Colombia. La maquinaria no se equivoca y no pierde espacio. El balance electoral de y desde las elecciones parlamentarias y la Consulta Presidencial del Partido Verde del 9 de marzo pasado es tan terrible como fácil de hacer. Las derechas corruptas, al servicio de intereses corporativos transnacionales se consolidan en el parlamento. Su composición no cambia, por el contrario, los escuadrones de la muerte, narcotraficantes, corruptos, especuladores y despojadores se reparten casi la totalidad de los escaños. Pelearán entre ellos como víboras por el botín Colombia. La diferencia es que la llamada “izquierda” electoral y los partidos indígenas con su pequeña cuota dentro del aparato, legitiman la maquinaria y se incorporan, salvo honrosas y muy visibles excepciones, a la cultura mafiosa y a la mentira hecha sin salida.
Vale la pena tomar distancia y observar, en términos crudos, la forma en que se acaba de incorporar la “izquierda” electoral a la cultura mafiosa del poder. Una mirada a la que se niega esa “izquierda” por su afán de pelear por la limosna que le dan y que alimenta la arrogancia y la vanidad de unos pocos, mientras que, quienes mantienen la coherencia y la dignidad se constituyen en ejemplos y excepciones que confirman la regla.
2010, desbaratando la amenaza de la izquierda con plataforma: el PDA
Hace 4 años, todas las encuestas anunciaban un “foto-finish” entre Antanas Mockus (Partido Verde) y Juan Manuel Santos (Oficialista de todas las derechas). Esto a partir de que la misma derecha (el régimen, mejor), se sirviera de Gustavo Petro[i] [1], luego de haber sido un excelente parlamentario denunciando la corrupción y la parapolítica -actuando desde dentro del PDA, arrasado por ambiciones ciegas de poder, liderando el ala “democrática”- señalara a quienes no promovieran el oportunismo y sus alianzas con el neoliberalismo[ii] [2] como enemigos de la democracia. Esta defensa de su versión no-debatida ni debatible de democracia, le sirvió al régimen para imponerse, dividir al PDA y, en lo sustancial, obligarlo a darle la espalda a la Plataforma de Unidad, es decir, al contenido y sentido político de su existencia como partido de izquierda y por ello, alternativa al régimen y a los demás partidos.
Petro y el “sector democrático”[iii] [3] exigieron una consulta abierta en la que la derecha y quienes ignoraran o no suscribieran la agenda política del partido, podían influenciar sustancialmente la decisión que llevó a la selección del candidato de “izquierda”: Gustavo Petro. Un ejemplo más de “democracia” de números a expensas de posiciones y sentidos. Gana quien consigue más votos, así lo haga para una agenda que ya no es la que le da identidad al partido. Es decir, ganar para que se pierda.
Hecha esta trampa, el PDA estaba obligado a apoyar al candidato que la consulta abierta (estrategia de la derecha) les impuso con la maquinaria electoral, sacrificando la agenda política de izquierda a la maquinaria. Metidos los huevos del PDA en la canasta Petro y plenamente conscientes de que “el minuto en que terminaran las elecciones Petro nos daría la espalda”[iv] [4], culminaba la Parte I de la maniobra “democrática”, de modo que el PDA tenía un candidato que ya no era de izquierda y, sobre todo, abandonaba su sentido ético y político en la trampa del oportunismo y la consulta abierta en la que no-militantes decidieron. Tragando sapos lo apoyaron. Lo que a todas luces, retrospectivamente, fue un error garrafal. Si ganaba Petro, perdían las elecciones y si perdía, pues….también!! Había que defender la Plataforma para seguir siendo de izquierda. De esto nunca se ha hablado abiertamente para aprender con la auto-crítica.[v] [5]
Pues Petro cumplió con las predicciones. El mismo día que se anuncian los resultados electorales presidenciales con el triunfo arrasador de Santos en la primera vuelta, Petro se reúne de manera inconsulta con Santos y se suma a la Unidad Santista (a la derecha del régimen con la que está identificado como una variación más dentro del mismo modelo neoliberal). Además reclama y exige el cargo de Presidente del PDA por haber sido candidato. Siente que lo merece todo a partir de los “democráticos” y la consulta abierta. Quienes defiendan una posición de izquierda que de identidad y sentido al partido resultan ante este concepto de democracia, sectarios e intolerantes. La tarea era de la derecha era ocupar el PDA desocupándolo de sentido y venían por el premio. Aprovecharon y alimentaron, una vez más, la vanidad insaciable y el afán de poder a toda costa de un líder, dos características de Gustavo Petro, para lograr sus objetivos. Tarde ya, pero le pusieron límite con firmeza a esas aspiraciones de poder único de Petro y terminó saliendo del PDA para crear el partido Progresistas, habiendo la derecha a la que sirvió, logrado su cometido, apoyada en los errores de la izquierda y en la incapacidad de reconocerlos. Los errores a los que los empujaron estratégicamente con éxito fueron, someterse a la Consulta Abierta y fundamentalmente, supeditar la agenda política -que le dio sentido a la unidad electoral de las izquierdas- a mecanismos y oportunismos. Sin Plataforma de Unidad y con candidato de derecha, seguramente electo por la derecha, ¿qué izquierda es el Polo?
Mientras esto sucedía, la otra derecha no oficialista el Partido Verde, surgía y lograba reclutar votos de opinión y votantes de izquierda decepcionados con el Polo. Al Partido Verde y Antanas Mockus lo inflaban la catástrofe del Polo y las maquinarias del régimen. ¿La prueba definitiva de esto? No había tal “foto-finish” Mockus-Santos. Santos barre en la primera vuelta!! Las encuestas eran una fabricación. Se trataba estratégicamente de nuevo, de meterle al electorado en la cabeza dos cosas: 1. El PDA con Petro no va a ganar, mejor ser prácticos y votar por el que tiene chance, es decir, los verdes y 2. Los Verdes como ideología y posición política no son ni alternativa, ni de izquierda, ni diferentes a Santos, por eso precisamente los presentan -desde el régimen- como si fueran las 3 por todos los medios, incluidos los discursos del candidato Santos que fabricaba un Mockus y unos Verdes de izquierda a sabiendas de que no lo eran. Con esas tres mentiras y unas encuestas que las conviertan en evidencia, se consigue el objetivo estratégico mayor, unas elecciones sin candidatos de izquierda. No hay izquierda electoral. Entre la impotencia que obliga a la abstención y la decisión de votar por lo viable, los pocos votos se van a Mockus y dejan el PDA. Santos barre en la primera vuelta: gracias Petro, gracias Mockus.
El error de (volver a abandonar) la agenda política de transformación se paga caro. Perder con identidad y coherencia es ganar, el régimen lo sabe. Ganar sin identidad es perder, el régimen lo promueve y la ambición de poder lo consigue.
Esto sucede en el 2010. El régimen extractivista, del “Libre Comercio” por la vía del terror, de la legislación de despojo y de la propaganda, se consolida en el continuismo Uribe-Santista, maquillado de civilidad, democracia y paz. La amenaza del 2006 con un PDA coherente, en torno de una agenda y claramente alternativo, bajo la candidatura de Carlos Gaviria Díaz quien consigue la mayor votación de la izquierda en la historia de Colombia, ha sido exitosamente superada, aunque persistan núcleos que mantengan su coherencia y movimientos indígenas y populares que se la exigen. La población se queda prácticamente huérfana de una izquierda electoral que la represente.
2014, la derecha arrasa y la izquierda electoral se refugia en la “unidad”
Cuatro años más tarde, 2014, los Verdes son de nuevo el comodín. Una alianza sin agenda, “para ganarle a la derecha” (Mockus bis). Algunos partidos de izquierda y movimientos indígenas y populares que entran al juego electoral como UP, Marcha Patriótica, Partido Comunista, Fuerza Común, MAIS, Dignidades (paperas), se suman a la “Alianza Verde”. A pesar de todo lo que se argumente y de todos los discursos y ríos de tinta, es la “izquierda” (y los alternativos) la que se mete a la derecha verde y jamás al contrario. Todo en nombre de “hacer lo posible y práctico”, que de nuevo consiste en abandonar las causas para no quedarse por fuera de las maquinarias del régimen. Cuando uno no tiene agenda propia, negocia y promueve la del otro.
Otra Consulta Abierta!!! Otra vez vota la derecha masivamente. Esta vez gana otro derechista, neoliberal y Uribe-Santista: Enrique Peñalosa, mientras arrasan las derechas con el parlamento en las elecciones de marzo de 2014.
La maquinaria del régimen tiene todas las cartas en la mano y con la ayuda del oportunismo, la vanidad, la ambición personalista y el sacrificio de agendas y bases por prebendas, definen y consiguen sus propósitos estratégicos. Las encuestas, para las elecciones presidenciales de mayo, lo pondrán a Peñalosa en un “foto-finish” con Santos seguramente (o por lo menos tienen esta carta de nuevo en su amplia baraja). Habrá que votar por Peñalosa, pensarán algunos, porque si no, gana el Uribe-Santismo, argumentarán. Los auto-denominados “Verdes no-peñalosistas”, están como los Polistas no “democráticos” de hace 4 años:
– O respetan la consulta y se unen al candidato Verde de la derecha, lo que exige que se engañen presentando a Peñalosa como un hombre de izquierda (o con quien la izquierda puede hacer acuerdos) -como lo fuera Petro hace 4 años[vi] [6]
– O, como es predecible, hacen un acuerdo programático con Clara López candidata presidencial del PDA, retomando una posición que el PDA ha defendido en estas elecciones, ante la orfandad en la que han quedado. Solo que, si se unen ahora al PDA y salen de la sombra de la derecha Verde de Peñalosa, ¿se les puede creer que tienen una agenda y se puede confiar que sea la de los pueblos?
Clara López, candidata del Polo, acaba de anunciar que su fórmula vicepresidencial es Aída Avella, de la UP, a nombre de los “verdes-no peñalosistas” que corren así de regreso al Polo para tratar de no ser absolutamente avasallados. El discurso, claro, no expresa estas verdades. Según dicen esta es una oportunidad única de la izquierda para “arrebatar el poder”.[vii] [7]
Mejor dicho, otra vez ganó la derecha estas elecciones. La ganaron todos los partidos del Uribe-Santismo que, con un 70% de abstencionismo, aplauden la “democracia colombiana”, y arrasaron con el Congreso para hacer sus debates internos y repartirse el botín Colombia (o lo que les sobre a las transnacionales a quienes se lo entregan a manos llenas). Peñalosa y la estrategia verde se queda con la famélica oposición electoral que se manifiesta, al ganar la consulta abierta con la que la propia derecha elige su “izquierda” y el candidato Presidencial de la “oposición”. Con Peñalosa, la derecha se completa así: Centro Democrático (Uribe), Partido de la U (Santos), Liberales (Santos), Conservadores (Santos y Uribe), Opción Colombia (Uribe y Santos), Cambio Radical (Santos) y Alianza Verde (Peñalosa-Santos y Uribe, incluyendo a la izquierda electoral no-Peñalosista como un apéndice sin peso para las elecciones al congreso). Una maniobra que se resume así: la izquierda electoral es la derecha, apoya la derecha y legitima a la derecha o es “anti-democrática, sectaria y radical”, según los calificativos de Gustavo Petro y su ala “democrática” (particularmente dirigidos entonces contra el Partido Comunista y el MOIR del Senador Jorge Enrique Robledo).
Cuatro años más tarde esta alianza de izquierdas, dirigencias indígenas y sectores campesinos, no solo no aprende y supera la dolorosa lección; es peor. Por supeditar su sentido y las luchas y aspiraciones populares a los juegos del oportunismo y de las maquinarias, se aíslan de las bases a nombre de las que siguen hablando y quedan marginadas en medio de una sin salida en la que era mejor no meterse para no ayudar a legitimar desde lo electoral, con las causas populares, al régimen del Capital y del despojo que somete a Colombia. Con una izquierda así, ¿Para qué derecha?
La política electoral en su lugar: ¿Conclusiones?
En este contexto y frente a toda la experiencia y estructura electoral colombiana, hay que preguntarse ¿dónde está la agenda contra el extractivismo y el libre comercio? ¿Quienes promueven la derogatoria de acuerdos y legislación de despojo y la formulación de políticas de y con los pueblos? ¿Cómo conseguir una salida negociada al conflicto armado que respete una paz digna desde abajo y con los pueblos? y ¿dónde están las posibilidades de que se haga justicia ante corruptos, tiranos, asesinos y vendidos que han sumido en la miseria, el dolor y la sangre a un país entero y a sus territorios y que se ha constituido como una amenaza continental para la imposición del totalitarismo especulativo-corporativo transnacional?
Estas son algunas de las preguntas previas a la participación político-electoral en Colombia, de cuyas respuestas depende que existan alternativas y futuro. Difícil responder estas y otras preguntas siempre urgentes y postergadas si además la propia izquierda y las organizaciones no empiezan por reconocer errores y los abusos que han cometido, frente a las bases para superarlos. Mientras las bases, una vez más, han sido privadas de su derecho de orientar y decidir en partidos que existen para representarlas. Son izquierdas sin pueblos y pueblos sin izquierdas electorales. Por seguir encubriendo tras la máscara de discursos que nombran causas y dolores colectivos las vanidades y ambiciones personales o grupales y el afán de meterse al régimen y conservarlo a toda costa, la “Unidad” de la izquierda en estas condiciones es una forma de apoyo y legitimación al establecimiento; bien sea por la vía de los verdes, es decir, Peñalosa, o por la vía de la derrota electoral de la fórmula oportunista y calculada en votos que une a Clara López[viii] [8] con Aída Avella a pesar y no en torno de una agenda común. Si la agenda definiera el sentido de la unidad, esta se habría dado mucho antes.
En realidad, se consolida el despojo de las transnacionales en el poder. Porque los temas de la política, de lo común y colectivo, se han convertido, salvo excepciones, en adornos de las personalidades y campañas, mientras que, para el régimen, que conoce bien esos apetitos, es fácil, siempre y recurrentemente derrotar y someter hambrientos y así deshacerse de lo único que las derrotaría: la claridad de una agenda anti-sistémica, popular y de transformación que se sirve de lo electoral como uno de sus medios para pasar de un país con dueños y sin pueblos, a un país de los pueblos sin dueños.
Pero hasta esto último, es en el ámbito político-electoral colombiano de hoy, una mercancía de palabras que entra en el mercado como la “paz”, aspiración de mayorías que unos pocos manipulan para obtener beneficios en el sistema. Un mercado en el que a nombre de la izquierda y lo popular, machistas se declaran anti-patriarcales, corruptos exigen transparencia, beneficiarios de privilegios reclaman justicia social, autoritarios defienden las decisiones colectivas, burgueses izquierdo-parlantes llaman a luchar contra el capital; para citar apenas unas de las muchas máscaras que llevan a que la gente no tenga más opción que no votar o votar por las mafias conocidas que son las que detentan el poder.
La Unidad hoy, como ayer, en estas condiciones, es la derecha. La derecha así, volvió a ganar las elecciones, porque la política electoral le pertenece y le sirve.
Lo electoral cabe en la política, pero la política no cabe en lo electoral
La política en Colombia, que no cabe en estas maquinarias electorales, necesita de sentido y agenda y tiene que ser la de los pueblos: No hay duda.
Para ser justos, hay que señalar con firmeza unos hechos que no caben en lo dicho hasta acá.
– El abstencionismo, aunque no sea de izquierda ni contra el modelo, es un hecho contundente. El régimen persiste y se reproduce precisamente porque y para que no vote la mayoría del electorado. Si la gente votara, se caería en lo electoral el régimen. Pero la gente no puede votar porque el régimen y sus cómplices (vengan de donde vengan) se lo impiden.
– Señalado esto y sin entrar en el análisis de las luchas y movilizaciones populares, hay que insistir en que hay una política-otra. Sí existe. Supera lo electoral. Está amenazada. Viene siendo sistemáticamente negada y asfixiada por el régimen en Colombia (y también por algunas “izquierdas” y por muchas organizaciones “indígenas” y “populares”) en medio del terror, de las trampas y de las distorsiones de dirigencias y líderes. De esta política-otra, que continúa postergada y negada requiere de ser reconocida. Es una tarea indispensable cuyo aplazamiento sirve al establecimiento. Mientras la política permanezca sometida al ámbito político-electoral, sirve y servirá a la derecha.
Vale la pena, en este sentido, resaltar dos hechos en torno de lo electoral que el régimen intenta encubrir.
En primer lugar el levantamiento popular espontáneo, consciente y nacional en contra del Golpe de Estado que diera el Procurador a nombre del fascismo del establecimiento al derrocar de manera injusta, ilegal y autoritaria al alcalde electo de Bogotá, Gustavo Petro e inhabilitarlo para ejercer política durante 15 años (castigo que no le ha aplicado a políticos involucrados en narcotráfico y paramilitarismo). La defensa de la decisión electoral que llevó a Petro a la alcaldía de Bogotá moviliza a gente que, en su mayoría, seguramente, no está defendiendo su gestión en particular, sino que ni siquiera la ha vivido, porque en todas las grandes ciudades de Colombia se movilizaron masas en contra de su destitución. A pesar de Gustavo Petro, las movilizaciones y rechazo popular al golpe de estado centra, en torno suyo, la lucha de los pueblos contra el régimen y sus abusos. La gente se levanta contra el villano. Le pone un límite a este poder abusivo y despojador. Esto es claro y es una bocanada de aire fresco. Hay un límite y lo pone el pueblo, al autoritarismo totalitario que hace lo que le viene en gana. No se sabe a dónde irá a parar esta situación, pero la defensa contra el régimen y del reducido espacio electoral está en las calles, es multitudinaria, consciente, decidida y firme. Ojalá no genere la decepción y la impotencia de siempre si el alcalde intenta aprovechar una lucha por una causa justa para convertirla en un mecanismo para su carrera personal. ¿Será que tiene la capacidad y la sobriedad para servir una causa popular y no servirse de ella?
De otra parte, a pesar y en medio de la maquinaria de “promoción de democracia” vacía y de derecha que parece consolidarse en Colombia, los casi 200.000 votos del Senador Jorge Enrique Robledo (PDA), el Congresista con mayor número de votos en toda Colombia (de lejos) es un hecho contundente. Si a esto se suma el apoyo enorme a Iván Cepeda (PDA), Alirio Uribe(PDA), Alexander López (PDA) y aún a Claudia López (Verde) es una prueba de que la gente se sirve de lo electoral cuando puede y tiene como servirse, para decidir a consciencia. Es decir, que las agendas sí cuentan y que los contenidos y la coherencia que representan estos parlamentarios, valen más que cualquier maquinaria, aún bajo este régimen oprobioso que nos somete. Por Jorge Robledo votaron quienes creen en las posiciones que defiende, en la dignidad, en la justicia, en la soberanía y en juzgar con argumentos y hechos a ladrones, oportunistas, estafadores, mentirosos y entreguistas. En quienes defienden el país frente a los despojadores y no le temen a las transnacionales. Creen en el trabajo que ha realizado de cara al país el Senador Robledo en el Congreso.
Jorge Robledo y los demás no son perfectos, no es eso, no se trata de hacer propaganda ni campaña. Se trata de que pueden hablar en voz alta y con autoridad. Se ganaron este derecho y por ello, el respaldo masivo de la gente consciente. Tienen una agenda que responde a una posición. Esta posición es contraria y alternativa al modelo y no la sacrifican. Están del lado de lo que defienden en contravía del sistema y no se venden para meterse al mismo. A pesar de diferencias, errores y contradicciones, esto, sin duda, es lo que las y los electores reconocieron y significa, ciertamente, una derrota parcial, pero profunda y significativa al régimen en medio de su triunfo. Pero también es la obligación de responder a un mandato popular que señala y reitera el camino a seguir en Colombia a pesar de la debacle político-electoral: estar en contra del modelo y con los pueblos con matices y diferencias, no puede seguirse condicionando, vendiendo, regalando, convirtiendo en palabra vacía y en alianzas con el enemigo para ganar unos votos y unos cargos.
Sacrificando la coherencia y el respeto al electorado por razones “prácticas” y oportunistas, no se cambia nada y se pierde todo. En medio de la derrota y de las mentiras, las verdades que la bancada del PDA con el ejemplo de Jorge Robledo y otros han defendido en el Congreso y por las que los pueblos en campos y ciudades se han levantado en las calles, son el lugar de la política que lo electoral vendido ha vilipendiado.
La política electoral solamente sirve en Colombia si obedece a esa otra política mucho mayor que no cabe en lo electoral, y a la que ésta debe someterse. La política de lo común, de los mandatos de los pueblos. La política a la que partidos y dirigencias deben servir, desde el trabajo de aportar a generarla hasta el de representarla obedeciendo para no venderse, no cansarse y no engañar ni dejarse engañar, como vienen enseñando entre otros los Zapatistas. Ante el monopolio de la política desde la maquinaria electoral del régimen, en Colombia hoy, estamos más lejos que nunca de la política de los pueblos desde abajo y a la izquierda.
Emmanuel Rozental
Pueblos en Camino
www.pueblosencaminos.org
Marzo 14 de 2014
[i] [9] Actual alcalde de Bogotá por “Progresistas” y entonces candidato del Polo Democrático Alternativo-PDA- a la Presidencia.
[ii] [10] incluida la elección del actual Procurador General de la Nación, su eventual verdugo al ordenar su destitución como Alcalde Mayor de Bogotá
[iii] [11] La acepción de democracia que este sector defiende corresponde con la definida en la “Estrategia de Promoción de Democracia” implementada desde el Gobierno Reagan, a través de la CIA, la NED –National Endowment for Democracy- la USAID y agentes de los partidos Demócrata y Republicanos de los EEUU con el propósito estratégico de controlar los procesos político-electorales y a los partidos políticos para que las elecciones aparecieran legítimas y garantizaran la elección de quienes implementaran las políticas neoliberales
[iv] [12] Como lo manifestaran miembros de la Dirección del PDA en reuniones privadas
[v] [13] De la misma manera que apoyaron, por ejemplo, la candidatura a la alcaldía de Bogotá de Samuel Moreno y a su hermano el parlamentario Iván Moreno, quienes se encuentran en la cárcel en medio del mayor escándalo de corrupción en la historia de Bogotá, con un “carrusel de contrataciones” a través del cual, cada contrato que se hacía desde la alcaldía del Polo, generaba réditos multimillonarios para el alcalde, su hermano y sus mafias. A Samuel Moreno lo apoyaron como candidato del Polo, a sabiendas del riesgo que su elección implicaba, con el argumento de que tenía la maquinaria suficiente para ganar. Gustavo Petro, ya fuera del Polo y como líder de su partido “Progresistas”, encabezó la denuncia que terminó con el juicio y condena de los Moreno, mientras que la dirigencia del PDA ni investigó ni denunció oportunamente a su alcalde.
[vi] [14] Es indispensable en este contexto, una vez más, no defender ni creer ni tener Plataforma de Unidad, ni agenda, ni posición, más allá de un discurso vacío y general de “principios”, así se la nombre en rimbombantes y militantes declaraciones para el mercado. El medio electoral, el candidato y los partidos-mercancía, el anuncio comercial que suplanta la agenda y el compromiso con el único fin de competir en los términos de la derecha para legitimarla y que gane con cara o cruz.
[vii] [15] Una serie de maniobras pusieron en evidencia que esta “unidad” entre el Polo y los Verdes no-peñalosistas se iba a dar tan pronto se dieran las elecciones al Congreso del 9 de marzo y la elección de Peñalosa como candidato Presidencial en la Consulta Verde. Bajo Peñalosa, este sector de izquierdas y movimientos indígenas y campesinos quedaba totalmente sometido a una agenda de derecha. Vale la pena mencionar también que a raíz de un confuso “atentado” del ELN contra Aída Avella, pre-candidata presidencial por la Unión Patriótica, se genera una dinámica de cartas de apoyo y llamados a la Unidad desde diferentes sectores que logran el propósito de visibilizar a Aída, hacerla aparecer como vocera y representante de todo el sector Verde no-peñalosista y crear así el ambiente necesario para legitimar la fórmula López-Avella. La intención explícita es atraer todos los votos de “izquierda” a la formula unitaria en un intento por superar una catástrofe para todo el grupo de izquierda verde).
[viii] [16] Hay que señalar que el PDA sí tiene una agenda explícita cuya candidata representa y que incluye re-negociar los Tratados de Libre Comercio, someter a las transnacionales a reglas y condiciones en beneficio del país, contener el agro-negocio, la corrupción y el monopolio en el campo, garantizar la soberanía alimentaria y conseguir la firma de acuerdos de paz en condiciones justas y sólidas entre otras.
Publicado en Desinforménonos: http://desinformemonos.org/2014/03/izquierda-colombiana-entre-la-politica-electoral-y-el-mandato-de-los-pueblos/
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