar que el diez de diciembre de 1991 se llevó a cabo la masacre del Nilo. El Estado a través de sus fuerzas policiales incursiona con armas de fuego y con lista en mano para asesinar a diez miembros de la comunidad indígena. Acción que ocasionó un fuerte dolor e indignación que se expresó en manifestaciones y denuncias.
Sobre este hecho, el Estado fue responsabilizado y fue condenado a pagar una serie de multas, así como de reparar al pueblo con la entrega de 15.663 hectáreas de tierras. Reparación que hasta el día de hoy -24 años después-, no ha sido concretada en su totalidad y que se convierte en una de las principales exigencias que amparan los procesos de toma y liberación de tierras.
Además se comprometió a no repetir los hechos. Promesa, que según James Larrea, miembro del área de Derechos Humanos de la Cut en el Valle del Cauca, no se ha cumplido pues “(…) se han presentado otras cuatro masacres y muertes selectivas”.
La segunda dimensión contextual -proyecto de vida del pueblo Nasa- aborda dos puntos: la justa reclamación en torno al carácter ancestral de la tierra en disputa, invadida y ocupada por grandes cultivos de caña de las principales empresas azucareras del país y por empresas multinacionales mineras, desplazando a las comunidades del valle fértil hacia lo alto de la montaña. Zona, en donde se siente la escasez por la tierra para trabajar y vivir colectivamente.
El segundo punto se refiere a la recuperación y colectivización. Este es la Liberación de la Madre Tierra”. Es una apuesta por construir una vida colectiva humana en equidad, democratización y armonía en tanto conservación y potenciación de la naturaleza y de todas sus formas de vida.
Por lo anterior, lo que reclaman los indígenas no es solo la restitución de unas porciones de tierra, sino un proyecto de vida basado en la colectivización, el trabajo común y la armonización con la naturaleza. Ideas muy concretas que van desde la propiedad y dominio colectivo de la tierra hasta la destinación de lugares para la preservación y el cultivo del bosque para redinamizar la vida.
Son peticiones que no están en negociación y que sobrepasan el modelo de país que se viene imponiendo, el cual se basado en el despojo en favor de los grandes capitales y gobernantes, en el asistencialismo frente a las reivindicaciones sociales, y la pacificación militarizada ante los conflictos propios de un país que se funda en la exclusión y la explotación.
En definitiva la Liberación de la Madre Tierra denuncia y exige a través de la acción, el fin de la esclavización de la cual está siendo objeto la tierra como expresión concreta de la vida, y a su vez, todos los seres que en ella habitan: “Mientras la Tierra siga siendo esclavizada nosotros seguiremos siendo esclavizados; la esclavitud solo trae consigo la enfermedad de la Tierra y la enfermedad de quienes la habitan.”
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