A propósito de un comentario de Pedro Echeverría y otros similares, criticando un excelente artículo de Gustavo Esteva que hace referencia a los Desgobiernos, comento algunas cosas que no se centran en una respuesta a este texto, sino en abrir un debate impostergable y amplio:

1. Los indígenas, la Coordinadora del Agua, del Gas, la gente de El Alto, los cocaleros, los procesos populares de Bolivia que lideraron una insurrección popular sin precedentes en la historia del Continente, con dirigentes de la talla de Oscar Olivera, Felipe Quispe, Evo Morales entre 2000 y 2005, con sus falencias y contradicciones, conocen de antemano y con claridad todo lo que Pedro Echeverría y quienes recurrentemente juzgan y reaccionan con una lógica de principios de “izquierda” frente a descontentos populares con “Gobiernos Progresistas” les explican. Es decir, que antes de movilizarse contra el régimen, cuando lo hicieron y hasta el día de hoy, conocen la diferencia entre Fidel, Evo, Chávez y Sánchez de Losada. El compañero parte de explicarles estas diferencias desde arriba y afuera cuando ellas y ellos las conocen y las han sufrido, analizado y luchado desde abajo y adentro, como bien lo ilustra la carta firmada por Oscar Olivera y otras compañeras y compañeros.

2. Las contradicciones entre las bases conscientes y sus vocerías con el gobierno de Evo (y los demás) son contradicciones con estos gobiernos, no con Uribe ni con el PAN de Calderón, ni con Martinelli de Panamá o Lobo de Honduras. Estas son otras contradicciones, que a veces parecen las mismas o tienen los mismos efectos sobre la miseria de los pueblos. Esto la gente lo sabe y resulta como mínimo ingenuo si no arrogante de nuevo pretender explicárselos, desde la doctrina. Esta gente luchó contra Sánchez de Losada, es decir, contra un Uribe. ¿Cómo así que ahora se ignora esto y se les explica lo que deben o no hacer y lo que deben o no entender? Por principio y por experiencia, ya saben que Evo no es Uribe, pero que las políticas de Evo (el gasolinazo y otras más, muchas más) son neoliberales y le sirven a las transnacionales y al régimen. Lo mismo que las de Correa le sirven a las mineras, a las petroleras a las del agua, lo mismo que las de Lula le sirven al agronegocio etc. La gente no quiere, resiste y sufre las políticas neoliberales tanto de Uribe como de Evo y demás y se levanta contra éstas. Que vengan de un Gobierno de origen popular o de Santos, no cambia para nada el que son contrarias a la agenda de lucha popular de resistencia al Capital para transformar las sociedades y al mandato de estos gobiernos. El Pachakuti,(1) viene de abajo y de muy atrás, para que sea reducido a explicaciones simplistas y merece de tiempo atrás un reconocimiento y respeto del que no es objeto desde la “izquierda”.

3. La FEJUVE, Federación de Juntas Vecinales de El Alto, tumbó (en alianza con un pueblo entero de toda Bolivia) a Goni y en un solo día de Octubre de 2003 les asesinaron 65 personas. Esta gente eligió y apoyó a Evo con una agenda de Constituyente y defensa de bienes comunes. Esta gente quedó fuera de la constituyente y se privatizan y se les cobran los bienes comunes. En nombre de la “posición” planteada en textos como el citado que reclaman respeto, ¿se les puede exigir que defiendan a Evo?  NO!! se le debe exigir a Evo que defienda y obedezca el mandato que le dieron y que asumió. La lucha no fue para que Evo llegara al poder sino para avanzar esta agenda contra el sistema. Lo mismo aplica para la Coordinadora del Agua, del gas, los cocaleros, los Aymara de un lado y para Correa, Dilma, Lugo, Raúl Castro y quien sea del otro.

4. El texto resulta un ejemplo de una lectura de “izquierda” desde arriba y afuera de apoyo por principio a quienes representan el mismo discurso de izquierda, pero que exige ignorar por principio también, las inconsistencias y contradicciones con las luchas populares. Es la izquierda vertical donde manda la estructura a nombre del pueblo y los dirigentes por encima de los principios. Se trata hoy y desde hace tiempo ya, de defender principios desde abajo y a la izquierda y no de defender por principio a quien ocupe un lugar de poder en la estructura. Lo acaba de expresar maravillosamente Alberto Acosta para el Ecuador.

5. Gustavo Esteva, citando textos de quienes desde abajo saben de lo que hablan y lo han sufrido, no habla de “malos gobiernos”. Estos, a partir de los Zapatistas, son los Uribes, los Santos, los Gonis, los García, los Martinelli, los Lobo, los Calderón, etc. Desde el título habla de los “Desgobiernos”, lo que es muy claro y contundente. Llegan allí con un mandato y se desvían hacia otro al punto que la misma gente de donde surgieron pierda la paciencia. Agota las vías de diálogo que le cerraron Evo y García Linera (lo mismo que Correa a los procesos indígenas y populares en Ecuador), desde cuando llegaron al poder. Cuando deciden hacerles pagar con su miseria para enriquecer a las transnacionales, el pueblo, las organizaciones de las que vienen y con las que lucharon les dicen BASTA! luego de haberles advertido muchas veces que no siguieran por ese rumbo equivocado y contrario a sus propios procesos y biografías. Son desgobierno, con discurso de izquierda, cuando abandonan y actúan con políticas contrarias a los mandatos de los pueblos y a favor de transnacionales.

6. El heroísmo de los pueblos que ha llevado al gobierno a estos mandatarios de origen popular es el que debe ser reconocido, respetado y apoyado, aunque tampoco por principio, porque no son infalibles, ni sagradas, ni puras, ni libres de contradicciones, sino por principios manifiestos en sus discursos y coherentes con sus actos. Es decir, el “camino de la palabra”. Considero por ello que textos como los de Pedro Echevarría que llaman a la cordura y al diálogo a los pueblos, sirven, pero los destinatarios, por el contrario, deben ser los desgobiernos, las desizquierdas, los despopulares. Si hubiera dirigido las críticas en este caso a Evo (y a quienes defiende) y lo hubiera llamado a la cordura, al diálogo, al respeto a sus mandatos y compromisos, habría respondido a un principio de realidad y de justicia, que se invierte cuando los destinatarios y objetos de crítica son los indígenas y el pueblo boliviano levantado en lucha, en cuyo nombre se justifica explotarlos con discursos de transformación y revolución. Como es de esperar, en el mismo paquete pone a Fidel, a Chávez y a las FARC en un discurso que más tiene de exigir el respeto a figuras y organizaciones sagradas e incuestionables, por encima de procesos y pueblos en lucha, en nombre de agendas y plataformas colectivas. Las figuras y los sujetos de la transformación en resistencia contra el capital deben ser reconocidas y defendidas aún de sus propios líderes y gobiernos cuando de transformar la realidad con un sentido ético de justicia se trata. Si el pueblo llama desgobierno a Correa, a Lula, a Evo, el pueblo tendrá sus argumentos, experiencias y razones para hacerlo. Hay que reconocerlos, respetarlos, escucharlos, debatirlos, comprometerse con ellos en consecuencia. La izquierda es cuestionamiento, crítica, análisis, compromiso y coherencia. No puede seguir siendo obediencia debida.

7. Cuando las FARC o Sendero Luminoso, o cualquier otro ejército insurgente, asesina, somete, amenaza, intimida y maltrata líderes y procesos populares que luchan contra el Capital y los regímenes que le sirven, el pueblo y quienes se consideren revolucionarios y revolucionarias, deben defender al pueblo y denunciar estos actos criminales. Defender por principio a quienes cometen crímenes contra los pueblos en lucha (lo que se denomina alegremente “errores”) porque pertenecen en principio a la insurgencia anti-capitalista, solamente termina destruyendo las luchas populares y abriendo espacios al fascismo de la derecha.

8. Abundan, desafortunadamente, en nuestros contextos y en todos los ámbitos, quienes aprovechan discursos de izquierda y se levantan sobre luchas de resistencia y transformación de los pueblos para conseguir ventajas competitivas. ONGs, partidos de izquierda, sindicatos, líderes de organizaciones populares y mucho más. Mucho daño hace a la resistencia frente al capital y a este sistema mundo que nos condena a la muerte, la complicidad con estas prácticas malsanas y perversas. Sacrificar a los pueblos, por cargos, posiciones, proyectos, recursos, a nombre de los pueblos, no es revolucionario, pero es buen negocio y gana elecciones y financiamiento. Esa izquierda no es la nuestra y es una “Desizquierda” “Despopular” que tenemos que resistir precisamente para impedir que el fascismo de los malos gobiernos y de las transnacionales se siga sirviendo de estas y de nuestras luchas para someternos, explotarnos, matarnos, exilarnos y arrodillarnos ante falsos Dioses intocables.

Manuel Rozental

(1)  En el Prefacio de su libro Los Ritmos del Pachakuti, Raquel Gutiérrez Aguilar dice “Pachakuti; esto es, configuró una situación social de trastocamiento de lo que hasta entonces había sido admitido como normal y cotidiano: la prerrogativa de unos hombres y mujeres, de cierta condición social y adscripción étnica, a mandar y decidir sobre el destino y suerte de todos los demás; la facultad, admitida como legítima hasta entonces, de usufructuar y gestionar la riqueza social de manera depredadora, selectiva y, sobre todo, privada; es decir, sólo para beneficio de unos cuantos, de esos mismos que durante décadas se han regodeado en su capacidad de mando y en su díscola posibilidad de disfrute. A partir de centenares de acciones colectivas de deliberación y toma de acuerdo, de organización y construcción de confianza recíproca, de lucha y defensa de lo que es común y que debiera ser gestionado y disfrutado también colectivamente”
Gutiérrez Aguilar Raquel. Los Ritmos del Pachakuti. Tinta de Limón 2008, página 13.