En la actualidad, según una encuesta realizada por The Wall Street Journal y la NBC, el 53% de los estadounidenses entrevistados sostienen que la globalización ha perjudicado a su nación y se sienten perdedores de este modelo (El Tiempo, 4 oct 2010).
No se equivocan los estadounidenses cuando culpan al libre comercio de la profunda crisis económica que sus propios dirigentes forjaron, en una política que provocó un rompimiento entre los intereses de sus corporaciones y los del resto de la sociedad norteamericana. Aún así, la salida propuesta desde la administración es una dosis más concentrada de libre comercio. Obama ha prometido duplicar las exportaciones, que requiere que sus empresas sean más “competitivas”; esto quiere decir: buscar mano de obra más barata dentro o fuera de su territorio, es decir, golpear más el trabajo y el consumo. Situación sobre la que advierte el economista Nouriel Roubini, al afirmar que al interior de EE.UU. “las pérdidas de puestos de trabajo son mayores de lo que se cree. No hay crecimiento laboral en el sector privado, el consumo es débil, las exportaciones son débiles y el sector inmobiliario también” (Portafolio, 7 sept 2010) y que reconoce el propio director del FMI, Strauss-Khan, al declarar que es real “el riesgo de una recuperación sin empleos” (Portafolio, sept 2010).
El escenario se complica por la creciente tensión que a nivel mundial está generando la masiva depreciación del dólar, que podría terminar en una “guerra de divisas” que involucraría a su principal socio comercial, China. Actualmente cursa su trámite en el congreso estadounidense un proyecto de Ley (Currency Reform for Fair Trade) que busca -además- evitar que el país asiático pueda vender bajo la figura de ‘dumping’, impidiendo la devaluación del Yuan con respecto al dólar, lo que conlleva a otra contradicción: Estados Unidos podría terminar “propinándose un tiro en el pié, dado que buena parte de las exportaciones de China a los EEUU corresponde a productos de empresas estadounidenses que se relocalizaron allá” (Amylkar Acosta, 4 oct 2010).
Mientras todo esto ocurre, el nuevo gobierno de Santos y Garzón, como si no pasara nada en el mundo, insisten en que el camino a seguir es el de los Tratados de Libre Comercio. Por fortuna, el pueblo estadounidense es cada vez más consciente que esta fórmula profundizará la crisis económica global y es de esperar que estén más dispuestos a rechazar a quienes pretendan llegar en noviembre al congreso planteando que la solución es la misma que causó el problema: el libre comercio.
En este mismo sentido, las principales organizaciones sociales colombianas, que conformamos Recalca y realizamos la asamblea de la red el 2 de octubre, ratificamos nuestro compromiso de profundizar la lucha para evitar que el gobierno colombiano reciba la aprobación de un TLC que afecta a los colombianos y, como se ha visto, también al pueblo estadounidense.
* Recalca congrega a las principales organizaciones sociales y sindicales del país, para coordinar las estrategias de educación, divulgación y movilización frente a los Tratados de Libre Comercio y el modelo económico que impulsa el gobierno nacional.
Red Colombiana de Acción Frente al Libre Comercio, Recalca
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