En Medellín, donde la violencia pareciera enquistarse en lo más profundo de la sociedad, se requiere construir nuevas políticas públicas de seguridad de la mano con las comunidades: que sus necesidades sean escuchadas, sus planteamientos acogidos y las acciones redunden no sólo en la prevención de los factores de violencia sino en un mejoramiento integral de la calidad de vida de las mismas.