[ 07/26/2010] [ Fuente: El Espectador.com ] [ Autor: Felipe Zuleta Lleras]

 

Muchos nos hemos preguntado las razones por las cuales el presidente Uribe generó la crisis con Venezuela a tan sólo dos semanas de dejar el cargo. La primera hipótesis es que quería torpedear la eventual venida de Chávez a la posesión de Santos.

 

Por eso se refirió a la diplomacia meliflua y babosa y sostuvo que la dignidad estaba por encima de los intereses comerciales. Si bien esto podría ser cierto, no parece lógico que Uribe haya llegado tan lejos por sólo deteriorar las relaciones Santos-Chávez. Y si se tratara de dignidad, pues ésta fue la que le faltó a Uribe en todas las oportunidades en las que el coronel se refirió a él como sicópata y mafioso.

Debemos recordar que las pruebas que mostró el embajador Hoyos en la OEA no eran nuevas, como tampoco es cierto que el Gobierno las hubiera conocido ayer. Y hablando de las pruebas, resultó lamentable la exposición de Hoyos que, al mejor estilo uribista, dejó de lado las formas de la diplomacia para exponer sus ideas como culebrero de pueblo. Con sus dotes histriónicas de vendedor de especies, logró que los argumentos de fondo quedaran opacados por sus expresiones provincianas.

Yo por el contrario creo que Uribe precipitó esta crisis para cambiarle la agenda al país y desviar la atención de los ciudadanos sobre los escándalos de corrupción, las chuzadas y los falsos positivos. Recuerden ustedes que en los tres últimos meses se le ha venido la estantería encima a un gobierno moribundo.
Por ejemplo, en el caso de las chuzadas, se han conocido detalles (por boca de Fernando Tabares) sobre cómo se delinquía por órdenes del primer mandatario. Está claro que las interceptaciones ilegales se ordenaban desde la Casa de Nariño y quien las instrumentaba era nadie más que el mismísimo secretario general de la Presidencia, Bernardo Moreno. A eso agréguenle que la Fiscalía está detrás del ex asesor José Obdulio Gaviria y de los secretarios de prensa y jurídico.

Recuerden también que en estos últimos días sucedieron cosas gravísimas: un ex mayor de la Policía Nacional de apellido Meneses vincula a Santiago Uribe, hermano del Presidente, con unos crímenes en Yarumal; arrancó el juicio de Mario Uribe; se hizo la acusación formal contra Sabas Pretelt por el caso de Yidis Medina y se publicaron las escabrosas revelaciones de la revista Semana sobre los últimos casos de los falsos positivos. Todo esto tiene al presidente Uribe completamente desquiciado.

Conociendo a Uribe, no hay el menor riesgo de que haya enredado las relaciones con Venezuela por la sola presencia de los guerrilleros allí, lo que ciertamente es indignante e inadmisible. Pero es que en el mundo de la diplomacia los temas no se tratan como a las vacas del Ubérrimo ni armando camorras. A menos, claro está, que todo este último episodio con el vecino país se haya generado, como lo creo, para tapar todas las porquerías que tienen a la guardia pretoriana del Presidente a punto de ir a la cárcel.