Saliendo de mi casa en Medellín hacia el Norte del Cauca se me venían a la mente algunas imágenes noticiosas que llevo retenidas de la zona caucana desde distintos medios informativos y comunicacionales. Imágenes en su mayoría negativas y desalentadoras que tienden a reducir el sector a los referentes de guerra, violación de derechos humanos y pobreza.

Llegando allí y sin poder desmentir ni comprobar en propio cuerpo tales percepciones, si alcanzo a reconocer que dichas situaciones no son las únicas que definen la zona y menos su gente, ya que habiendo convivido con ustedes, líderes indígenas, afros y campesinos durante estos días, alcanzo a saber con mayor conciencia de la fuerza, el ingenio, la capacidad crítica, la conciencia histórica, humana y organizativa, y la bella humildad y alegría que los acompañan en esta digna lucha por el respeto a la vida y el reconocimiento de la autonomía de sus territorios y comunidades.

Todas estas cualidades hacen parte de esos saberes admirables que la tradición indígena procura sostener desde la recuperación de sus lenguas y símbolos, el diálogo con la Madre Tierra y los significados que atribuyen a sus elementos, la sensibilidad, el respeto al saber de los mayores, la capacidad de trabajar en conjunto por un mismo objetivo… Ante este contexto y siendo de la ciudad (cuna de egoísmos, degradación social e idiotez humana, confieso sentirme como una acompañante más y ferviente aprendiz de sus cualidades humanas.

Finalmente, resaltaría un aprendizaje más que me deja esta primera experiencia de Escuela, a saber, la importancia de saber dónde y ante quienes nos paramos a la hora de querer reivindicar dichos saberes, siendo entonces la lectura de contexto y la conciencia política fundamentales para saber con mayor claridad de qué forma podemos actuar-comunicar-actuar.

 

[ Autor: Ana Carolina Herrera]