Fotografía: Patxi Beltzaiz
 
Los rayos del sol filtran por los árboles y el olorcillo a la sopa de carne y verduras flota por el aire mientras docenas de mujeres, hombres y jóvenes del pueblo Nasa se congregan mensualmente en el departamento suroccidental del Cauca en Colombia para realizar una “minga.” Durante la minga – un tipo de trabajo comunal desarrollado en muchas partes de los Andes – aproximadamente mil personas trabajan juntas, utilizando machetes y quemas controladas para quitar cientos de hectáreas de la caña.

 
Reemplazar este “desierto verde” de los monocultivos de la caña hace parte de la “Liberación de la Madre Tierra,” un movimiento iniciado en 2005 por el pueblo Nasa. El Cauca es uno de los departamentos más militarizados en todo el país, y las comunidades indígenas allá han sido afectadas gravemente por la violencia de los grupos armados, los cuales incluyen a la fuerza pública, los grupos paramilitares y la guerrilla. Después de padecer el desplazamiento y la explotación de sus tierras por las empresas nacionales y multinacionales, los Nasa están reclamando su territorio ancestral, sembrando el pancoger que incluye el maíz, el frijol, el plátano y la yuca.
 
“La Liberación de la Madre Tierra es una estrategia de la defensa de la vida. Es la protección de la vida. Es nuestro buen vivir comunitario y por eso, convencidos y convencidas de esta lucha milenaria, hoy estamos aquí,” dijo una comunera y representante del resguardo indígena de Jambaló.*
 
La nueva fase del movimiento para la Liberación empezó el diciembre pasado cuando más que 3000 indígenas del pueblo Nasa empezaron a trabajar en siete fincas de tres municipios distintos (Corinto, Caloto y Santander de Quilichao) en el norte del Cauca. En estas fincas, descubrieron varias guacas y artefactos indígenas enterrados en el territorio, recuerdos de las generaciones anteriores de los Nasa que fueron desplazados durante el último siglo por los grupos armados y los intereses empresariales. Las cifras de las Naciones Unidas indican que 3.1 millones de personas desplazadas internas en Colombia han abandonado 4 millones de hectáreas aproximadamente desde 1985. 
 
Según una decisión entregada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el año 2000, ciertas tierras que se encuentran actualmente habitadas para las haciendas azucareras son reclamadas por el pueblo Nasa, después de la masacre de El Nilo en 1991 cuando fueron asesinados 20 indígenas por miembros de la Policía Nacional y otros civiles armados con identidades desconocidas.
 
El Estado colombiano se comprometió con titular 15.663 hectáreas para el pueblo Nasa como parte de un acuerdo de reparaciones colectivas negociado por el CIDH. Después de tardar más de diez años, el gobierno entregó la mayoría de las tierras, pero más de la mitad es tierra improductiva o se encuentra en zona protegida de reserva forestal. El gobierno afirma que el precio de la tierra fértil se ha triplicado en los últimos años, y por ende el presupuesto nacional no puede cubrir la compra de esta tierra, la cual está actualmente dedicada a la caña y no a las reparaciones de los Nasa.
 
Cuando el gobierno se negó a cumplir con el acuerdo de las reparaciones y garantizar su seguridad – después de la masacre de El Nilo, tres masacres parecidas ocurrieron en 2001 en comunidades aledañas en el Rio Naya, Gualanday y San Pedro – los Nasa decidieron retomar su territorio independientemente. Exigen un mínimo de 20.000 hectáreas de tierra para su supervivencia, la reforma de la política agraria y programas sociales y económicos especialmente diseñados para los pueblos indígenas, como establece el Decreto 982 que el Estado colombiano sacó en 1999.
 
“Aquí estamos por un derecho, pero también por una necesidad,” manifiesta una representante del Consejo Regional Indígena del Cauca. “No tenemos en dónde sembrar. . .Nunca vamos a esperar que el gobierno nos diga ‘tenga,’ entonces poco a poco iremos obteniendo los resultados e iremos liberando la Madre Tierra, liberándola de todos los monocultivos.”
 
Según la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), 56 por ciento de los niños y niñas en la región sufren por el hambre o la desnutrición, y 6000 de 25.000 familias locales tienen tierras inadecuadas para mantenerse a sí mismas. Mientras tanto, menos que uno por ciento de la población posee 62 por ciento del territorio colombiano, y apenas ocho ingenios azucareros son los dueños de 330.000 hectáreas de tierra local, la cual está sembrada horizonte a horizonte con la caña que se utiliza para producir el azúcar, además del etanol y la melaza, para el consumo doméstico y la exportación. 
 
Los indígenas han concentrado sus actividades en las fincas de INCAUCA, el ingenio azucarero manejado por el multimillonario Carlos Ardila Lülle. Sostienen que su empresa representa un “modelo de despojo transnacional y del agronegocio.” Los Nasa critican éste por ser un modelo no sostenible del desarrollo que depende del cultivo de los monocultivos (azúcar, banano, aceite de palma y las flores) para exportar. 
 
“La historia del capital y de quienes a su nombre lo acumulan, es un proyecto de muerte que terminara por destruir la naturaleza toda, incluida la vida de los seres humanos. Para nosotros, la tierra es la madre, y contra ella se comete un crimen,” escribió la ACIN en un comunicado de 2005.
 
La producción artesanal del azúcar llegó al Cauca en 1538 después de la invasión española, y a comienzos del siglo XIX, el primer molino de azúcar fue instalado por la empresa Manuelita. La expansión de los ferrocarriles y la mecanización del sector azucarero produjeron el auge de la producción en las décadas de los años 1930 y 1940, un auge que corresponde con las primeras oleadas del desplazamiento indígena. 
 
Aunque la ocupación de la tierra por los Nasa es pacífica, por lo menos 143 indígenas han sido lastimados, 37 con lesiones graves por los armas, gases lacrimógenos, balas de salva y enfrentamientos con la fuerza pública desde el diciembre pasado. El 10 de abril, el guardia indígena de 19 años Guillermo Pavi fue asesinado, después de recibir un disparo por parte del ESMAD y el ejército. Con la vía bloqueada, sus heridas resultaron fatales porque sus compañeros no pudieron llevarlo al hospital.
 
El 28 de mayo, el ESMAD intentó sacar a los indígenas con tanques, tractores y gases lacrimógenos, anunciando por un megáfono que, “ésta va a ser peor que El Nilo.” La fuerza pública en repetidas ocasiones ha quemado y destruido los cultivos nuevamente sembrados, y en junio acabó con 580 hectáreas de maíz, frijol, yuca y plátano. Luego volvieron para una segunda ronda de destrucción en julio.
 
Los Nasa han recibido cartas de amenazas, llamadas y mensajes de texto de los grupos paramilitares como las Águilas Negras, que señalan a los indígenas como miembros de la guerrilla, la cual todavía tiene una presencia fuerte en la región.
 
“La inteligencia de las Águilas Negras tiene un centenar de nombres de personas que están haciendo daños en fincas ganaderas. . . apoyan a los narcoterroristas [las FARC . . .] no será sorpresa que aparezcan descuartizados estos indios hijueputas,” dice una amenaza escrita. 
 
A pesar de los ataques, los Nasa siguen comprometidos. Por mantener una presencia constante y por sembrar su pancoger, reclaman su territorio día a día, hectárea por hectárea, luchando en contra de la imposición de los monocultivos y de los modelos económicos extractivistas, afirmando que éstos no conducen al desarrollo real, sino a la explotación de la tierra y la gente. Sólo se puede acabar con estos modelos a partir de la Liberación de la Madre Tierra. 
 
“La verdad es que hoy la naturaleza debe estar muy contenta porque nos vuelve a sentir,” dice la representante del CRIC. “Ojalá lo más pronto posible no veamos toda esta caña, sino que veamos frutas, sombra, agua. . . Este es el reto que tenemos cada uno de nosotros. No es fácil pero no es imposible.”
 
*Los entrevistados aparecen sin nombre por su pedido de enfatizar el sentido colectivo del movimiento y también por el tema de seguridad.
 
Por Lisa Taylor, Acción Permanente por la Paz en Colombia.
http://witness4peace.blogspot.com.co/2015/09/quemando-la-cana-y-sembrando-el-maiz-se.html