Por un túnel de 30 metros de largo cambiaron el cauce de la quebrada El socorro en el Parque Natural Los Farallones hacia el Pacífico para ser usada su agua en actividades de minería ilegal.  Ver video

Nadie sabe con certeza cómo o cuándo ocurrió, pero del mapa geográfico de Cali se desapareció  un río.  De la noche a la mañana, las aguas de la quebrada el Socorro, principal afluente del río Felidia y a su vez del río Cali, dejaron de llegar.

En medio de la riqueza hídrica  que ha representado para la ciudad el Parque  Nacional Natural Los Farallones nadie se  percató de su ausencia,  pero con la sequía de últimos días y el saldo en rojo de los tanques de almacenamiento, se ha hecho más notable la falta de esos 800 litros por segundo que desaparecieron de la noche a la mañana.

El 15 de abril pasado, funcionarios de Parques Nacionales llegaron  hasta el Alto del Buey, a 3630 metros sobre el nivel del mar, y descubrieron un túnel de más de 30 metros de largo a través del cual fue desviada la quebrada del Socorro hacia el Pacífico, donde hoy es cómplice obligada de la minería ilegal y sus aguas conectan luego con la  cuenca del río Anchicayá.

Aunque han pasado cinco meses desde que se descubrió esa suerte de ‘bypass’ que le hicieron al páramo para llevarse el agua por detrás del Parque  los Farallones, aún en Cali no se toman los correctivos  para redireccionar la quebrada, como han señalado fuentes de Parques Nacionales.

“El tema persiste y es una situación muy delicada porque se han llevado el agua de una cuenca que tiene un déficit de líquido, como es la cuenca del río Cali, hacia la cuenca del río Anchicayá, donde gracias a Dios el agua sobra. Y no se la llevaron porque tengan sed, sino para actividades ilegales como la minería”, dijo la fuente de Parques Nacionales.

Señala la entidad que el Municipio, a través de Emcali, se dedicó exclusivamente a usufructuar el río y ha sido mínima la inversión que  se realiza en la conservación de cuencas. Una consideración que no comparte el gerente encargado de Emcali, Javier Mauricio Pachón; pero ese no es el único desacuerdo  entre las dos entidades.

En Parques Nacionales consideran que la ocupación y el uso indebido de suelos es el tema que más preocupa hoy en los Farallones y que la minería ilegal es un tema coyuntural que se puede acabar fácilmente con una acción interinstitucional contundente.

“Cada construcción ilegal requiere por lo menos una toma ilegal de agua y un vertimiento; esa zona tanto del parque como la zona de reserva no está destinada para eso. Muchas de las zonas que deberían dedicarse a la conservación de cuencas están convertidas en fincas de veraneo”, aseguraron.

 

Estos son los nacimientos de agua que forman el río Cali y los cuales se ven afectados por la extracción ilegal de oro al interior del parque Farallones. Es agua que toman más de 500 mil caleños del acueducto San Antonio y comunidades rurales de cuatro corregimientos (Felidia, Leonera, Pichindé y Andes).

Para el Gerente de Emcali, por su parte, la verdadera amenaza que tiene hoy el páramo y todo el país es el de la minería ilegal porque es una situación relativamente nueva, pero que tiene unas características  y un nivel de impacto muy superior en rapidez y capacidad de daño a lo que tradicionalmente ha sido el tema de la ocupación y la deforestación.

“Las soluciones estructurales al problema de la minería ilegal están en el Gobierno Central, no en las entidades territoriales porque municipios como Buenaventura, Dagua o Cali no pueden combatir este problema sin las herramientas verdaderas”, indicó Pachón, al asegurar que cualquier persona en Colombia puede comprar 20 retroexcavadoras y nadie le pregunta para qué las quiere y que tampoco está regulada por el Gobierno la venta de oro.

Pese a las dificultades para controlar a todo nivel las reservas de agua, ha sido imposible lograr un trabajo articulado entre Parques Nacionales, la Corporación Autónoma del Valle, el Dagma y Emcali que conduzca a la recuperación del bosque y los bancos de agua.

En general, cada una de las entidades encargadas de administrar los recursos naturales desde la ciudad hasta la zona más alta de la montaña no han pasado de adquirir algunas tierras para reforestar y ejecutar programas de poco impacto.

Mientras tanto, el último Informe Nacional del Agua, realizado por el Ideam, advierte que Cali es la tercera ciudad del país con mayores riesgos por el mal manejo del recurso hídrico.

 

Vea el túnel de más de 30 metros de largo que crearon en Los Farallones para conectar la quebrada del Socorro con la vertiente pacífico, donde está la cuenca del río Anchicayá. Cortesía: Parques Nacionales Naturales para El País.
Ruedas sueltas

Ruedas sueltas
Expertos en el tema del medio ambiente consultados por El País han advertido que sería un grave error si ante la sequía de los ríos y el desabastecimiento de agua en la ciudad nos posamos en la excusa fácil de culpar de todo al Fenómeno del Niño.

Entre otras cosas, explican, porque no fue el calentamiento global el que armó un túnel para llevarse de su cauce la quebrada del Socorro; tampoco el que se ha dedicado a la minería ilegal, el que ha talado y quemado bosques para ampliar las zonas de cultivo o el que ha armado las bastas zonas de invasión.

Hernando Diez Marmolejo, presidente de la Asociación de Acueductos Rurales, ambientalista y magíster en estudios políticos, señaló que el diagnóstico actual del parque es que ha sido mal administrado, se ignoró la necesidad de proteger su potencial hídrico y cuando llegó el cambio climático lo encontró bastante débil y no pudo sostenerse.

“El Parque Natural los Farallones es un ecosistema que funciona como el cuerpo humano y si tiene colesterol, problemas de hígado o tiene afectaciones en otro órgano, se resiente. Este es un problema que hay que atacar de manera integral y entender que todo es prioritario; reencausar la quebrada, cerrar las minas, intervenir los ajustes que se han hecho con agricultura, las invasiones y el mal manejo del agua”, indicó Diez, quien ha liderado la conservación de la cuenca de la quebrada El Roble, en el sector de La Leonera.

Los ecosistemas de páramo y bosque alto andino son destruidos para dar paso al montaje de campamentos y facilitar la actividad minera ilegal. Cortesía: Parques Nacionales Naturales para El País.

La escalera de degradación del río Cali bien podría compararse con una torre de seis pisos, donde en los niveles cinco   y seis es la minería la que acaba con los nacimientos deforestando el Parque no solo para utilizar la madera en la construcción de campamentos sino para ejercer la explotación ilegal del oro.

Un actividad que implica el uso de elementos pesados y altamente tóxicos como el cianuro y el mercurio, los cuales han sido encontrados en grandes cantidades en sedimentos y agua en estudios realizado por la CVC y Parques Nacionales en zona alta de los Farallones, en los que superan hasta 25.000 veces los niveles máximos en seres humanos.

En el tercero y cuarto piso los problemas se circunscriben a la destrucción de bosques para construir viviendas, adecuar cultivos y las acometidas ilegales mediante kilómetros de mangueras con las  que toman el agua directamente de las quebradas y van secando el lecho de los debilitados hilos de agua.

La mayor gravedad en los primeros pisos, el piedemonte y la ciudad, son las invasiones que aumentan las demandas de agua y depositan sin ningún tratamiento las aguas residuales sobre las quebradas y el mismo río Cali.

Para los ambientalistas aún es tiempo de corregir, pero antes  que todo se debe formar un frente común para definir estrategias a corto y mediano plazo.

El robo de la quebrada El Socorro, la devastación y erosión causada por la minería, la tala y quema de los bosques y el agónico paso final por la ciudad, son los males de este afluente desde su nacimiento.
Ilustración: Edward Certuche – Diseño: Marco Javier Guerrero

 

fuente: http://www.elpais.com.co/elpais/cali/noticias/mineria-ilegal-le-robo-rio-clave-cali-parque-natural-farallones