Adriana Paola Sánchez Arciniegas, una joven araucana, lucha por superar las lesiones causadas por soldados que indiscriminadamente dispararon a su casa. Su familia y su comunidad reclaman verdad, justicia y reparación.

 

 

A sus 19 años, Adriana Paola Sánchez Arciniegas no tiene las mismas capacidades físicas, psicomotoras y anímicas de otros jóvenes de su edad. Se le dificulta articular ciertas palabras, no puede caminar con destreza y presenta una parálisis en la parte derecha de su cabeza.

Los síntomas de Adriana podrían ser congénitos, pero ella no nació así. Su salud física y mental se vio afectada la noche del 26 de septiembre de 2007, en la vereda Filipinas del municipio de Tame (Arauca), cuando soldados dispararon contra su casa, causándole estas graves heridas. En ese momento, tenía 16 años y cursaba quinto de primaria.
Ejército expone a la población usándola como escudo humano

Miembros de la Brigada Móvil No. 5 del Ejército Nacional que se encontraban en desarrollo de la operación "Escorpión", llevaban dos días refugiados frente a la casa de la familia Sánchez, violando el principio de distinción del derecho internacional humanitario y utilizando a la población civil como su escudo humano.

Adriana se encontraba en su humilde casa ubicada en la vereda Filipinas con sus hermanos menores preparando la celebración del 'amigo secreto'. De repente, sonó una fuerte explosión en la casa contigua a la suya, por lo que los soldados de manera irresponsable comenzaron a disparar indiscriminadamente y como se encontraban frente a la casa de los Sánchez, hirieron a Adriana y a sus hermanos.

Ana Melba, madre de Adriana, recuerda con tristeza como ocurrieron los hechos "el Ejército llegó a la una de la tarde el 25 de septiembre, se posicionó en nuestra casa y amanecieron ahí. A las 6 de la tarde se fue la luz en el caserío, y a las 7 de la noche salí a comprar unos chocolates para los niños para armar los regalos del día de amor y amistad. Oímos un estruendo y todos quedamos asustados. Toda la comunidad estaba asustada. La niña estaba herida, muy ensangrentada, le dieron los primeros auxilios, me dijeron que tenía que llevarla al médico porque estaba muy herida. La bomba dejó varios estragos. Lo que le pasó a mi hija fue por disparos del Ejército, eso fue el 26 de septiembre de 2007 y no ha sido posible que verifiquen los hechos."

Tres años después de este trágico incidente, Adriana Paola Sánchez Arciniegas, una joven alegre, que le gustaba jugar con sus hermanos, que ayudaba con las tareas de la casa, que se destacaba académicamente en la escuela y sobresalía en educación física, según cuentan sus familiares y vecinos, ahora debe someterse permanentemente a procedimientos quirúrgicos, terapias de psicología, fonoaudiología y fisioterapia para lograr mitigar los impactos de lo sucedido.

El ánimo de superación de Adriana Paola se mantiene en firme y su afán de salir adelante sigue elevándose con los días, porque quiere continuar con sus estudios de secundaria – ya se encuentra en noveno grado- para poder entrar a la Universidad. A pesar de esto, su madre y hermanos extrañan su alegría y vitalidad.

Ante la valentía de Adriana, su familia y su comunidad piden justicia. Piden a las autoridades que adelantan la investigación penal y disciplinaria hagan una inspección al lugar de los hechos y reclaman que sean vinculados los militares que estuvieron participando de la operación militar.

Igualmente, Humanidad Vigente reivindica la memoria de lo ocurrido y pide a las instancias estatales pertinentes que conforme a la ratificación de la Convención de las Naciones Unidas sobre Discapacidad, establezcan todas y cada una de las acciones protectoras y de garantía que consagra dicho instrumento internacional, para reivindicar los derechos de verdad, justicia y reparación que Adriana Paola y su familia demandan.

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