Las comunidades indígenas del norte del Cauca, en sus diferentes etapas de resistencias, han logrado mantener su territorio a pesar de las políticas económicas y de guerra que las han desalojado, desplazado, asesinado y explotado. La resistencia del pueblo nasa, se ha mantenido en la conservación de su territorio, en mantener su cultura y en la organización a través de la lucha. El sembrar su propia comida, hablar su propio idioma, mantener el uso de las plantas medicinales, conversar alrededor de la Tulpa.
Ahora el gobierno nacional, tiene a la gente de reunión en reunión, de acuerdos en acuerdos pero no se cumple nada, explican con decretos, resoluciones y leyes, pero lo que no quieren entender es que esto es un derecho ancestral de recuperar el territorio. La comunidad se cansó, dicen que no van a abandonar las haciendas que se encuentran en la liberación. “Así tenemos donde meter a nuestros hijos, en la tierra nosotros cultivamos y con eso mismo les damos de comer. Sembrando se da (comida), pero lo que uno ve acá es sólo caña y uno puede sembrar plátano, yuca, maíz, frutas y café; tener donde trabajar”. “Yo como mamá tengo 4 hijos, con el tiempo logramos algo y es para nuestros hijos”, son palabras de dos comuneras del resguardo de Corinto.
El gobierno de Santos, confunde, coopta y divide las luchas sociales e indígenas que se adelantan en el país. Cuando se protestaba en contra de los Tratados de Libre Comercio, decían que no queríamos el desarrollo, pero a pesar del rechazo constante de estas políticas extractivitas, se han firmado 12 TLC. Han arruinado a los petroleros y a las diferentes industrias, la gente que cultiva en pequeñas cantidades no tienen formas de comerciar, les toca vender sus productos a precio de huevo. Ahora cada sector está peleando por su lado, no hay una agenda de unidad en el país como la que se obtuvo en el 2008 y que luego fue abandonada.
La estrategia militar se ha fortalecido para cuidar los intereses de las multinacionales de la minería, los monocultivos, hidroeléctricas. En algunas regiones del país tenemos comunidades que viven en condiciones precarias; el desplazamiento, los asesinatos selectivos, las casas de pique en Buenaventura, las amenazas a las organizaciones, los enfrentamientos entre los grupos armados y la crisis económica, continúan a pesar de que el gobierno los muestra hacia afuera como bandera los diálogos en la Habana.
En medio de todo este contexto de agresión, las comunidades vuelven a la Liberación de la Madre Tierra en el norte del Cauca. Hoy queremos volver a nuestras raíces, recuperar nuestro territorio para seguir conservando la memoria de nuestros ancestros.
Presentamos algunos apartes de las memorias de un trabajo que realizó la comunidad del norte del Cauca, entre los años 1998 y 2002. Que consistió en recoger la memoria de nuestros mayores. Algo de lo que cuentan fue lo vivido en el proceso de la recuperación de las tierras en los años 70, que a continuación enseñamos para hacer memoria con sentimiento.
Los mayores nos enseñan a través de sus historias vividas
Hacer memoria con sentimiento
CÁTEDRA NASA UNESCO, NASA UUS KAYATXISA
Diciembre 2000
LA REALIDAD QUE ESTABA SUFRIENDO LA COMUNIDAD SE REPRESENTA CON UNAS PIEDRAS:
– Los terratenientes se habían apoderado de las mejores tierras, pero ni siquiera las trabajaban, sino las arrendaban. Cuenta Samuel Álvarez que después de la Guerra de la Independencia algunos generales que participaban activamente en la guerra fueron premiados, entregándoles tierras. La mayoría de las tierras de Corinto tenían títulos de Simón Bolívar. Otras de esas propiedades fueron tituladas por las Gobernaciones. Los Gobernadores tenían facultades para expedir títulos de propiedad. Entonces los terratenientes se presentaban a la Gobernación y llevaban prácticamente ya hecho el croquis, inclusive con unos linderos que no existían.
Por ejemplo apareció un título grande a nombre de un señor Ramón Elías Gutiérrez, que lo había adquirido a unos señores Olanos, que vienen siendo herederos de los Garcías. Los Garcías habían recibido de Simón Bolívar una gran cantidad de tierra. Cuando ya se dividieron ellos, entonces se llamó la una García Abajo y la otra García Arriba. Según Samuel Álvarez por estos lados de Corinto había tres propiedades grandes, demarcadas por medio de una piedra triangular, donde se unía el río la Paila y el río Gengüé. Las tres grandes haciendas eran: Guayavetal, la García y la hacienda del Pílamo.
Pero cuando Simón Bolívar entregó esos títulos, ya había gente metida en el sector de arriba, en Pan de Azúcar, Media Naranja y Ríonegro y quedaron enmarcadas dentro del gran título.
– La gente vivía pobremente, en un pedacito de tierra, que no les daba para vivir. De la pequeña cosecha los mismos negociantes se encargaban de engañarlos. Hasta morían de hambre, tísicos y de fiebre amarilla.
– En esa época, los indígenas y campesinos pagaban semanalmente un día de trabajo al patrón, para que les dejara su lotecito, su casita.
– Algunos vivían solamente de jornales y a veces les tocaba emigrar al pueblo o a otras partes, porque no tenían, en dónde trabajar.
– Algunos terratenientes los maltrataban. Según el mayor Lorenzo Ulcué, cuando algún terrajero faltaba un día de pagar terraje, venían y lo enlazaban como un novillo y lo iban arrastrando, engarzado en una silla. También por solo pasar por donde ellos por medio del paso que pusieron, la gente tenía que llevar revuelto, plátano, arracacha, yuca, otros ni siquiera dejaban transitar por el medio de sus fincas y les echaban los perros. En unos pasos, que había por ahí les regaban vidrios quebrados amontonados, para que la gente no pudiera pasar fácilmente.
– En la parte plana donde anteriormente las comunidades negras tenían sus parcelas familiares, según Samuel Álvarez, en los años de 1960 se abrieron las puertas al capital salvaje, al capital de las transnacionales. Entonces se acentúa en la parte plana del Norte del Cauca la industria de la caña y empieza la presión para quitarle la tierra a la gente.
Esa presión está marcada de un poco de estrategias: inundarle las tierras al pequeño campesino, correr los cercos para apoderarse de las zanjas de drenaje, fumigar la caña por avioneta pero que le cayera el veneno a la finquita del campesino, también la violencia de la quema de las casas, cuando prenden un cañal. Y si no se pasa la candela a la finca, el calor de la quema sí pasa. Y con todo eso el campesino termina abandonando las tierras y termina vendiendo las fincas y quedan los grandes territorios que tienen los grandes terratenientes. Esto sucedo unos pocos años antes de que en Corinto empezara el proceso de la lucha por la tierra.
Esta situación de sufrimiento y explotación lleva al fin a rebelarse y a luchar.
Jairo Gamboa complementa, que al recuperar nadie dijo “yo recuperé ese pedacito y esto es lo mío”. Porque ese era un territorio que era revertido al resguardo, porque se estaba dentro de la tradición, dentro de la forma propia de gobierno que se tenía, el cabildo. Nadie es propietario de la tierra, el propietario es el resguardo, el cabildo distribuye, el cabildo administra el territorio. Por eso no se produjeron casos como se daban con los campesinos blancos, donde se estaban dando machete por el manejo del agua o por una servidumbre o donde al rato se volvía a vender el pedazo adquirido.
Entonces es importante que la comunidad esté convencida de que tiene derecho a la tierra del resguardo no porque INCORA dijo o porque el notario dio una escritura, sino porque desde antes era este derecho.
Julio Trochez, del resguardo de Corinto, 2000
Yo les hacía ver a la gente: “¿Pero cómo es que nosotros, teniendo tierra que nos han dejado los abuelos de nosotros y por ambicionar a la plata tenemos que perder? ¿A usted le parece bueno?” Unos decían: “No, nosotros no vamos a abandonar el patrón, porque ¿quién nos da de comer?
Entonces decía yo: “Pero uno, mira que uno de indio sí es bastante bruto, verdaderamente. Piensa, que uno trabajando con rico no más vive, y mentiras. Uno, cuando se muere de hambre es cuando le da una enfermedad que se llama angina. Ahora les pregunto yo: “Cuántos se han muerto desde que se metieron a luchar aquí a reclamar las tierras? ¿Ahí no están comiendo, ahí no están dándole estudio a los hijos? Tienen tierra donde trabajar. No hay necesidad. Cuando uno está trabajando, no hay necesidad de buscar maldad, ni ir a robar, ni coger las armas”. Entonces ya ellos caían en cuenta. Dijeron: “Verdaderamente, eso es cierto, lo que él dice”.
Entonces yo veo muy importante la unión. Pero si vivimos con ese racismo que vivimos hoy en día, no vamos a ver la unión jamás. Porque hoy peliamos por ser liberal, por ser conservador, hay veces por ser negros y otras por ser indios, ser mestizos; estamos peliando y por las distintas religiones y creencias, que nos tienen divididos, y eso les interesa, porque otros países están colaborando a los ricos con el fin de dividirnos y mantenernos peliando entre nosotros mismos. Entonces, yo no sé, se dice que la paz; ¿¡Matando, cómo se va hacer la paz!?
Y si hay un trabajito donde un compañero, vaya y ayúdele dos o tres días. No le cobre tampoco, pero no ir allá donde tienen tanto montones de plata.
Es necesario recordar con conciencia las palabras y la experiencia de nuestros mayores. Es ahora que debemos volver a levantarnos pero con dignidad, juntar nuestras luchas, volver a recuperar los espacios de reflexión, análisis, donde nos escuchemos todos y todas. El futuro de los que vienen atrás no es nada alentador, la Madre Tierra no aguanta más.
Tejido de Comunicación del Pueblo Nasa – Cauca – Colombia
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