En la Semana Santa de 2001 el Bloque Calima asesinó y desplazó a comunidades indígenas y afros en esa región del sur del país. Durante una imputación, Justicia y Paz reconstruyó cómo fueron esos hechos.
En abril y ocubre de 2011 la Fiscalía 18 de Justicia y Paz escuchó en versión libre a más de 60 exparamilitares por la masacre de El Naya.
Lo que iba a ser la creación de otro bloque paramilitar de la Casa Castaño se convirtió en una de las masacres más crueles de la reciente historia colombiana. En abril de 2001, alrededor de 220 paramilitares emprendieron hacia El Naya, una región limítrofe entre los departamentos de Cauca y Valle del Cauca.
Casi diez años después de estos hechos, en marzo de 2011, parte de los hombres que cometieron la masacre de El Naya y que se acogieron al proceso de justicia transicional, les contaron a las autoridades su verdad sobre esa incursión paramilitar.
Después de haber escuchado las versiones libres de los victimarios, de entrevistar a víctimas y de realizar largas jornadas de investigación, la Fiscalía 18 de Justicia y Paz llevó a los estrados del Tribunal Superior de Cundinamarca a 72 postulados para imputarles cargos.
El pasado viernes 15 de junio, el ente investigador contó ante una magistrada de control de garantías cómo fue la planeación de esa incursión y cuáles fueron sus antecedentes. Según los registros de la Fiscalía, la población de El Naya empezó a ser víctima del Bloque Calima desde mayo de 2000, cuando fueron creados el Frente Pacífico y el Frente Farrallones.
Con esos grupos los paramilitares cercaron a la comunidad y controlaron las dos entradas de la región. La vía marítima de Buenaventura fue bloqueada por el Frente Pacífico, y la vía terrestre de Buenos Aires fue controlada por el Frente Farallones.
La Fiscalía contó que el Bloque Calima instaló retenes ilegales “casi de forma permanente” para controlar el ingreso de todo tipo de productos a El Naya. Los ‘paras’ prohibieron remezas mayores de 50 mil pesos y el cobro de ‘impuestos’ para el ingreso de determinados productos.
En una de sus versiones libres, Elkin Casarrubia Posada, alias ‘El Cura’, jefe militar y segundo al mando del Bloque Calima, explicó que actuaron de esa manera contra la comunidad porque Carlos Castaño les había dado la orden de generar impacto y hacerse sentir cuando ingresaran por primera vez a una región, para enviarle un mensaje a los colaboradores de la subversión.
Además, dijo que tenían información que la guerrilla tenía presencia en El Naya y llevaban secuestrados a esa zona. También señaló que sabían que en esa región la gente vivía de los cultivos ilícitos y por eso cobraron ‘impuestos’ para el ingreso de gasolina y de cemento.
A lo largo del proceso se supo que la incursión a esta región del Cauca se debió a las ambiciones de Vicente Castaño. La Fiscalía reseñó que entre enero y febrero de 2001, Castaño le ordenó al jefe del Bloque Calima, Éver Veloza García, alias ‘HH’, que creara “un bloque en la Costa Pacífica que tuviera un corredor por los municipios costeros de Valle y Cauca, con asiento en el municipio de Guapi (Cauca)”.
La idea de Castaño era crear el Bloque Pacífico, que delinquiría desde las costas de Nariño hasta las de Chocó, para apoderarse de las finanzas que dejaban el cobro de gramaje a los narcotraficantes que sacaban drogas por ese corredor.
Esta versión fue dada por el propio ‘HH’ y corroborada por ‘El Cura’ y por Juan Mauricio Aristizábal, alias ‘El Fino’, exjefe de finanzas del Calima, quien en versión libre dijo que otro de los propósitos de Castaño era “combatir al Frente 30 (de las Farc) de ‘Mincho’ y al grupo del Eln que estaba explotando minas de oro en López de Micay”.
Acatando la orden de Vicente Castaño, ‘HH’ citó a parte de sus tropas que tenía en el norte de Valle del Cauca y parte de Cauca, para que se concentraran en la vereda Munchique, de Buenos Aires, Cauca.
La Fiscalía indicó que antes de la concentración de las dos centenas de paramilitares, entre el 4 y el 5 de abril, ‘HH’ se reunió en la vereda San Miguel, de Buenos Aires, con varios de sus hombres de mayor rango y con mapas en mano les trazó el recorrido que debían hacer por El Naya.
Después de ese ‘cónclave’, llegaron al punto de encuentro los hombres que Jair Alexander Muñoz Borja, alias ‘Sisas’, llevó desde el corregimiento de La Sonora, en Trujillo, Valle. También se hicieron presentes integrantes del Frente Farallones, que estaban entre el norte y centro de Cauca.
Entre el 5 y el 6 abril, la tropa fue formada en la cancha de futbol de Munchique, surtida de material de guerra nuevo y le explicaron que debía “llegar a Guapi y montar nuevo grupo para consolidar las finanzas del Bloque Calima”.
En ese encuentro también estuvieron los jefes alias ‘Zarley’ (del área política del bloque), alias ‘Sancocho’ (de urbanos del Frente Farallones), alias ‘Giovanny’ (del Frente Central y exjefe de Los Urabeños), alias ‘Ramiro’ (del Frente La Buitrera) y alias ‘La Marrana’ (del Frente Yumbo).
En versión libre, ‘El Cura’ le dijo a la Fiscalía que la reunión de casi 220 paramilitares que llegaron de diferentes regiones se logró sin que fueran detenidos, porque tenían coordinación con algunos miembros de la Fuerza Pública cuando iban a hacer operaciones grandes.
Armando Lugo, alias ‘El Cabezón’, uno de los jefes del Bloque Calima dijo que consiguió material de guerra para la incursión de El Naya en el Batallón Pichincha, con sede en Cali. Según él, entre sus contactos estaban el capitán Zambrano, el coronel Tony Alberto Vargas Petecua, el general Francisco René Pedraza y Claudia Jaimes, esposa de un cabo.
El ex paramilitar aseguró que con la señora Jaimes y el coronel Vargas consiguió camuflados y chalecos. De acuerdo con su versión, la señora Jaimes vivía en el batallón y de allí sacó parte del material de guerra que le vendió, el cual él mismo le entregó a ‘HH’ el 5 de abril en Munchique.
Este postulado a Justicia y Paz también dijo que entró la oficina del coronel Vargas y le dio entre 10 ó 15 millones de pesos. Agregó tuvo el apoyo del teniente Salcedo para que sus compañeros pudieran pasar por un retén en el municipio de Villa Rica, Cauca.
Otro ex paramilitar que participó en la masacre y llegó a Munchique desde Valle del Cauca, dijo que en un retén ubicado antes o después del peaje de Buga, fueron detenidos los camiones en los que se desplazaban alrededor de cien hombres camuflados y armados, pero los dejaron avanzar sin requisarlos porque dieron dos pitazos, que era la señal que habían coordinando.
Un testigo le dijo a la Fiscalía que para la fecha de la incursión de El Naya, el Ejército tenía presencia en Timba, pero los paramilitares llegaron al municipio de Suárez en tres camiones sin ser detenidos. Agregó que más adelante tuvieron que pasar por el sector conocido como El Amparo, donde había una bese militar, pero el Ejército no les hizo nada.
Sobre algunos de los desplazamientos de la tropa paramilitar, uno de los postulados del Bloque Calima dijo que los coordinó con el capitán Zambrano y el coronel Vargas. “Estos oficiales se comprometieron a mover la tropa que estaba en la vereda La Esperanza, ya que los paramilitares tenían que pasar por ese lugar. Igualmente estuvieron de acuerdo que la incursión llegara a la vereda El Ceral, donde según los uniformados, tenían información de la presencia guerrillera”, indicó la Fiscalía sobre el testimonio que rindió el exparamilitar.
Luego de ser formados y abastecidos, los 220 paramilitares iniciaron su recorrido hacia El Naya. Entre el 7 y el 8 de abril llegaron a la vereda Bellavista, de Suárez, bajo el mando de ‘El Cura’, y sus segundos fueron Luis Felipe Arcia Martínez, alias ‘Chilapo’, y Jair Alexander Muñoz Borja, alias ‘Sisas’.
La tropa paramilitar se dividió en cuatro grupos. El primero fue nombrado Centella, y estaba compuesto por los grupos especiales de combate conocidos como las Boinas Verdes y las Boinas Rojas, que respondían a las órdenes de ‘El Cura’ y ‘Nechí’. Ese grupo estuvo conformado por 120 hombres y escoltó al resto de la tropa hasta la entrada de El Naya en Patio Bonito. Luego se retiró de la zona.
Los otros tres grupos fueron conformados entre 35 hombres en fusilados. El primero de ellos fue el Grupo Atila de Nilson Javier Pérez, alias ‘Pájaro’; el segundo fue el Grupo Escorpión de Jhon Jairo Poso Giraldo, alias ‘Eliécer’, y el último fue el Grupo Fantasma de alias ‘El Teniente’. Cuando llegaron a Patio Bonito, ‘Chilapo’ y ‘Sisas’ asumieron el mando general de estos tres grupos que serían el origen del Bloque Pacífico de las Accu en Cauca.
La Fiscalía explicó que el Grupo Fantasma fue el encargado de puntear la incursión y debía asegurar puntos estratégicos como los cerros. El Grupo Escorpión iba en el medio y el Grupo Atila cuidaba la retaguardia y le prestaba seguridad a los grupos que iban adelante. Los grupos marcharon separados a una distancia de 30 minutos y una hora.
En El Naya, los paramilitares capturaron a un supuesto guerrillero conocido como ‘Peligro’, quien a cambio de salvar su vida, se comprometió a servirles de guía y fue la persona que señaló a la mayoría de víctimas que fueron asesinadas.
Los paramilitares dijeron que aunque el objetivo no era cometer una masacre, tenían claro que si les tocaba combatir a la guerrilla o asesinar a supuestos milicianos, lo tenían que hacer porque era una de las órdenes que debían cumplir a diario.
El recorrido del Bloque Calima en esa región dejó muerte, desplazamientos, dolor y terror en las poblaciones de Bellavista, La Esperanza, El Ceral, La Silvia, Campamento, Patio Bonito, Aguapanela, Palo Solo, Alto Sereno, Río Mina, El Playón, La Paz, Saltillo, Concepción, Yurumanguí y Puerto Merizalde.
Tras varias semanas de presencia en la zona, alrededor de 73 paramilitares fueron capturados por la Armada y el Ejército. Otros murieron ahogados y fueron atacados por la población. Por esa razón el ambicioso proyecto de Vicente Castaño de controlar toda la Costa Pacífica se truncó.
En esta masacre la Fiscalía ha identificado a 24 personas que fueron asesinadas y Acción Social calculó que más de tres mil personas se desplazaron a raíz de esa incursión paramilitar. Algunos pobladores dicen que las víctimas mortales son mucho más porque los paramilitares arrojaron varios cuerpos por los barrancos, pero hasta la fecha no se ha podido documentar quiénes eran ni se han encontrado sus restos.
En el inicio de esta imputación de cargos que terminará el próximo 21 de junio, además de contar los antecedentes y cómo se planeó esta masacre, la Fiscalía hizo una reseña histórica de las comunidades afrodescendientes e indígenas que desde el Siglo XVII poblaron esa región, y también presentó las alertas tempranas que fueron ignoradas para que no se cometieran estos crímenes.
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