Se convocaron hoy diversas fuerzas y sectores institucionales y sociales para acercarse a un análisis indispensable para el futuro económico de la ciudad, la región y la nación. Las implicaciones de un Tratado de Libre Comercio con Corea concitan la necesidad de leer, en términos académicos y desde una perspectiva nacional, los efectos sobre la producción y el empleo al igual que sobre la creación de riqueza, su acumulación y redistribución.
Eliminar las barreras arancelarias para poner en “igualdad de competencia” en el mercado nacional, a los monopolios industriales y el Estado de Corea, frente a las industrias nacionales y el Estado de Colombia, es, por lo menos, feriar el mercado interno nacional a los “Chaebol” coreanos, que son poderosos conglomerados y corporaciones financieras e industriales con presencia en muy diversas ramas y sectores de la economía.
Unas cifras permiten comprender las grandes asimetrías de ambas economías. Mientras el Producto Interno Bruto PIB de Corea fue en el año 2010 de U.S. $1.459* millones de dólares, el de Colombia fue de U.S. $ 435,4 millones de dólares. Es decir, la suma de la producción de todos los bienes y servicios de Corea en un año, es tres veces más que la de Colombia y si lo miramos en términos de PIB per cápita, medido como capacidad de poder adquisitivo, el resultado es que los coreanos tienen ingresos -o podrían comprar- como promedio nacional 30.000 dólares al año mientras que, los colombianos, sólo disponen de 9.800 dólares. Vuelve a repetirse la diferencia de tres a uno entre Corea y Colombia.
Corea tiene una población de 48 millones de habitantes y Colombia de 44 millones y, mientras los colombianos habitamos en un territorio de 1 millón ciento treinta y tres mil kilómetros cuadrados, los coreanos lo hacen en solo 99 mil kilómetros. La población en pobreza en Corea es del 15% en 2006 y se ha reducido, la nuestra es del 45.5% según dato del 2009.
Miremos otras cifras. La tasa de desempleo de Colombia es del 11.8% de su población económicamente activa, la de Corea es del 3.3. Mientras en Colombia la tasa de desempleo juvenil -población entre 15 y 24 años- es del 22.96% la de Corea es del 9.81%. La deuda pública, que pesa sobre los tributos que pagan los habitantes de una nación, en Colombia es del 44.8% como porcentaje del PIB mientras en Corea es del 23.7%.
De otra parte, al comparar la tasa de crecimiento de la producción industrial encontramos que Corea ha crecido a una tasa promedio del 6,2% (de 2003 a 2011) y Colombia lo ha hecho a una tasa de 3,5 en los mismos años. Y si comparamos la infraestructura de ambas naciones, clave a la hora de abaratar costos y lograr economías de escala y mayores niveles de eficiencia y competitividad, ¿con qué nos encontramos? Estas son las cifras:
En ferrocarriles, teniendo en cuenta que Corea es 11 veces más pequeña territorialmente que nosotros, hallamos que tienen 3,381 kilómetros de vías férreas modernas, la gran mayoría electrificadas y varias de alta velocidad. En Colombia tenemos 874 kilómetros de trocha angosta a excepción del ferrocarril que permite el saqueo del carbón del Cesar y la Guajira.
En vías, Corea dispone de 103 mil 29 kilómetros y Colombia de 141 mil 374. Una diferencia de poco más de 40 mil kilómetros pero en un territorio 11 veces mayor, valga recordarlo. De esos kilómetros, en Corea están pavimentados más del 80%. En Colombia se calcula entre el 8 y el 10%. Y, eso, sin detallar la calidad de las carreteras.
En cuanto a la navegación fluvial que, se sabe, es definitiva para disminuir costos por ser el transporte más barato, la relación es la siguiente: Corea tiene escasos 1608 kilómetros, Colombia tiene 24.000, de esos 18.000 navegables, pero tan sólo dispone de algo más de 7000 para embarcaciones mayores todo el año. Una cifra inmensa. Pero, en realidad, sólo se utiliza una parte de los ríos Magdalena y Cauca. El resto es Orinoquía, Amazonía y Chocó donde el uso es mínimo. En Corea usan, prácticamente, todos sus afluentes.
En telecomunicaciones, la relación es así: En líneas terrestres, Corea tiene 19 millones 289 mil en uso. Colombia, 7 millones y medio. En celulares tiene 47 millones y Colombia 42 millones. Y, otro indicador importante, el de usuarios de internet, da estas cifras: Corea 39 millones y medio, Colombia, 22 millones trescientos mil.
Si detallamos exportaciones e importaciones encontramos que Colombia exportó el año anterior U.S. $ 56.954 millones de dólares y Corea U.S. $ 558.800 millones de dólares, más de diez veces lo que exportó Colombia. Al analizar qué es lo que Corea produce y exporta, encontramos productos electrónicos, para telecomunicaciones, automóviles, productos químicos, navales, de construcción y de acero y, que lo que exporta es, fundamentalmente, lo que produce. Artículos electrónicos y de telecomunicaciones, automóviles, ordenadores, aceros, barcos y productos petroquímicos y maquinaria.
Colombia produjo y exportó bienes agrícolas (café, banano, flores) por un valor 2.264 millones de dólares, minerales por un valor de 31.260 millones de dólares (petróleo, carbón, níquel, oro) y productos industriales 23.276 millones de dólares. En alimentos y bebidas 4.786, en textiles, prendas de vestir y calzado 1.360, en papel, cartón y sus productos 550, en refinados del petróleo 5.150, en sustancias y productos químicos 3.053, en productos de caucho y plástico 751, en otros productos minerales no metálicos 470, en productos metalúrgicos básicos 4.404, en maquinaria y equipo 409, en vehículos 416, en otros tipos de transporte 546 y en muebles y manufacturas 375. Cifras todas en millones de dólares.
De todo eso que produjimos, ¿qué es lo que le vamos a exportar a Corea? Miremos las importaciones de Corea para encontrar respuesta a la pregunta. Señalemos primero que Corea importó, en 2012, U.S. $ 521.643 millones de dólares repartidos en materias primas, -combustibles (petróleo), aceites minerales, minerales, escorias y cenizas, cobre y sus manufacturas, productos químicos orgánicos, fundición, hierro y acero- productos elaborados en China y otras naciones donde le maquilan a los conglomerados coreanos -materias plásticas y sus manufacturas, máquinas y partes para aparatos eléctricos y automóviles, otros equipos de transporte, partes para tractores y tractores- y, por otro lado, productos de gran valor agregado importados de los Estados Unidos y Japón -reactores nucleares, calderas, máquinas avanzadas, instrumentos y aparatos de óptica y otros bienes que explican que el comercio coreano tenga una importante estructura intraindustrial.
¿Qué es -con un TLC- lo que vamos a vender, diferente a lo que ya vendemos, a Corea? El gobierno nacional dice que cárnicos y lácteos. Pero, es claro, que en ambos renglones no tenemos nada que hacer. La protección que tiene Corea para sus productores y la que tienen los países que tradicionalmente le han vendido esos productos no nos dejan competir. Los precios de Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Uruguay, entre otros, definen el ingreso a Corea. Los Estados Unidos van a arrasar con los ganaderos colombianos, como insistentemente han señalado los gremios del sector, y el gobierno de Santos pretende que compitan, con quienes los arruinan, por el mercado de Corea.
En cambio, los coreanos sí tienen como aumentar sus exportaciones a colombia. Al no tener barreras arancelarias -que protejan nuestra industria- se arruinarán fábricas de textiles, caucho, plástico, calzado, autopartes, ensamblaje de vehículos y electrodomésticos. Para manizales; sus industriales y trabajadores, el comercio, el sector servicios, y hasta para la recreación y el deporte, sería muy peligroso un TLC con Corea. La pérdida de más de 2500 empleos directos y de tres veces más de indirectos en manizales, y de cien mil en colombia, así lo prueba.
La riqueza que a diario crean estos sectores, tanto en la nación como en la ciudad, está en buena parte en riesgo y su redistribución también. No puede perderse lo que se ha acumulado durante años de valiente esfuerzo. Lo que debe hacerse, si se quiere desarrollar la patria, salvar empleos, producción y riqueza, es formular una política pública industrial y agraria que, protegiendo nuestro mercado interno, de bienandanza al país.
El capítulo de Recalca-Manizales sabe que la realidad exige una gran convergencia para defender el trabajo, la producción, el terruño y la nación. Trabajaremos en armonía con todos aquellos que quieran cumplir con el deber de ser buenos hijos de Colombia.
Oscar Gutiérrez R
Vocero Recalca- Capítulo Manizales
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