¿Por qué se justifica marchar el 9 de marzo a Bogotá en defensa de la cadena láctea nacional?. Porque Colombia es autosuficiente en producir la leche fresca y de buena calidad que consume.

Seis mil quinientos millones de litros anuales generan una cadena de trabajo y producción nada despreciable para la economía nacional, en forma de 580.000 empleos directos, una pequeña y mediana industria procesadora de subproductos lácteos propios de la costumbre y el gusto de los colombianos, una red de 50.000 vendedores a domicilio y  en expendios de leche en cantina, transportadores y almacenes de insumos agropecuarios. Además genera saberes, profesionales e investigaciones propias del subsector, tan importantes como el desarrollado por el campesino colombiano que produjo su propia raza vacuna de doble propósito, única en el mundo, no especializada, no competitiva dirían los tecnócratas, pero que representa más del 60% de los 473.000 ganaderos del país que producen leche. Una economía campesina, donde la mujer con su trabajo aporta al presupuesto familiar,  contribuyendo a que no sucumba ante los agresivos negocios internacionales y la especulación globalizada. Esta es la auténtica cadena láctea nacional.

Marchamos, porque al romperse un eslabón de la cadena, toda ella se derrumbaría, empezando por los lecheros de cero a 8 vacas que son la mayoría y siguiendo con los medianos propietarios.  De cada 100 litros, 47 se van a la industria pasteurizadora, 10 se consumen en las fincas y 43 litros no van a la industria porque ésta no tiene capacidad para procesarlos. En  la proporción total, 43% significa 7,5 millones de litros diarios que consumen 20 millones de colombianos, especialmente los de estratos de menores ingresos y la industria de subproductos lácteos. Este volumen de leche en cantina es muy apetecido por el oligopolio que controla el 85% de la leche industrial en Colombia y asediado por las importaciones y el contrabando de lactosuero y leche en polvo.

Es en este contexto que se decretan las normas del 616, decreto que contiene los requisitos sanitarios exigidos por la Organización Mundial del Comercio, para el comercio internacional de la leche y que se le impone al comercio nacional de leche en cantina. Las autoridades colombianas discriminan así la cadena láctea popular al ocultar las normas señaladas por la Organización Mundial de la Salud, sobre el manejo de leche cruda hervida, establecidas en los “Principios de orientación para la alimentación de niños no amamantados entre los 6 y los 24 meses de edad”, en el capítulo sobre “contenido nutricional”  que define leche cruda como la que “no está ni pasteurizada ni hervida”. Estas orientaciones las pasan por alto los ministerios de Protección Social y Agricultura y el propio INVIMA.

El  decreto 3411 fija plazos de cumplimiento que prohíben  el transporte, distribución, comercio y consumo de la leche en cantina, a partir del presente mes de marzo. Esta política pública desconoce la advertencia de la FAO (la institución de la Organización de Naciones Unidas-ONU- que maneja la alimentación) sobre la “vulnerabilidad de los productores frente a los procesadores”, dado el carácter perecedero de la leche, los costos de transporte y almacenamiento y la incidencia del clima en el desempeño del sector que constituyen la amenaza principal para la provisión de este alimento esencial para la salud en cualquier país. Y no como se insiste, al igual como en el anterior gobierno, en poner “la competencia desleal con los agentes formales” como el cuello de botella “que es preciso remover para hacer de la ganadería colombiana una de las grandes locomotoras de bienestar y desarrollo del país”, palabras del ministro de agricultura, Doctor Restrepo, en el Congreso de Fedegan, que nos obliga a exigir la derogatoria de tales medidas que ocasionan graves perjuicios a productores y consumidores.

Además, “el apoyo público privado”, que tanto propaga el señor ministro, es una flagrante inequidad, valga un ejemplo, el de una “alianza para la producción y comercialización de leche…” establecida para supuestamente mejorar los ingresos de 94 familias de pequeños productores de 9 veredas en dos municipios muy conocidos en Cundinamarca, alianza en la cual se cumple el adagio popular de la mula y el jinete. Mientras los campesinos aportan el 56%, los dos municipios involucrados el 7%, la CAR el 4%, el Departamento el 13%, es decir,  campesinos y entidades públicas ponen el 80% de la inversión, el socio comercial, el formal, aporta sólo el 1% y el restante 19% aparece como I.M-MADR. En esta rápida relación falta contabilizar  la renta territorial que las propiedades campesinas trasladan a las jugosas utilidades del industrial privado denominado aliado comercial.

La experiencia demuestra que el endeudamiento y la quiebra de muchos asociados es el rompecabezas de campesinos y comercializadores “reconvertidos”.

Es decir, la política pública al servicio de los “agentes formales”, las grandes compañías, la mayoría multinacionales con posición dominante en el mercado, contra los “informales” que serían todos los demás componentes de la cadena, entre ellos, los que no están ubicados en cuencas “no competitivas” y que no son “hatos de talla mundial”.

Resulta que esos agentes formales están tomándose los mercados en todo el mundo y no precisamente respetando las normas sanitarias, sino comercializando toda clase de bebidas lácteas elaboradas con base en lactosuero y subproductos fabricados con emulsiones que denominan “productos innovadores” para gentes de bajos ingresos, causando graves riesgos a la salud humana. En almacenes de cadena se venden tales productos y el INVIMA allí no se apresta a ejercer control y establecer sanciones a los infractores.

Finalmente, se justifica marchar el 9 de marzo,  ante la desaforada competencia de las multinacionales por el control de los mercados del mundo, porque, quién nos salva de su agresividad una vez aprobados los TLC ?.  Colombia será reconquistada como un “nuevo mundo lácteo” y los lecheros nacionales sucumbirán. La concentración y las fusiones de los negocios internacionales así lo demuestran. La neozelandesa  Fonterra Co-Operative Group Ltd., el mayor comercializador de leche del mundo, ya se tomó el mercado de China e India y la norteamericana PepsiCo recibió el visto bueno de la comisión rusa de control para la realización de inversiones extranjeras y así podrá comprar el 100% de “Wimm-Bill-Dann”, la empresa que domina el mercado de la leche en Rusia. Es por eso que los europeos presionan con su tratado de libre comercio con Colombia para entrar a la región.

Cómo es que en Colombia, con una política pública totalmente al servicio de la “confianza inversionista” y no de respaldo al productor nacional no monopolista, se puede preservar la cadena láctea nacional?. Sólo mediante la movilización cívica y democrática que presione al gobierno a respetar el trabajo y la producción nacional y exigir al parlamento colombiano que no apruebe los tratados de libre comercio-TLC-, porque significan la verdadera hecatombe de la economía nacional, que sin estar aprobados, las locomotoras de los especuladores criollos y extranjeros ya hacen parte del plan de una plutocracia indolente y cegada por los negocios internacionales que entrega el país a la especulación financiera.

Es por eso que se justifica marchar el 9 de marzo. Nos encontraremos a las 11 AM. en la plaza de toros de Bogotá para seguir en la senda de la defensa de la soberanía  y seguridad alimentaria de Colombia.

Álvaro Rodríguez Soto.

Coordinador- Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria-Cundinamarca

Bogotá, marzo 4 de 2011.

Más información: http://www.nasaacin.org/portalnuevo/index.php?option=com_content&view=article&id=1737;todos-a-marchar-en-defensa-de-la-cadena-lactea-nacional&catid=99;dcumentos-nasaacin&Itemid=86

http://www.polomosca.com/2011/03/marcha-lechera-nacional-del-9-de-marzo.html