Nos solidarizamos con Luz Marina Quiguanás, comunera indígena del Resguardo de Jambaló que acaba de perder a su hijo Cristian, víctima de la violencia que se incrementa cada día más en Santander de Quilichao. Luz Marina ha apoyado el proceso indígena del norte del Cauca, así como lo han hecho sus hijos.  El Tejido de Comunicación publica el siguiente texto como una forma de solidaridad con Luz Marina y con sus hijos, pero también, como una forma de denunciar la violencia producto del sistema que excluye y destruye la juventud.

 

 

Luz Marina, amiga, consejera y madre de Cristian. No podemos decir que sentimos el dolor que en este momento la invade porque sólo una madre  puede sentir el vacío de perder una parte de su ser. Pero sí compartimos el dolor de saber que a una vida, a otra más, se le arrebatara el derecho a cumplir sus sueños.

Esa vida que creció en el calor de su vientre, que se alimentó de sus caricias y de sus frases de amor. Esa vida que hoy vuelve al seno de la tierra pero que permanecerá viva en usted, en sus hijos, en su familia, en todos quienes conservan la llama inagotable de la alegría de Cristian.

Recordamos su llegada a este mundo. El momento más esperado llegó en una mañana de febrero, junto a la partera, sus allegados y usted, recibiendo a su segundo hijito.

Desde este momento usted se convirtió no sólo en su progenitora  sino también en su protectora. Le brindó abrigo cuando tenía frio, lo abrazaba cuando sentía miedo, le dio de comer  cuando tenía hambre, lo arrulló en los momentos de llanto, no dormía cuando estaba enfermo, lo acompañó la primera vez que fue a la escuela. Jugaron, rieron y lloraron juntos.

Con el paso de los años empezó a crecer hasta convertirse en un hombre. Pero ahí seguía usted,  siempre a su lado tan tierna y tan dulce, aconsejándolo en las vivencias y en los miedos que atormentan a la juventud.

Luz Marina, aunque usted callaba muchas veces su dolor,  sabemos que evitaba llorar o que lloraba a escondidas para dar ejemplo de tenacidad a su familia. Entendemos su sufrimiento, sus lágrimas, pero también entendemos que nunca sintió cansancio, siempre fue fuerte, persistente. Caminó de la mano siendo una buena guía para su hijo.

No se sienta culpable imaginando que como madre dejó de hacer algo por él. Usted lo hizo todo porque es una buena hija, buena hermana, buena compañera y buena mamá. Sus hijos la ven como un ejemplo que ha podido sobrevivir a grandes angustias. Como una mujer inigualable que supo levantarse cada vez más fuerte ante cada golpe que le dio la vida. Ellos miran en usted una guía incansable que los lleva de la mano sujetándolos y mostrándoles la vida siempre por el lado más bello.

Hoy, las lágrimas cubren el ambiente. Lágrimas que vemos caer también de usted. Una madre que sufre porque hoy las balas se llevaron a su hijo. Otra madre víctima de unas manos asesinas que creen que la vida tiene un precio, que creen que el odio y la violencia son el camino para resolver los problemas de una sociedad que excluye y que abandona.

Pero usted, Luz Marina, bien sabe que el camino no es el rencor. La vida le ha enseñado que Cristian es víctima de un sistema que mata y que obliga a matar. Por eso usted no acumula odio en contra de quienes provocaron la partida de su hijo. Confía que sea la justicia de la naturaleza la que se encargue de enseñarles a ellos que el intento de apagar una vida fracasó. Porque la vida de Cristian no se ha apagado, sigue viva en cada una de las acciones de Vilma, de Alex, de Mabel. Sigue presente desde otra parte acompañando e insistiendo que no debemos dejarnos vencer ante las injusticias y que al contrario debemos tener siempre una sonrisa para enfrentar la vida.

Luz Marina, hoy sus amigos y sus amigas le queremos decir que  estamos con usted, le mandamos un fuerte abrazo para que sienta que estamos aquí. Usted está acompañada de gente que la valora, que la reconoce como una madre valiosa que no se deja vencer por la desgracia y que es ejemplo  de buenos sentimientos.  Y sobre todo, la reconocemos por traer al mundo a alguien como Cristian, un ser que lo recordamos por su alegría, por su chispa inagotable, por su generosidad, por su carisma y ante todo por ser lo que nunca dejó de ser: una buena persona.

Tejedores y Tejedoras de Comunicación
Septiembre 30 de 2010