El Wiñoy Xipantv (“vuelta del año”) es uno de los hechos más importantes del Pueblo Mapuche. Crónica de una jornada donde está presente la cultura, la historia y el futuro. Los distintos momentos, la presencia de winkas (no mapuches), los reclamos a problemáticas urbanas y la defensa del territorio. El rechazo al fracking y a la avanzada de las corporaciones.

 
Todo transcurre al aire libre, en torno al rewe, espacio ceremonial donde se reúnen alimentos, semillas, bebidas en recipientes de barro y la bandera mapuche (Wenu Foye). Rodeado de álamos y sauces añejos, aún es de noche, y se escucha el sonido de los ñojkiñ y xuxuka, instrumentos de viento, suerte de finos caños enroscados con forma de gran anillo y pequeños cuernos en un extremo. Alrededor del rewe, las personas se forman en un semicírculo perfecto, a la espera de que asome el primer rayo de sol. Es el Wiñoy Xipantv, momento de la la noche más larga del año, a la que sobreviene el sol y, en la cultura Mapuche, la renovación de la vida. Una celebración tan ancestral como el Pueblo Mapuche, que reúne historia, cultura, vinculación al territorio y, claro, lucha.
 
Mapuches y winkas
 
El Wiñoy Xipantv comienza el 23 a la noche, al aire libre. El fogón arde toda la noche, circulan historias y los mayores son quienes más hacen uso de la palabra. Relatos de resistencias, pesares y alegrías, situaciones personales y comunitarias.
 
A la 5 de la mañana, temperatura bajo cero, hombres y mujeres, ancianos y niños se reúnen en un salón a 150 metros del fogón. Las vestimentas típicas, ponchos hechos a telar (makvn kvpan), vinchas en los hombres (xaylogko), las mujeres con vestidos negros y azules (kvpan), aros (caway) y adornos circulares unidos por una cadenita que se ata en la frente (xarilogko).
 
En ordenadas filas, de a dos, se entregan vajillas de barro, mimbre y madera, se acopian semillas, alimentos y bebidas. Todos llevan algo en sus manos. Y caminan lento hacia un blanco en el campo, rodeado de árboles. Unos troncos en llamas, y media docena de hombres y mujeres reciben las vajillas. Las acomodan cuidadosamente alrededor del fuego. El rewe, espacio ceremonial, toma forma y, claro, lo construyen las manos mapuches.
 
El sitio elegido es la “planta de campamento”, un lugar estatal de una veintena de hectáreas destinado a la recreación de niños, una suerte de camping para las escuelas neuquinas. Está en un extremo de la capital provincial, a orillas del río Limay. Es el lugar elegido por las comunidades Puel Pvjv (Espíritu del Este), Newen Mapu  (Fuerza de la Tierra), Folilce Kvpan (Gente con Origen), Wirkalew (El Sonido de Otro Río) y Ragiñ Ko (Entre Aguas), todas de la zonal Xawvn Ko (Encuentro de Aguas), de la Confederación Mapuche de Neuquén.
 
Durante tres horas se escuchará mucho mapuzungun, idioma mapuche, y breves explicaciones en español para los pocos invitados no indígenas y los mapuches que no hablan el idioma.
 
El Wiñoy Xipantv trata de celebrar la salida del sol, a orillas del Limay y es también un acto intercultural. A las 8 es la cita. Y responden centenares de personas, que aguardan a unos 200 metros del rewe. Aún es de noche, pero ya se dejan ver algunos claros en el cielo. Hombres y mujeres de todas las edades, temperatura bajo cero, muchos gorros y guantes, el mate circula, mochilas con alimentos que serán parte del almuerzo comunitario.
 
Suenan los kulxug (pequeños tambores, símil plato hondo de madera y cuero), que indica la apertura del Wiñoy para los winkas. Jóvenes mapuches ordenan las filas y explican cómo formar en semicírculo. Tono parco, pero siempre amable. Los mayores mapuches y las autoridades (políticas y religiosas) ya están formadas alrededor del rewe. El segundo semicírculo está compuesto por mujeres winkas, y el tercero por hombres. Unas 300 personas. Durante la mañana se sumarán otro tanto.
 
Palabras en mapuzungun. Toda la ceremonia tendrá dos voces referentes, suerte de coordinadores. Gilberto Huilipan y Pety Piciñam, ambos con su respectiva vestimentas mapuches. Voces firmes, que explican cada paso y también ordenan cuando es necesario, si no se presta la necesaria atención o cuando se desordena el semicírculo. La primera hora no se permiten fotos (a media mañana avisarán que ya se puede filmar y fotografiar).
 
Continuan las palabras en idioma mapuche. Pety Piciñam traduce. Da la bienvenida, remarca que no se trata del “año nuevo mapuche” (como suelen denominar muchos medios de comunicación) sino de un reinicio de ciclo, donde se retoman fuerzas y la naturaleza vuelve a brotar.
 
Suenan los instrumentos de viento (ñojkiñ y xuxuka) y percusión (kulxug), y las filas comienzan un andar en círculos, alrededor del rewe. Los mapuches marcan el paso, rítmico, los winkas hacen lo que pueden, algunos aciertan, la mayoría se esfuerza en imitar, otros sólo caminan. Siempre la fila será de a pares. Dos vueltas completas, unos quince minutos, y vuelta al semicírculo, ordenado, y atento a la voz de los coordinadores.
 
“Estamos de pie, celebrando vida, mapuches y no mapuches, resistiendo a gobiernos y multinacionales que atentan contra el territorio y la vida”, afirma en voz fuerte el coordinador, de pie junto al rewe. La primera muestra de que el Wiñoy Xipantv no es sólo un hecho cultural, social, histórico del Pueblo Mapuche, es también un hecho de vida presente y político. Profundamente político.
 
Este año el Wiñoy Xipantv tiene un invitado de honor, Félix Díaz, qarashe (autoridad política) de la comunidad qom Potae Napocna Navogoh (La Primavera) de Formosa. También se observa a Noemí Labrune, cabello blanco, histórica dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y que acompaña hace décadas al Pueblo Mapuche. Siempre entendió que no puede reclamar derechos humanos y denunciar a la dictadura militar, y no hacer lo mismo sobre el genocidio de los pueblos indígenas y la criminalización actual. Según el informe 2013 del Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas (Odhpi) en Neuquén hay 347 mapuches judicializados por defender el territorio.
 
También se observa a Raúl Godoy, delegado de Fasinpat (Fábrica Sin Patrones, ex empresa Zanón), militante político, hasta hace pocos meses legislador provincial por el Frente de Izquierda. En agosto de 2013, durante la sesión de la Legislatura provincial para aprobar el acuerdo YPF-Neuquén (y dar paso a Chevron), Godoy se opuso a dar luz verde al fracking, denunció la represión que se daba en las calles y arrojó una frase que dejó sin palabras a quiénes prometen bondades de la mano de las petroleras: “En todas las localidades petroleras de Neuquén hay más prostíbulos que escuelas. Ese es el progreso que Chevron, YPF y el fracking”.
 
A las 10.30 comienza un momento distintivo del Wiñoy. Ya no hay filas en medialuna, sino una gran ronda, de unos treinta metros de diámetro, siempre alrededor del rewe. Suenan los kulxug (tambores), las mujeres sentadas a un costado cantan, e ingresan danzando cinco hombres, en fila, con plumas en la cabeza, sin remera, poncho en las espaldas, brazos extendidos de manera horizontal (las manos sujetan el poncho), descalzos y con una “ciripa” (tela rectangular azul que se coloca entre las piernas y sujeta a la cintura con una faja, cumple la función de una bermuda amplia). Se trata del choike purun (baile del avestruz), una danza que imita los movimientos del choike (avestruz), animal de referencia para el Pueblo Mapuche de Neuquén.
 
Los danzantes dan vueltas al círculo, siempre de manera rítmica, bajan la cabeza, mueves los brazos como alas, acompañan el ritmo que señalan las mujeres. El hombre que encabeza la fila es el que marca los tiempos al resto. En un momento sale del círculo y descansa, siempre tapado con el poncho. De a uno el resto de los bailarines va saliendo del círculo y vuelven a hacer una fila detrás del danzante principal. Uno a uno van saliendo. Los fotógrafos no paran de gatillar las cámaras.
 
El choike purun se repite de idéntica manera otras dos veces. Capta la atención de todos. Es muy celebrado, aunque nunca hay aplausos, sí resonar más rápido de los instrumentos de percusión.
 
Pety Piciñam explica que el choike es muy importante en la cultura Mapuche, se puede observar en dibujos y libros, un animal que siempre pobló la Patagonia. Señala que la hembra pone el huevo y el hombre lo empolla. Y, sobre todo, remarca que el choike siempre vive en comunidad, en grandes grupos, de ahí su fortaleza. Sin decirlo, traza paralelos con el Pueblo Mapuche, lo comunitario por sobre lo individual.
 
Media hora de distensión, aunque el rewe y el círculo siempre se mantienen, hasta finalizar el día.
 
El mate reúne, las charlas se multiplican. El sol ya disipó el frío y gorros y guantes comienzan a guardarse.
 
Una decena de niños de menos de diez años toman vajillas del rewe. Y comienzan a circular entre la gente que conforma el círculo (a esta altura) un tanto desprolijo. Ofrecen semillas diversas. Todos toman un puñado. Antesala de otro momento importante. Los instrumentos vuelve a sonar, es el llamado. Gilberto Huilipan, que hace las veces del coordinador, toma la palabra. Indica que se retomará la fila de a dos, circularán alrededor del círculo, tomarán semillas quienes no hayan agarrado antes y caminarán hasta el río Limay, a unos 300 metros. “No se trata de ir y tirar cosas al río. Estamos compartiéndole, agradeciendo, debe ser con respeto”, avisa.
 
Encabezan la filas una niña y un adolescente varón (“kalfu malen” y “kalfu wentru”), con la bandera mapuche. Los siguen las autoridades políticas, logkos (cabeza de comunidades) y werkenes (voceros), y las mujeres con sus instrumentos de percusión. Luego winkas y mapuches, mezclados.
 
Las filas son prolijas. Andar lento. Al llegar al río, los píes a centímetros del agua, todos de frente ante el río. Palabras en mapuche, instrumentos de resuenan más fuerte, las manos se estiran, las semillas se dejan caer, tocan el agua. Los winkas miran a los mapuches. Y repiten el acto a imagen y semejanza.
 
Es una acción sentida. Muchos se quedan por segundos en silencio, mirando cómo el río se lleva lo ofrendado. Resuenan todos los instrumentos, fuerte y rápido. La larga fila se retira de la misma manera que ingresó a la vera del río. Primero los jóvenes con las banderas, las autoridades, mujeres, el resto de los asistentes.
 
Al volver, se retoma el círculo alrededor del rewe.
 
Hecho político
 
Durante todo el día se hace referencia a la importancia del territorio, a la avanzada empresaria y la complicidad de los gobiernos y jueces. Pero el momento más explícito es a las 13.50.
 
Dos konas (“jóvenes guerreros”) toman la palabra. Ayliñ Ñancucheo y Umawtufe Wenxu. En este tramo suplantarán a Huilipan y Piciñam.
 
Invitan a hablar el “ñizol logko” (máxima autoridad) de la Confederación Mapuche de Neuquén, Elías Maripan. Palabras en mapuzungun, gesticula con la mano. Habla pocos minutos. Y traduce él mismo. Recuerda que los pueblos indígenas son preexistentes a los Estados, así lo reconoce la Constitución Nacional. Llama a Neuquén como territorio plurinacional. “Los gobiernos quieren borrar al Pueblo Mapuche, nos quieren pisotear, pero no van a poder, están muy errados. Estamos unidos y de pie”, afirma la autoridad de la Confederación Mapuche.
 
Cuando termina de hablar y se dirige a su lugar, un tronco que hace de asiento frente al rewe, resuenan los instrumentos y, por primera vez en el día, puños mapuches en alto y el grito de “marici wew”, palabras emitidas con fuerza y que significan “diez veces venceremos”.
 
Un joven de unos 30 años pasa el frente. Poncho (makvn kvpan) gris, cabello largo y lacio. Habla tranquilo, pero por momentos con tono imperativo. Siempre en mapuzungun, hace un largo discurso. Parece contrariado. Finaliza y camina a abrazar a una de las ancianas que está sentada en un tronco, autoridad espiritual mapuche. Pety Piciñam trata de explicar. Avisa que es difícil traducir todo, que es un gusto escuchar las voces jóvenes que hablen de ese modo. El joven reclamó por qué otros jóvenes no hacían más uso del idioma mapuche, recordó que es parte del mantener vivo al pueblo. Suenan los instrumentos. Y resuenan los marici wew.
 
También está presente el qom Félix Díaz, qarashe de la comunidad Potae Napocna Navogoh (La Primavera), que tejió alianzas con el Pueblo Mapuche a partir de 2010 y el vínculo fue fortalecido con la conformación del Consejo Plurinacional Indígena, espacio de articulación de una docena de pueblos indígenas de Argentina. Saluda en qom, agradece la invitación y va de lleno a la situación indígena. Denuncia que se ha minimizada la existencia indígena en Argentina y relata que la desesperación le toca a los indígenas que aún resisten en territorios asediados por el agronegocios. “A los originarios no nos alcanzan aún los derechos humanos”, afirma Díaz. Recuerda a los mayores que dieron su vida por defender a su pueblo, que no negociaron.
 
Revaloriza el papel de las mujeres indígenas. “Nuestra mujeres mayores son nuestras intelectuales. En la lucha de todos los pueblos, la que da su fuerza y amor a la vida es la mujer. Mucho tiempo fue ignorada, pero hay que valorar a las mujeres, dan la vida por esta lucha”, remarca.
 
Díaz habla lento y en voz baja, casi susurrando. Cuestiona a intelectuales y gobiernos que “creen que al matar un río, una montaña, contaminar la tierra… creen que así tendrán riqueza, pero se equivocan”.
 
Hace un pausa y remata: “Los pueblos indígenas nos animamos a decir basta. Trabajamos para cuidar el aire, la tierra, que son nuestra vida”.
 
Sus palabras fueron de las más celebradas al grito de marici wew.
 
El kona Umawtufe Wenxu recuerda el reciente fallecimiento de la joven kona mapuche Ayme Pilquiñan, siempre presente en los Wiñoy Xipantu y cuya ausencia conmovió a todas las comunidades reunidas. Palabras sentidas, en público, cuenta que se la extraña mucho, que hace falta, y que se la tiene presente en cada momento. El kona está conmovido, muchos lloran. El Wiñoy también tiene espacio para las tristezas, y no se esconden.
 
La última voz estuvo en boca de Lefxaru Nawel, kona (joven guerrero) que leyó el manifiesto mapuche, el texto más explícitamente político de la jornada: “La vuelta del año nos reúne para fortalecernos. Agradecemos, pedimos y damos una vez más nuestra palabra, compromiso firme de que seguimos caminando”, comienza la lectura, seguido con atención por todos. El vocero que lee hace un pausa. Aclara que el pronunciamiento iba a ser leído por la comunidad Campo Maripe, situada en Añelo, pleno corazón de la formación Vaca Muerta. Pero las empresas, con YPF a la cabeza, volvieron a ingresar sin permiso y la comunidad tuvo que salirle al paso a las compañías; no pudo asistir al Wiñoy.
 
Sigue la lectura. Recuerda que toda la región supo llamarse Kvmewe por el Pueblo Mapuche, castellanizada como “Comahue”, que en mapuzungun significa “lugar bueno”, por la abundancia del valle donde confluyen dos ríos (el Neuquén y el Limay). “Hoy tiene la desgracia de ser el lugar donde ha comenzado la marcha desenfrenada que otra vez en nombre del progreso se lleva riquezas y trae muerte. La hidrofractura (fracking) viene a agravar la situación de contaminación y saqueo de los recursos naturales. Festejan las multinacionales, entristece la vida”, señala.
 
Remarca también la “crítica” situación sanitaria y educativa de Neuquén y, emergencia habitacional mediante en las ciudades, denuncia que la tierra se ha trasformado en un bien de lujo. Y vuelve a meterse de lleno a lo que se publicita como una causa nacional y, al mismo tiempo, es una avanzada sobre los pueblos indígenas: “El déficit energético y económico que generaron los malos gobiernos locales y nacionales que permitieron el saqueo, se pretende salvar sacrificando tierras y vidas que ya están contaminadas por el petróleo convencional. Vuelven las mismas empresas que causaron el ‘desabastecimiento’ pero con una técnica que ha destruido otros lugares del mundo, incluso prohibida en sus países de origen”.
 
Se anima a los nombres propios. Chevron, Total, Shell, Repsol, Apache. Recuerdan las continuas denuncias por contaminación, las pruebas concretas de afectación de aguas (río Neuquén, lagos Mari Menuko y Los Barreales, que proveen de agua a la capital provincial) y el desinterés de los gobiernos. “Como décadas atrás, el Gobierno hoy se llene la boca de promesas, pero la región se hunde cada vez más en la desigualdad”, sacude la proclama mapuche.
 
“Democracia no es sólo poder elegir a los gobernantes. Es, sobre todo, que esos gobernantes cumplan las leyes que ordenan y contienen los derechos de los Pueblos. Y desde las propias leyes estatales, reafirmamos que no dimos consentimiento para que se continúe con el saqueo y la contaminación de nuestros territorios, ni autorizamos a que negocie en nuestro nombre sobre lo más sagrado de nuestra vida que es el waj mapu (territorio)”, alerta el documento del Wiñoy Xipantv, y remarca la violación de derechos que implica avanzar sobre territorios indígenas sin consentimiento de las comunidades.
 
Proponen como alternativa el Kvme Felen (“buen vivir”), que implica una forma de vida que respete el equilibrio de la naturaleza, tomar de ella todo lo necesario para la prosperidad y la salud, pero ajena al consumismo y la explotación descontrolada de multinacionales y gobiernos. “La naturaleza no necesita que la cuidemos, sólo necesita que dejemos de destruirla”, resume.
 
Y cierra con tres oraciones cortas, simples y contundentes: “Basta de hidrofractura. Agua para la vida. Tierra para vivir”.
Mapuches y winkas estallan en un solo grito: “¡Marici Wew. Marici Wew. Marici Wew! (Diez veces venceremos). La vuelta del año da sus primeros pasos, y promete lucha.
 
* Por Darío Aranda. Publicado en junio de 2014 en el Periódico de CTA.